ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: MARTÍN CRISTAL

MARTÍN CRISTAL

a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o “edición de autor”? ¿Te autoeditaste alguna vez?

La autoedición es un recurso válido para cualquier escritor y cualquier libro. Sobre todo resulta útil para óperas primas y libros con formatos raros, públicos minoritarios o temas muy específicos, difíciles de integrar en catálogos preexistentes.

Hay quienes la demeritan al percibirla como un camino fácil o autoindulgente, con poco valor por no pasar ningún filtro más que el de la voluntad y el dinero propios. Piensan: “así cualquiera publica”.

Pero es que, precisamente: cualquiera publica. Si no se pide permiso para escribir, tampoco hay por qué pedirlo para publicar. Cada quien lo hace como puede o le pinta. Y después se verá qué sucede con eso. A la larga, lo que vale es el juicio de los lectores.

Recordemos además que el supuesto descrédito de autoeditarse solo integra los usos y costumbres del círculo literario, que tiene mucho de conservador, pero no los de otros ámbitos artísticos. En los grupos de teatro independiente es natural la autogestión (que también abarca la difusión, sin andar acusándola de “autobombo”). En la escena musical indie, los artistas no siempre buscan un sello preexistente: producirse ellos mismos no va en detrimento de la obra. El historietista que, para autopublicarse, crea su propio sello, suele terminar dando charlas a los pares que desean transitar el mismo camino (o editándolos). Incluso al interior de la literatura, el mandato protocolar varía según el género: en la poesía, la autoedición es más aceptada y frecuente que en la narrativa. Estos ejemplos demuestran que solo hablamos de meras normas de etiqueta, y no de éticas supremas o morales inamovibles.

En cuanto a mí, mi primer libro fue una autoedición; acá ya conté cómo fue el proceso. Me sabía muy joven para publicar, pero me alentaban ejemplos como el de Bioy Casares, que sacó su ópera prima a los catorce años: una autoedición bancada por el padre. Bioy nunca reeditó ese título ni ningún otro de la media docena que antecedería a su hit, La invención de Morel. Suele pasar con los primeros libros (autoeditados o no). Leí por ahí que, en algunas tertulias, Bioy solía divertir a sus invitados leyéndoles un texto pésimo, sin decirles quién era el autor. Todos reían; luego él les confesaba que el fragmento era de alguno de esos primeros libros suyos.

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio? ¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes?

Un lector que desprecie cualquier edición de autor sin abrirla, solo porque a priori piensa que el 90% de las autoediciones son una mierda, simplemente evidencia que desconoce la Ley de Sturgeon.

En mi caso, intento hacer la vista gorda con los posibles errores de factura editorial y con ciertos deslices escriturales (sobre todo si fuera la ópera prima de alguien muy joven). No siempre lo consigo, pero trato de ver más allá: ¿se vislumbra, dentro del carbón, un diamante en potencia? ¿Hay algo interesante o rescatable? Durante la lectura, el texto es solo un texto. Debe defenderse solo.

Recomendaciones: una obvia es el primer libro de Borges, Fervor de Buenos Aires (1923), que fue una autoedición; lo considero uno de sus poemarios más bellos. La tirada inicial fue de 300 ejemplares, con un grabado de su hermana en la portada. Según María Esther Vázquez —en Borges. Esplendor y derrota—, “ya publicado el libro, Borges no supo bien qué hacer con él ni cómo distribuirlo. Pero ideó un sistema para hacerlo llegar a aquellos cuya opinión le interesaba. Iba a las reuniones literarias y, cuando se retiraba, deslizaba con disimulo un ejemplar de Fervor en el bolsillo de los abrigos solitarios colgados del perchero”. Para bibliófilos y coleccionistas, esos ejemplares hoy son piezas muy codiciadas.

En Córdoba tenemos el caso emblemático de Juan Filloy: sus primeros siete libros —Periplo (1931), ¡Estafen! (1932), Balumba (1933), Op Oloop (1934), Aquende (1935), Caterva (1937) y Finesse (1939)— fueron impresos por Ferrari Hermanos en Buenos Aires, con tiradas de entre 300 y 500 ejemplares; los distribuyó el propio Filloy, entre personas de su interés. Recién en 1967, tras treinta años sin publicar (aunque el autor sí continuara escribiendo), Paidós reeditaría Op Oloop. Todo esto lo detalla Mónica Ambort en Juan Filloy. El escritor escondido.

Y cómo no recomendar la gran novela de Jorge Baron Biza, El desierto y su semilla (1998), pagada de su propio bolsillo tras haber penado por varias editoriales. Salió por Simurg; veinte años y algunas reediciones después, la novela llegaría a tener traducción en EE.UU. y ser elogiada en The New York Times.

c) Fuera de las diferencias que suelen haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera “más seria” una edición en la que el autor no paga por ser editado? ¿Es tan importante la figura del editor?

La “seriedad” no emana del hecho de que el autor pague o no pague por la edición de su obra, sino del contexto en el que esa obra aparecerá publicada. No es lo mismo que ingrese en un catálogo compatible, o con cierto prestigio previo, a que nazca solita desde una imprenta —es decir, sin contexto alguno— o que surja en un sello variopinto que publica mayormente cualquier cosa, sin más exigencia que la de cobrarles a los autores.

De ahí la intuición probabilística que hace desconfiar a muchos lectores: piensan que lo más factible es que una autoedición no valga la pena, toda vez que no ha pasado por ningún tamiz ni cuenta con el aval simbólico del circuito literario.

Ese “prestigio editorial” es una imagen construida por los sellos para sí mismos y por el campo literario como sumatoria o cruce de esos esfuerzos. Dicho cruce promedia de forma descentralizada sus parámetros de selección (qué se edita o premia, qué temas, géneros o estilos están de moda, cuál es el nivel mínimo de “lo publicable”), pero también los de multiplicación y expansión (tiradas, distribución, reimpresiones, traducciones) y los de legitimación y discusión (difusión, reseñas, críticas, listas, reconocimientos; charlas, ferias, festivales). De lo económico se habla menos: el dinero se ve como un tema impropio para quienes prefieren departir sobre la prístina transparencia del valor simbólico. Por supuesto, ese silencio favorece a quienes manejan la billetera.

