de Paco Urondo
Adriana Hidalgo, 2011
por Diego Gentile
Francisco “Paco” Urondo, escritor asesinado en 1976 por la represión, siempre es reconocido como uno de los grandes poetas de Argentina. No es muy sabido que también escribió una obra de teatro, una novela y adaptaciones para el cine. Y cuentos.
Su labor como cuentista fue opacado por los nombres que marcaron un camino en el género (Castillo, Briante, Conti, Blaisten) y por esos caprichos de la literatura que rocían con el olvido algunas obras durante años (o décadas) hasta que estas son re descubiertas. Felizmente, Adriana Hidalgo editó en un solo volumen los dos libros de cuentos publicados por Urondo.
El primero de ellos, Todo eso, contiene tres relatos largos donde la figura femenina funciona como leiv motiv de los mismos. Charlas de mujeres, mujeres imposibles y hermosas, inalcanzables y alcanzables, tanto que hasta terminan un tanto ajadas, esposas y amantes… toda la variedad aparece retratada en estos relatos… pero todo no es sexo ni amor. En uno de estos relatos (El amor del siglo) se retrata agriamente la época de Frondizi y las ilusiones perdidas (en lo personal/amoroso como en lo social/político). Algo similar sucede en Baile, donde vida privada y política se entrecruzan y se sirven mutuamente para lograr una pintura de un alma en pena. Un alma en pena que, como bien apunta Susana Cella en el prólogo, es un paso previo simbólico de lo que luego ocurrirá en la propia vida de Urondo.
Luego de estos tres relatos largos, está su segundo libro de cuentos, Al tacto. Más variado y quizá más interesante que el anterior, Al tacto contiene quince relatos breves que están escritos en diferentes registros y voces. Hay cuentos (la mayoría) que se ubican en Santa Fe, con un cierto toque de denuncia, de realismo pueblerino; también están los relatos urbanos. El mejor cuentista se plasma en estos relatos, un narrador dúctil que cambia de registro según lo demande la trama o la intención del relato.
Diez años después de publicar Al tacto, y luego de ser perseguido por un vehículo de la represión, Paco Urondo moría asesinado en Mendoza a la edad de 46 años. Quedará siempre la intriga de qué rumbo podría haber tomado su literatura.
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