La autoedición, en cambio, habla de dinero sin tapujos y casi no se somete a selección alguna. Tampoco se encuentra tan encadenada a cronogramas ajenos que dilatan la salida del libro: el autor pierde menos tiempo, aunque en todos los pasos siguientes casi no cuente con más apoyo que el de sus propias fuerzas. Esta es una gran desventaja.

De estas diferencias surge que muchos autores elijan transitar el via crucis editorial (o esperar que alguien “los descubra”, lo cual tiende a no suceder). Prefieren probarse, “jugar el juego”. Pero, ¿es siempre literaria e impoluta la selección editorial de los textos? Claro que no. Los grandes grupos se guían cada vez más por la rentabilidad; ya casi no hay corazonadas o lineamientos estéticos propios o predefinidos que se estructuren en la forma de un catálogo razonado. ¿Y las editoriales independientes? En muchas esa llama sí se mantiene viva, aunque se sabe que en algunos catálogos se puede entrar pagando, sin que por eso el sello se revele como una editorial “de servicio”. También influyen aspectos ajenos al texto, como las relaciones sociales del escritor, la circulación de su nombre, su lugar de residencia, su ideología y sus potenciales “dobles roles” (además de autor, ¿es también crítico o reseñista, editor en otro sello, tallerista, traductor, académico, activista, figura mediática? En suma, ¿algo que nos sirva?).

Toda esta trama no siempre es conocida por los lectores. Ellos solo suelen ver el trabajo de una editorial y su inversión económica en un libro dado como una “apuesta” por ese contenido (el cual, a partir de esa confianza, “algún valor ha de tener”). Ese prestigio percibido de la editorial es un rasgo más entre otros apriorísticos —autor, estilo, género, tema…— que gravitan en la elección de un libro. Y está bien: son parámetros útiles para orientarse en el mar de novedades que inunda las librerías. No obstante, la verdadera valoración del texto —si bien influida por esas informaciones externas— es siempre posterior: deviene de la lectura. Esa es la instancia crucial. Y puede favorecer tanto al libro de una editorial como a una edición de autor.

En cuanto a la figura del editor o la editora: sin duda es importante, y más aún con la atención creciente que —en todo el campo cultural— han ido ganando los otros trabajos que conviven con el del artista/creador. Ante la atomización de la oferta literaria, para los lectores resulta orientador descubrir un sello editorial cuyos criterios coincidan con sus gustos e intereses. El sello en sí se vuelve una referencia, una suerte de curaduría. La autoedición por lo general carece de esta ventaja.

Publicar con un editor es pasar la prueba de la mirada del Otro: una valiosa instancia de aprendizaje. Cuando la relación editor-autor funciona como debe, el proceso resulta enriquecedor para ambas partes. No es que con la autoedición no se aprenda, pero en ciertos aspectos equivale a prolongar el proceso solitario de la escritura. Un buen editor gravita positivamente sobre la obra por el contrapunto que producen sus sugerencias para mejorarla, y también por su esfuerzo por darla a conocer y lograr que circule y sea apreciada. En esa dinámica, el texto debería mejorar. Por supuesto, es vital que la relación autor-editor sea colaborativa, con respeto y confianza mutua. Por el contrario, un mal editor influye negativamente por sus errores o su displicencia, por todo aquello que podría hacer y no hace, ya sea por desconocimiento, por descuido o pereza, por engaño, por mercachifle o por pecho frío.

Ahora bien: si un editor rechaza nuestro texto, o si lo acepta pero la colaboración posterior no llega a buen puerto y se suspende, no por eso el texto desaparece o deja de existir como tal. No habrá alcanzado la forma de libro con esa editorial, pero sí podrá hacerlo más adelante con alguna otra, o en otro soporte… o a través de la autoedición. Que esa posibilidad esté siempre al alcance no la vuelve indigna ni mucho menos.

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EDITORIAL SOBRE EDICIÓN

A principios de este año un amigo me invitó a revisar varias bolsas de consorcio repletas de libros que iba a tirar. Esos libros eran parte de una herencia lejana y él ya había elegido los libros que deseaba tener. Revisé y rescaté algunos pocos títulos.La mayoría, es cierto, eran autoediciones de autores ignotos o autores que en algún lejano momento estuvieron de moda y a mí no me interesaban. Pero entre esas autoediciones, encontré un ejemplar de Nanina, Justina y el Doctor Rorschach, de Aurora Venturini, con prólogo de Germán García. 

Era una edición del año 2002, cinco años antes de que la autora ganara el Premio Nueva Novela de Página 12 y se convirtiera en una especie de best seller. En 2002 Aurora Venturini tenía ochenta años, había publicado varios libros, viajado a Francia y trabado amistad con Sartre, Beauvoir, Camus, Ionesco, entre otros. También había obtenido reconocimientos en el país (el premio del Fondo Nacional de las Artes, de manos de Borges recibió el Premio Iniciación, etc). 
Publiqué en mis redes sociales esta anécdota, y surgieron algunos debates en los comentarios, y todos giraban en torno a un tema: la autoedición.
Me pareció interesante invitar a autores éditos, de diferentes épocas, a opinar sobre el tema. 

Juan José Burzi 


ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: LETICIA MARTIN

LETICIA MARTIN

a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"? ¿Te autoeditaste alguna vez?

Si bien intento autoeditarme —como autoanalizarme— siempre busco al final la mirada del recorrido que otros colegas o editores, mi compañero, algún amigos o incluso alumno o alumna me lea y devuelva impresiones del texto con libertad. Es necesario re trabajar la propia edición si uno decide hacerla. Son capas de mejoras que se le van sumando al texto. La mirada exterior ayuda a reconocer qué se escribió en realidad, así como a encontrar fallas que no se ven desde el lugar de uno. Creo mucho en lo que pueden ver otros. Me edito —mejor podríamos decir: “me corrijo”— consciente de que nunca es de forma definitiva. No me parece un problema que sea así. Me interesa todo lo que surge en la falla, que a veces incluye interpretaciones para mí desconocidas. Creo que el texto producido es un organismo vivo, que irá cambiando, que crecerá y que, incluso, me irá mostrando aristas de lo escrito que desconocía. Solo hay que saber esperar (algo que en esta época es casi imposible). El sentido excede al corpus. El texto termina de parirse después del trabajo que yo pueda hacer con esas devoluciones exteriores a mi mirada.

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio? 

Sí, pero lucho contra ese prejuicio. No tiene sentido predisponerse así. Se lee mal desde el prejuicio. Se pierde juicio. Muchas veces me he sorprendido gratamente con el trabajo de otros que creen en sí mismos y deciden avanzar sin esperar la autorización del cánon, la academia o el mercado. Muchas veces en esos espacios de independencia hay libertad. Y también muchas veces, en los pretendidos “espacios de validación”, suceden acuerdos silenciosos, favores implícitos, devoluciones de gratitudes, amiguismos y cofradías que nada tienen que ver con el buen arte de la escritura. No agrego a esos favores el adjetivo de “patriarcales” porque a veces son “feministas” ya que, al final del día, como sea, son elecciones afectivas, inclinaciones no del todo racionales, no medibles, para nada necesarias.

c) ¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes? 

Me gustó muchísimo el libro El guardián de la colmena, de Leandro Frígoli que salió por Abisinia. Él es apicultor, poeta y Licenciado en Comunicación. Nació en Lobería y vive en Azul. Además es un gran lector. Leí muchos de sus materiales y siempre confié en lo que escribía. La salida de su libro le hizo justicia, le abrió un lugar que no le daban las editoriales grandes, o las más pequeñas que tampoco tienen espaldas para publicar todo lo que les llega, o todo cuanto les gusta.

Fuera de las diferencias que suelen haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado? ¿Es tan importante la figura del editor?

Que un autor no pague su edición implica, entre otras cosas, que ha sabido esperar, o que ha sido elegido entre muchos otros textos. También, que ha encontrado finalmente un lugar. Para el autor esa espera puede ser activa, puede implicar corrección y retrabajo: seriedad. Como también puede no implicarlo. Todo es relativo. Por su parte, el editor pudo haber estado leyendo muchos manuscritos y debatido y pensado por qué un libro sí y otro no. Solo  con su equipo de editores. Con el financista, con los jefes de la editorial si es una transnacional. El dinero que se necesita para publicar un libro es muchísimo y muy pocas veces se recupera (por lo menos en nuestra editorial es así) Yo no creo que “todo el mundo tiene derecho a ser publicado”. No se trata de derechos sino de oportunidades. Se trabaja para conseguirlas. Se construyen los lectores. Se persuade. Se vuelve a intentar. Se convence a los otros. Se trabaja sobre uno mismo. Creo, sí, en la selección, en el criterio, en la trayectoria, en la acumulación de saberes, en la interacción con otras y otros en un círculo de lectores o en un taller de escritura. Hay algo que sucede en esos espacios que ayuda a tomar conciencia de los propios errores y a mejorar. Escribir, escribimos todos. Sabemos hacerlo. Podemos. El tema es: cómo hacerlo de un modo que destaque, que entregue al lector algo nuevo. Y no digo nuevo por la novedad misma (ya todo está inventado) sino nuevo en su singularidad. Algo propio de ese autor, algo que ese individuo tenía para decir y que no iba a aparecer en la superficie de lo dicho, que no es lo primero que se intenta escribir, o que se cruza por la mente al que escribe. No creo en nada que se resuelva solo pagando. El dinero es necesario para editar. Pero necesariamente es el motor de la edición. No al menos en el caso de nuestra editorial. Si quisiéramos reproducir billetes, haríamos otra cosa. Preferimos reproducir plantas, árboles, vidas, deseos de personas que buscan algo para decir o que, simplemente, buscan decirlo mejor.

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ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: SEBASTIÁN PANDOLFELLI

SEBASTIÁN PANDOLFELLI

a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"? ¿Te autoeditaste alguna vez? 

No creo que esté mal la autoedición. Muchas veces es la mejor forma de hacer circular un texto y que se haga visible el autor. Funcionan como puerta de entrada, carta de presentación para autores que recién están empezando. Hay mucho prejuicio con los libros autoeditados, pero eso tiene una lógica que  se basa en el mito de que si pagaste por publicar es porque nadie quiso apostar por tu obra, o algo así. También es cierto que hay muchas imprentas disfrazadas de editorial a las que sólo les interesa el negocio y editan realmente cualquier cosa siempre que se pueda cobrar, entonces no es tan descabellado que exista el prejuicio. En otros países la llaman Vanity Press.

Creo que hay que darle una oportunidad a los libros. Aunque algunos te provocan rechazo ya desde lejos, tienen una tapa horrible o están mal encuadernados o la letra apretujada, texto mal puesto en caja, papel blanco como de resma. Eso quizá te aleja, pero el texto en sí mismo no tiene la culpa del formato físico en el cual se termina materializando. Hay libros que aparecen autoeditados por primera vez y muchos años después, si el autor hace una buena carrera literaria terminan reeditados en multinacionales. Borges se editó un libro de poemas con plata del padre. Juan Filloy se autoeditó también. Aurora Venturini es otro caso.

Yo edité un libro de poemas "Esquina de Diamante" que es casi una edición de autor, pero no pagué toda la edición, la mayor parte lo hizo la editorial.

Y hace muchos años, en el 2010 publicamos una antología de cuentos y textos varios entre algunos amigos y compañeros del taller de Laiseca. "Timbre 2" era una antología de pibes que estaban empezando. Esos autores y autoras hoy son Leo Oyola, Selva Almada, Juan Guinot, Julián López, Alejandra Zina, Marcelo Guerrieri y sus libros están en los estantes de todas las librerías.

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio? ¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes?

No soy prejuicioso con los libros. Primero agarro y ojeo, y hojeo (con y sin h) y trato de meterme en el texto. Ahí, una vez que empiezo a leer ya es otra cosa, puede gustarme o no, atraparme al primer párrafo o darme ganas de revolearlo y soltar puteadas al aire.

Un libro autoeditado que recomiendo es "Timbre 2", editorial PULPA, 2010.

Y si no consigo colar en alguna editorial mis novelas inéditas, dentro de un tiempo voy a recomendar mis autopublicaciones. Jajaja.

c) Fuera de las diferencias que suelen haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado? ¿Es tan importante la figura del editor?

No sé por qué se considera más "seria" una edición de una multinacional en la que usan un papel berreta para abaratar costos, y a veces hasta los textos tienen errores de tipeo, que una edición pagada por el autor en la que quizá se trabaja sobre el texto obsesivamente, se se busca un diseño, se le ponen muchas horas y dedicación casi como una artesanía. Ojo, siendo sinceros, pasa mucho al revés y como dije antes hay mucho ladri disfrazado de editor, entonces el novato termina sin saber gastando un dineral en una edición truchísima. De ahí viene el prejuicio.

La figura del editor es importantísima. Pero el editor de los de antes, de esos que quedan pocos, el editor que trabaja con el autor, que está en todos los detalles, que pregunta, que acompaña, que sugiere, que discute y hasta se pelea con el autor, en pos de sacar la mejor versión posible del texto y el objeto libro de la mejor calidad posible.

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ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: LEONEL GIACOMETTO

LEONEL GIACOMETTO

a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"? ¿Te autoeditaste alguna vez?

Cedo a la mano alzada apenas leo la intro y las dos primeras preguntas y voy como me sale, y voy hacia dónde me lleva esta cuestión. Hay dos palabras que desde hace años a mí me dan vueltas en la cabeza, pero no como algo que no puedo dejar de hacerlo y/o o sacármelo del derrotero mental, sino más bien cuando aparecen, por ahí, esas dos palabras: una es “autoficción”, muy de ser teatral deconstruido por la literatura tardíamente; la otra es “autoedición”. Y no, más allá de los enormes deseos como nubes que uno siempre mamó desde, a veces, antes de escribir, o saber hacerlo; los avatares de los formatos de mi escritura, a dramaturgia, los relatos por ahí, los concursos ganados con ediciones de cultural oficiales, me llevaron a, de algún modo, calmar ese grito que sentí al darme cuenta, pasados los 40, el caos de mi escritura editada. 

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio?

Sí.

¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes?

El desierto y su semilla, de Jorge Barón Biza (Córdoba, 22 de mayo de 1942-Córdoba, 9 de septiembre de 2001), de 1998, cuya primera (auto) edición pagó de su bolsillo y salió a través de la Editorial Simurg de Buenos Aires.

c) Fuera de las diferencias que suelen haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado? ¿Es tan importante la figura del editor?

Yo no puedo responder a esa pregunta sin dejar de correr al editor, o, más bien, poniendo en ese rol a una persona que también podría ser, con fondos o sin fondos, un psicótico a la caza de un soñador, quien puede que encuentre su realización en alguien que, con una editorial con fondos, te asegure el rumbo y el destino de lo venidero tuyo en cuanto a tu escritura. Yo nunca sé qué quiero escribir. Yo nunca, ahora, desde la dramaturgia, asegurar que no me genera una inquietante latencia saber que, por ejemplo, tengo un a obra editada tres veces en papel y las tres veces no son, literalmente, la misma partitura textual. Aunque las tres son la misma obra. Esto es un tema, sobre todo para el que viene de la escritura y se mete en el teatro. Eso me pasó. Y descubrí cuán difícil es escribir porque descubrí cuán difícil es actuar. Y, ya que estamos, antes de cerrar, en el teatro, con este tema de la seriedad o no de una edición paga, no tanto esto último, sino, me di cuenta, sobre toda la mampostería teatral, sostenida en el cuerpo humano, hay una especie de seguridad, que siempre funciona con doble filo, en el hecho del papel donde está la obra dónde escrita que subyuga y a veces condiciona toda la actuación en general. Ahí, dónde lo primero que uno pone en jaque es, no el disvalor de la palabra, escrita o no, sino el poder del lenguaje. 

http://www.alternativateatral.com/persona13482-leonel-giacometto

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ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: MARINA ARIAS

MARINA ARIAS

a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"? ¿Te autoeditaste alguna vez?

En principio me gustaría diferenciar entre la tarea que hace un editor o editora (proponer mejoras de un texto antes de su publicación) del término "editar" como sinónimo de financiar y poner un libro en el mercado. Supongo que “autoedición” se refiere a que el libro haya sido publicado (costeado económicamente) por el autor o autora. Ahí también habría que diferenciar entre pagarle a una editorial para salir con su sello, y una edición más artesanal en la que el autor o autora directamente le encarga los ejemplares a una imprenta. Hay una tercera posibilidad de entender lo de la “autoedición” como los casos de miembros de editoriales chicas o independientes que incluyen libros de su autoría en su propio catálogo.

De lo que estoy segura es que la “autoedición” estrictamente no existe: seguro siempre alguien aportó con la mirada y la lectura antes de que un libro saliera a la cancha. Me parece que la mirada de otro u otra, incluso aunque no esté haciendo un trabajo "profesional" de editor es fundamental antes de sacar un libro.

En mi caso, nunca publiqué un libro por las mías. Y siempre tuve la generosa mirada de un editor o editora que enriqueció tanto mis novelas como mis libros de cuentos. Incluso ahora que van a volver a salir las cuatro novelas de la saga de Mariana y Christian (Neoprene, Mochila, Bondi y Fioruchi) Florencia Di Paolo, la editora de Ediciones Tutuca las está releyendo para ayudarme a tomar algunas decisiones como: ¿respetamos las marcas de época, los precios de la década del 90 que se mencionan en el caso de Neoprene, por ejemplo, o buscamos una manera de nombrar al dinero que resulte más universal?

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio? ¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes?

No tengo ningún prejuicio, es más, me pasa a la inversa: si la editorial es muy comercial lo abro con más desconfianza. Hay que desmarcarse del campo y de las modas, aunque claro que no es fácil. Pero, sin ir más lejos, por ejemplo tenés el caso de Hebe Uhart que durante años publicó a través de ediciones de autor. Y eran unas joyas totales. También está todo el tema de los libros de poesía a los que les cuenta aún más que a los de cuentos o novela conseguir editorial que los publique. No hay que olvidarse que Borges pagó la primera edición de 300 ejemplares de Fervor de Buenos Aires en 1923. Y viniendo mucho más acá, La enfermedad de las niñas de Celeste Dieguez, por ejemplo, un libro hermoso, tengo entendido que salió por primera vez en una edición artesanal y después fue reeditado por una editorial. O El cuadrado en la pluma de Lucas Rozenmacher, que también es genial, salió por una edición de autor. Creo que este autor ahora está por sacar, también por las suyas, En tránsito, un libro que mixtura poemas, dibujos y poesía expandida en música y lecturas. Pero siempre hay una mirada de otras y otros que suman y colaboran en la edición.

c) Fuera de las diferencias que suelen haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado? ¿Es tan importante la figura del editor?

Hay algo de esperar y recibir la supuesta legitimación que implica que te publique una editorial grande o prestigiosa. Es una manera de organizar y jerarquizar el campo literario, ojalá tuviéramos otra para no perdernos la obra de grandes escritorxs que quizás pasan desapercibidos por no haber recibido ese toque de la varita mágica que en algunos casos tiene más que ver con relaciones sociales que con cuestiones de calidad literaria. Por otra parte, la figura de un editor (entendido como alguien que lea el libro y sugiera mejoras, más allá de las cuestiones económicas y de títulos profesionales) me parece imprescindible en el camino de la publicación.

ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: CECILIA FERREIROA

CECILIA FERREIROA


a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"?

Lo verdaderamente importante, y difícil, es escribir un libro. Lleva mucho tiempo y esfuerzo, y compromete por completo al que lo escribe. Esa es la tarea que vale, el acto de transformación y de potencia. Luego viene el deseo de hacerlo público y que circule, entonces la autoedición es una posibilidad de hacerlo si las otras posibilidades no funcionan o si no se quiere pasar por todo ese proceso de búsqueda de editorial, que puede ser arduo. No conseguir que una editorial edite el material, no necesariamente se debe a que es malo. Son muchas las razones por las que un libro no consigue ser aceptado en una editorial, muchas se refieren al criterio estético o comercial del editor, las agendas, y otras al libro en sí mismo. La autoedición puede servir para seguir adelante y no quedarse atascado en el rechazo. Destraba, permite seguir escribiendo, disfrutando de la escritura. Que la escritura sea algo vital es en definitiva lo que nos hace escritoras y escritores, no la editorial en la que circunstancialmente se publica el producto de nuestro trabajo (que tiene mucho de juego también, pero que lleva esfuerzo y tiempo).

¿Te autoeditaste alguna vez?

Por el momento no. Pero lo veo como una opción posible. En principio me interesa la autoedición también como cierta búsqueda de una edición más artesanal o de libro objeto. Mi problema es que me produce cierto pudor autopromocionarme. Y quizás lo podría hacer si el libro como objeto me pareciera bello.

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio?

No lo hice las pocas veces que llegó.

¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes?

Recuerdo libros autoeditados de escritores que han editado libros de la manera convencional, como Indicaciones para otra mudanza de Laureana Buki Cardelino, Mecon de Mara Pedrazzoli, Mr. Majestyk de Leo Oyola y El pasaje de Hernán Lucas. Y todos me han gustado mucho y me han parecido trabajos muy interesantes y valiosos. Ediciones con un diseño especial, que los vuelve un objeto único, novedoso. Y confieso que me gustó también que fueran autoediciones, me gustó como un cierto gesto de libertad y de amor. No hay una sola opción en el mundo de la publicación de libros, y es bueno tenerlo en cuenta.

c) Fuera de las diferencias que suelen haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado?

Algunas editoriales, que tienen cierto nombre y circulación, hacen pagar al autor por la publicación de su libro. Eso no es algo que se diga públicamente, quizás justamente por ese prejuicio, pero sucede con editoriales conocidas. Con lo que el pagar por la edición no es exclusivo de la autoedición. Proust, al que Gide le rechazó el primer tomo de En busca del tiempo perdido, pagó por la edición que hizo en una editorial chica. Es difícil escapar de las valoraciones de la cultura, de sus lugares comunes, pero sería bueno tratar de mirarlos críticamente; y acercarnos a los libros sin tantas etiquetas o valoraciones. En definitiva, lo que importa es la experiencia de lectura que tengamos con ese libro, y nuestro propio criterio –que espero sea algo en transformación y construcción, que se sacuda por la misma experiencia de lectura–.

¿Es tan importante la figura del editor?

Yo creo que es importante el lector del material. Un editor con suerte es un buen lector, alguien que se va a poner a leer detenidamente el texto. Me parece importante que un texto tenga algunos, más de uno, lectores atentos y refinados, que puedan dar su opinión y sus críticas del material. No siempre se trata del editor. En mi caso, mi sensación fue que esas lecturas siempre ayudaron a que el texto mejore, a pensar cosas que no había pensado. Y en mi experiencia, el trabajo con el editor o la editora de mis libros fue muy buena. En el caso de mi último libro, la editora, como lectora atenta y refinada del material, comentó aspectos que ayudaron a mejorar algunas cosas que debían ser mejoradas.

Me parece que ahora hay otras maneras de hacer público un escrito que no pasan por el libro, como las plataformas sonoras, y que no tienen la figura del editor. Curiosamente, en esas formas de circulación de los propios escritos no aparece esta sospecha. ¿Entonces no será que la sospecha se funda en la manera en la que circula la figura misma del editor? Como un criterio, incuestionable y deificado, que valida el texto. Pero hay que humanizar, en términos políticos estéticos y económicos, al editor. Es un lector, a veces más interesante y refinado a veces menos, con el que es posible disentir. El problema es el poder de rechazo que tiene. Y ante eso, la respuesta es obstinarse hacia adelante, buscar otros caminos, intentarlo por otro lado: autoedición, otras editoriales, otros formatos.


ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: VALENTINA VIDAL

VALENTINA VIDAL

a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"? ¿Te autoeditaste alguna vez?

Hay autores que deciden encargarse de todo y combinar directamente con una imprenta. En estos casos cada uno se auto corrige y es a mi entender, la más riesgosa de las opciones ya que las miradas de la corrección y edición son muy importantes. Los autores estamos demasiado inmersos en nuestro texto como para prescindir de ese trabajo. Hay cosas que dejamos de ver, que se nos escapan y sólo alguien que recibe el texto con los ojos frescos, sin los vicios ni la encarnizada relación que se tiene con la obra, pueden ver y corregir. Podemos decir que Virginia Woolf armó una editorial donde publicó muchas de sus obras y que sobran los ejemplos, pero las excepciones no son la regla.

Es cierto es que muchas veces autoeditarse es el puntapié para iniciar este camino hermoso que es la literatura, pero hay que saber que nos vamos a tener que encargar en soledad de algunas cosas. Tuve una experiencia con una antología de cuentos que surgía de un taller literario. Nos ocupamos de la corrección, del diseño de tapa y de la distribución. Fue una gran sorpresa para mí en ese momento, entender que algunas librerías para vender tus libros no tratan directamente con el autor, sino con la editorial. Con el tiempo los ejemplares terminaron juntándose en una caja o siendo regalados a amigos y familiares. También me di cuenta que el texto que yo había escrito necesitaba maduración, tiempo de corrección. Si hubiera tenido paciencia, hoy estaría más conforme con esa publicación.

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio? ¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes?

Cuando un libro autoeditado llega a mis manos, puedo tener el mismo prejuicio que con cualquier otro libro, que en la mayoría de los casos es cero. Es en el contenido del texto donde se ve la literatura, donde se corre el estigma de la autoedición. Pero como con todas las cosas, hay contradicciones. Hoy en día pienso que no está bueno pagar para publicar, ya que se invirtió tiempo y dinero en clases, talleres o clínicas para terminar esa obra y aquí es donde llegamos a la figura del editor, que es de suma importancia para nuestros textos, porque ellos cuentan con la frescura y capacidad para ver el verdadero potencial de una obra y es donde podemos depositar la confianza a la hora de salir y ser leídos.

c) Fuera de las diferencias que suelen haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado? ¿Es tan importante la figura del editor?

Pienso que se considera más seria una publicación en la que el autor no paga por el hecho de que la obra fue elegida entre pilas de manuscritos y porque hay un montón de personas y oficios detrás del libro que se termina viendo en la mesa de novedades de una librería. Correctores, diseñadores, editores, distribuidores, son todos los actores que se combinan para que el texto llegue a las manos de los lectores con el mayor esfuerzo de parte de todos. Mirar los catálogos de las editoriales, ver cual tiene que ver con nuestro texto, preguntar si reciben manuscritos, no frustrarse con los tiempos ni con las negativas también es parte del camino del escritor.

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ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: JORGE HARDMEIER

JORGE HARDMEIER

a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"? ¿Te autoeditaste alguna vez?

Creo que la autoedición es un motor en el marco de la literatura. Lo mismo ocurre en el aspecto musical. La mayoría de los grupos y/o solistas que publican su primer disco es solventado por ellos/ ellas mismos/as. Hay que dejar de un lado la hipocresía: la mayoría de los escritores y escritoras, salvo que obtengan un subsidio, autoeditan sus primeros libros. Y hay ejemplos eméritos: Jorge Luis Borges - por nombrar a ciertos autores - costeó sus primeras ediciones. El Fiord de Osvaldo Lamborghini, fue solventado por el mismo o, a lo sumo, por cierto grupo de amigos. Eran trescientos ejemplares con prólogo de Germán García y la editorial era Chinatown, una editorial fantasma. Los ejemplos son muchos: Gamerro cuya primera edición de Las Islas fue publicada por Simurg y entiendo que financiada por el mismo, Vanasco, en la década del cincuenta publicando por otra editorial fantasma Sin embargo Juan Vivia, a su costo, libro rescatado por Noé Jitrik dos décadas después. Los ejemplos son legión. Yo, personalmente, autopubliqué mis dos primeros libros, ambos de cuentos. Sumo una anécdota: ya cuando más o menos tenia cierto posicionamiento en el ámbito literario, del que descreo, hablé con una editora para publicar un libro sobre Di Benedetto. Desde su hermoso sillón y hablando de estos temas me dijo: ¿Hay gente que se autopublica, en serio? 

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio? ¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes? 

No descreo para nada los libros autoeditados. Tengo, llegado el caso, prejuicio con libros publicados por ciertas editoriales. De los últimos libros autoeditados y que son un ejemplo de búsqueda de que cierta literatura o poética alcance a una cantidad imprecisa de lectores, claramente, los de la poeta María Belén Aguirre y los de Andrés Kischner.

c) Fuera de las diferencias que suelen haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado? ¿Es tan importante la figura del editor?

Creo que la figura del editor, dejando de lado temas económicos, debe ser el cuidado del libro, de la obra. 
Creo que no es más seria una publicación por contraponer estos dos parámetros. Otra vez la música como ejemplo: hay música indie que es mala, a mi entender, y otra que es buenísima, del mismo modo que hay música editada por sellos del mercado que es muy buena y otra horrible. Yo creo que la figura del editor es importante en cuanto cuide y le interese el libro del autor o autora, que dedique su tiempo o labor a mejorarlo por cierta avidez de calidad literaria. Lo que si estoy convencido es que un libro no es de mejor calidad por no ser autoeditado.

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ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: GUSTAVO NIELSEN

GUSTAVO NIELSEN

a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"? ¿Te autoeditaste alguna vez?

No le veo nada malo a las ediciones de autor, pero nunca me autoedité. Empecé a publicar a los 32 años, bastante tarde para la pretensión actual de publicación. Nunca me pareció importante el tema de sacar un libro, aunque me guste ver mis libros ordenados en la biblioteca. Y publiqué en grandes editoriales como Alfaguara y Planeta, y en editoriales independientes como Interzona u Obloshka.

No me considero un buen crítico de mi obra escrita, por eso suelo enviar mis originales a concursos, para que otros decidan. Mientras espero, sigo corrigiendo. Creo que para autoeditarse hay que tener bastante autoestima, mucha más de la que yo tengo cuando dibujo por el placer de dibujar, o escribo porque me gusta.

El tema de la edición está sobredimensionado.

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio? 

Varias veces fui jurado del Premio Municipal de Literatura, al que llegan cantidad de libros autoeditados. La mayoría corresponde a este modo de publicación. Muchos de ellos son ilegibles, pero también llegan algunos de editoriales prestigiosas que tampoco se dejan leer. Algunos premios y menciones que dimos el último año fueron para libros de autoedición de editoriales pequeñas. No suele ser la norma, pero publicar en una editorial pequeña subvencionando parte o la totalidad del pago no es necesariamente una mala garantía. Ni salir en una editorial de renombre da tampoco muestras de un gran nivel literario. Publicar un libro es una especie de milagro que casi nadie tiene voluntad de esperar a que ocurra espontáneamente, o porque te llaman. Ni les cuento en un país como el nuestro, con picos de inflación, faltas de papel y crisis cíclicas. ¡Dificilísimo! A veces la ansiedad puede derrotar a la espera. Nunca me pasó, pero es entendible.

¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes?

Podría, pero no lo voy a hacer. Lo que importa es que el libro sea bueno, no la guita que salió o quién lo pagó. Los efectos de compraventa no deberían tener injerencia literaria. Son infidencias, detalles de los que un jurado o un amigo de un escritor puede enterarse, siempre olvidables si el libro es interesante.

c) Fuera de las diferencias que suelen haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado?

La respuesta es sencilla de contestar: es más seria porque al menos le gustó a alguien que no es ni tu mamá, ni tu novia, ni tu amigo. Hubo un lector calificado que la seleccionó, a veces varios. Si es elegida en un concurso, la publicación será aún más seria: el manuscrito habrá pasado por un jurado de preselección y tal vez un jurado de honor, de colegas escritores.

Cuantos más especialistas acepten tu manuscrito, tendrás menos responsabilidad sobre el objeto que pusiste en las vidrieras, y menos malestar de conciencia por el árbol o los árboles que hubo que tirar abajo para publicarte.

¿Es tan importante la figura del editor? 

Digamos que solamente cuando logra trabajar de editor. Hay cantidad de casos de selección de libros por amiguismo, negociaciones de agentes, modas y acomodos varios. El pacto de edición muchas veces depende de condiciones que son frágiles, vanas, ajenas a los textos.

El editor más profesional que conocí fue al uruguayo Fernando Esteves, de Alfaguara.

Lo importante de nuestro oficio de escritores es hacerlo cada día mejor, con más ganas e ideas. Y corregir, corregir, corregir. La felicidad está ahí. Lo demás es ego, mercado, relaciones públicas: un plomo remachado.

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ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: PATRICIA SUÁREZ

PATRICIA SUÁREZ

a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"? ¿Te autoeditaste alguna vez?

A ver. Me autoedité en Amazon, pero fue un poco frustrante, y me pagué ediciones de libros a través de becas o estímulos a la edición. Nunca puse plata directamente, pero no dudaría en hacerlo si creo en mi libro y nadie lo quiere editar. Creo que la edición de autor tiene estúpidamente mala prensa. Para un escritor principiante, lo ideal es que te edite una gran editorial así visibiliza tu nombre. También es cierto que en una gran editorial tenés que hacer muchas concesiones, de estilo, por ejemplo. Respecto de las editoriales independientes, las pequeñas sobre todo, pueden ser muy prestigiosas, pero son escasas las que duran más de cinco años.  A veces ni siquiera se venció el contrato que firmaste y la editorial ya no existe más. Por lo cual, el problema del autor no es editarse a sí mismo, sino 1) tener la plata para editarse, 2) tener alguna estrategia de distribución del libro.

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio? ¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes? 

Al contrario, me llaman más la atención y me dan ganas de leer. Hay que tener coraje para sacar un libro, invertir plata en él, poner lo que tenés adentro. 

Leo bastantes libros autoeditados en Google play o en Amazon. recomiendo fervorosamente las novelas románticas de época, de MARÍA BORDER.

c) Fuera de las diferencias que suelen haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado? ¿Es tan importante la figura del editor? 

Creo que hay toda una movida para que la figura del editor pese cada vez más. Ahora es común que te pongan un editor literario y sin el ok del editor, el libro no sale. Hace 20 años era, por lo menos, raro. Hace 50 era mala palabra. Por eso creo que una edición de autor, con un libro lindo como objeto, bien hecho, y bien escrito, tiene tanto o más peso que el sacado por una editorial.

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ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: SUSANA IBAÑEZ

SUSANA IBAÑEZ

a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"? ¿Te autoeditaste alguna vez?

Para hablar de edición de autor tal vez haya que distinguir entre tipos de autores y tipos de ediciones. El primer autor en el que solemos pensar es el emergente que para publicar su primer libro recurre a una imprenta porque no sabe cómo acercarse a una editorial, o porque teme que lo rechacen, o porque ya lo han rechazado. Acaso espera que a partir de esa primera publicación alguna editorial se interese por republicar el libro o le solicite material. Autores que lograron ubicarse en el centro del canon han comenzado de esa manera y nunca renegaron de esa primera decisión. Es sabido que Borges pagó por la publicación de Fervor de Buenos Aires. Y algo de razón tienen quienes deciden empezar así: una editorial tradicional apuesta por un autor que va a vender libros, y solo sabemos si alguien va a vender libros si ya los ha vendido antes. Y a muchos les ha ido muy bien tras un primer libro autopublicado: entre los contemporáneos, Atwood también pagó la publicación de su primer libro, y a partir de eso obtuvo excelentes contratos.

También está el autor que, aun con varios libros en su haber, prefiere autopublicarse porque le interesa retener el control de los costos y de la estética del libro, y distribuirlo justo donde sabe que tiene lectores. Esta puede ser una decisión acertada para quien puede cubrir su zona de venta con presentaciones. Es más: a escritores ya consagrados, autopublicarse puede redituarles mucho más dinero que publicar en una editorial. Sabiendo esto, muchos autores que buscan retener el control de derechos, estética y distribución han fundado editoriales para publicar sus textos, publicar a autores cercanos y obtener un ingreso que les permita dedicarse a la escritura. Aplaudo a quienes dan este paso, porque aportan al sistema editorial y descubren nuevos escritores. Eso sí: creo que quien decide hacerse editor tiene que formarse como tal y tener claros su objetivo y su estándar de calidad.

En cuanto a tipos de edición, existe un mercado digital enorme donde la autoedición es prácticamente la regla: escritores jóvenes o emergentes, sobre todo los que frecuentan géneros de gran difusión, pueden publicar sus libros en plataformas a las que acceden lectores fieles a esos géneros y lograr de esa manera que sus textos, que se leen por un precio mínimo, circulen más allá de los límites que imponen la distribución tradicional. A estos lectores no les interesa que no haya una editorial detrás de lo que leen; solo buscan que la historia sea entretenida. Esta opción puede no funcionar para autores que apuntan a un lector de más edad o que producen una literatura que requiere una lectura atenta. 

Y está la autopublicación encubierta, la que se hace en editoriales que, a cambio de su sello, de la promesa de una distribución que muchas veces no se hace o de promociones y reseñas que suelen sonar todas igual, les cobran a los autores cifras altísimas. Estas empresas publican prácticamente todo lo que les llega, no corrigen los textos y juegan con las aspiraciones de autores desinformados que llegan a firmar contratos que los obligan a seguir pagando, por ejemplo, si no se logra un mínimo de ventas. De todas las formas que nombré, esta es la única que condeno. No me he autoeditado en formato libro, pero si consideramos autopublicación también lo que producimos para blogs y redes sociales, o lo que ingresa a antologías digitales cooperativas, ¿quién no lo ha hecho? 

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio? ¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes?

No, no tengo prejuicio. Lo que me lleva a abrir un libro es la curiosidad. Me quedo en el libro si me gusta cómo está escrito. Lo que sí pasa es que se llega al libro autoeditado por otro camino, por el conocimiento previo que tenemos de los autores y de su trabajo, mientras que cuando entro a una librería busco casi por instinto las editoriales que sé que publican lo que me gusta leer –y además los libros autopublicados no suelen estar bien exhibidos en las librerías–. Seamos sinceros: ¿alguien entra a la librería del barrio a preguntar cuál es el último libro de edición de autor que les ha ingresado? Pido el autoeditado si conozco al autor, pero me detengo en los anaqueles de las editoriales que me gustan. Y en mi ciudad, en el sector de autores locales. 

Hay libros autoeditados que hacen aportes significativos, sobre todo dentro del género del testimonio. Acá tengo que nombrar a dos mujeres locales que buscan cambiar las cosas: Elena Moncada, con sus libros autopublicados en contra de la explotación sexual, Yo elijo contar mi historia y Después, la libertad, y Nadia Burkett Simonutti, que lucha contra el abuso infantil, con su libro 27. Cuando me volví planta, que publicó en Xlibris. Al primer libro de Elena llegué por las notas que le hicieron en los medios; al de Nadia lo vi en el sector de autores locales de la librería que frecuento. 

c) Fuera de las diferencias que suele haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado? ¿Es tan importante la figura del editor?

Se suele pensar que un libro que se publica en una editorial de ese tipo ha pasado un número de pruebas de calidad: una selección de entre muchos otros textos, una evaluación positiva en términos de perspectiva de venta, la corrección del texto. Además, la inclusión de un libro en un catálogo de prestigio ya le eleva el valor. Hay una zona de grises, la de las editoriales más chicas. Muchas tienen prestigio por su catálogo, pero les cobran a los autores nuevos o menos conocidos. ¿Y cómo sabemos qué convenio han firmado con tal o cual autor? No sé qué es más importante al momento de elegir un libro a ciegas, si la figura del editor o la imagen de la editorial.

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ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: VALERIA IGLESIAS

VALERIA IGLESIAS 

a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"? ¿Te autoeditaste alguna vez?

En general pienso que todo es válido y que quien quiera autoeditarse y autopublicarse (dos instancias que no necesariamente se dan juntas) tiene todo el derecho a hacerlo. Como todo, puede salir bien o mal. Porque también hay libros no autoeditados que son malos. En síntesis: cómo y quién edita un libro no es garantía de calidad y que cada quién haga su deseo. .

Sí, me autoedité mi primer libro de poemas. Aprendí mucho de ese proyecto. Aprendí a seleccionar, ordenar y pensar en lo estético de un objeto libro. Eso con respecto a editar. Con respecto a publicar (imprimirlo y tener el objeto), aprendí que un libro no es tan libro si no llega a los lectores y la autopublicación muchas veces adolece de distribución, y eso es algo que me di cuenta cuando ya existían los libros impresos.

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio? ¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes? 

Si es un libro de papel y el autor/la autora no tiene resuelta la distribución, mi único prejuicio es pensar para mis adentros "¿hacía falta gastar tanto dinero?" Como editora y parte de un proyecto editorial soy ahora muy consciente de lo importantes que son los lectores para que el libro termine de ser completamente un libro. Y para que haya lectores se necesitan difusión y distribución. 

c) Fuera de las diferencias que suelen haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado? ¿Es tan importante la figura del editor?

No pienso que una edición de autor es más o menos seria. Sí pienso que el sistema no funciona bien cuando un autor (o un músico) debe pagar por publicar su obra. Me parecen sumamente injustos los circuitos comerciales que se generan en los que todos ganan (imprenta, editorial, distribuidora, agencia de prensa, etc), menos el artista que es quien generó el objeto que da lugar a esas ganancias. 

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ENCUESTA SOBRE EDICIÓN: ESTHER CROSS

ESTHER CROSS

a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"? ¿Te autoeditaste alguna vez?

La primera vez que oí a un escritor hablar de autoedición fue cuando Borges fue al taller de Grillo della Paolera y  contó que su primer libro fue una edición de autor, de pocos ejemplares, que repartió entre amigos. Lo contó con naturalidad, como un momento de un largo camino,  y así me quedó grabado. Esta es mi opinión.

No autoedité ninguno de mis libros. Pero edité durante un tiempo una revista con amigos, donde además de publicar escritores que queríamos leer,  publicábamos nuestros cuentos o poesías mientras nos poníamos a prueba mandando textos a concursos. Era una forma  de autoedición por entregas.

b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio? ¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes?

No lo abordo con prejuicios ni con contemplaciones. 

Puedo recomendar Al faro, de Virginia Woolf, publicado por la Hogarth Press, su propia editorial.  Recomiendo ese libro porque a veces la autoedición es una manera de plantarse ante una situación negativa.  Para abreviar, cito a la British Library, que  entre las razones por las que Virginia Woolf y su marido fundaron la Hogarth Press destaca dos. Por un lado, “querían publicar breves libros de mérito  que sin embargo no tenían valor comercial” y por el otro,  “Virginia era hipersensible a la crítica y el proceso de someter una obra a la consideración  de la editorial para que la aprobaran la aterraba.  Tener su propia editorial les daba libertad para publicar lo que querían”.

c) Fuera de las diferencias que suelen haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado? ¿Es tan importante la figura del editor?

Alguien escribe un libro y decide publicarlo.  Cuando el lector ve que  lo publican, imagina que a ese libro lo leyeron y valoraron una serie de personas dedicadas, especialmente el editor. En el mejor de los casos, lo toma como una especie de recomendación de alguien que ya viene siguiendo hace tiempo como detector de buenos libros en la marea inmensa de libros que se escriben.  Después se verá si esa recomendación era acertada o no.  Creo que lo pasa es eso.

La figura del editor es importante, sí.  Y con razón. Hay colecciones y catálogos que se sostienen durante años gracias a  un editor, que es un gran lector, haciendo malabares y un trabajo sutil y atento, a veces con muchas dificultades. Algunos editores son una garantía. Cuando pienso en la figura del editor, pienso en ellos. En las editoriales que publican ediciones de autor, o en algunas al menos,  la figura del editor también termina siendo importante después de unos años.

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