ENTREVISTA A MONIKA ZGUSTOVA, por Juan José Burzi

ENTREVISTA A MONIKA ZGUSTOVA
por Juan José Burzi 

Monika Zgustova nació en Praga y allí transcurrió su infancia y adolescencia, hasta que a los 16 años se trasladó a Estados Unidos con su familia. Con los años residió en Nueva York, París y Barcelona, lugar donde se nacionalizó y decidió vivir.  Reconocida traductora y escritora, ha sido durante mucho tiempo un importante componente para dar a conocer la obra de Bohumil Hrabal, a quien tradujo (al español) y sobre quien escribió la biografía más completa que se pueda conseguir, Los frutos amargos del jardín de las delicias. Por otro lado, en sus ficciones trabaja constantemente los efectos del exilio en las personas, así como la situación del individuo frente al totalitarismo.

En esta entrevista, las temáticas serán dos de sus novelas,  recientemente editadas en la argentina (Nos veíamos mejor en la oscuridad y Un revólver para salir de noche) y su relación con la obra de Bohumil Hrabal.

 

NOS VEÍAMOS MEJOR EN LA OSCURIDAD

Es inevitable iniciar la charla sin hacer mención a la situación de exilio que padecen los protagonistas del libro y lo que sucedió en la vida real con usted y su familia. ¿Cuánto hay de experiencia propia en la novela? ¿Es el exilio el tema alrededor del cual giran sus ficciones?

Justamente en esta novela intenté indagar en la relación entre mi familia. En esencia, la madre y  el padre de la novela son similares a como fueron los míos en la realidad.

Con el agregado del exilio.

Claro, intenté ver cómo se desarrollan los lazos familiares en el exilio, y también cuando las familias están separadas. Como en todas las relaciones en el exilio, en una separación la situación se vuelve más difíciles.

¿Se acentúan las cosas buenas y malas?

Exacto, sucede eso, y entonces nos damos cuenta de qué relaciones se diluyen hasta perderse y qué relaciones se tensan. Son lazos que se definen mejor a la distancia. El título, Nos veíamos mejor en la oscuridad, se refiere a que muchas veces usamos las palabras que creemos adecuadas y somos más pensantes a la luz del día. En cambio, en la oscuridad, y a base de caricias, las personas pueden entenderse y verse mejor. Atender a nuestras necesidades mutuas. Y volviendo al exilio, para quien lo ha vivido, es algo que no se olvida nunca.

¿Y cómo se afronta una situación de exilio?

Están quienes encuentran que desarrollan su vida como si fuera su país en miniatura, entre personas con vivencias similares, como en los ghettos cubanos o en los barrios chinos. Es una clase de refugio. Están los que se refugian en su interior, en un exilio interno. Y hay otros que diluyen su antigua experiencia en el país que los acoge, y allí se entregan a la nueva cultura, olvidándose, hasta cierto punto, de sí mismos. Este último caso fue el mío y el de mi familia. Un poco lo que te sucede se puede llamar “la insoportable levedad del ser”, porque estás como un poco diluido y flotando por los aires, y ya no perteneces a ningún país porque ya no tienes raíces. Y esto ha llegado a culminar en una nueva identidad.

¿Y se encuentra cómoda con esta situación de levedad?

Sí, he llegado a sentirme cómoda. Y no encuentro que realmente me falte ninguna raíz. Kundera dice que su editorial representa sus raíces, que es Gallimard; pues para mí también, mi editorial es Galaxia Gutenberg y allí tengo mis raíces. Y también tengo mis raíces donde tengo mi pequeña maleta con unas pocas cosas, en el momento y lugar que sea.


¿Y cuando escribe, en qué idioma piensa?

En checho, pero también hay otras veces en que puedo pensar en español y en esos casos escribo los libros en español. Eso se da básicamente cuando escribo ensayo o prosa periodística.

¿Y estos dos libros?

Estos dos libros los escribí en checo y los traduje yo misma al español.

El tema de la herencia es muy fuerte en Nos veíamos mejor en la oscuridad, con esa madre tan demandante y, en cierta forma, terrible.

Podría añadir algo que se ve en esta novela con claridad, sobre todo al final, y es que realmente somos hijos de nuestras experiencias de la infancia. Esta madre tuvo muy malas experiencias de niña y las transmite a las generaciones posteriores. Y hay que ser muy fuerte para no dejarse arrastrar por eso.

Los lazos de familia.

Exacto. Allí puede haber muchísima herencia buena y también nefasta. Entonces tenemos que hacer el trabajo de saber distinguir qué es lo que nos interesa y qué es lo que no, e intentar alejarnos de lo que nos parece venenoso. En cierta forma esta es una novela sobre eso. Como bien lo hablamos antes, es una novela sobre el exilio y sobre cómo los lazos de familia quedan aún más pronunciados.

UN REVÓLVER PARA SALIR DE NOCHE

Creo que se puede trazar un puente entre las mujeres protagonistas de Nos veíamos mejor en la oscuridad y Un revólver para salir de noche, que trata de la vida de Nabokov y su mujer Véra. Veo un rasgo en común en las dos: eran mujeres que, cada una a su manera, manejaban y digitaban lo que hacían sus maridos.

Sí. Anna era una mujer fuerte, manipuladora y muy controladora. Véra Nabokov lo era también, pero en menor medida, ya que sólo a veces buscaba controlar y a veces lo hacía a su pesar.

Al leer su libro flota la idea de que Nabokov era un mujeriego sometido por su mujer. Alguien a quien ante esta situación le queda el mundo de la literatura y las mariposas. La lectura de Un revólver para salir de noche deja el interrogante de que sin Vera él no hubiera sido el gran autor, o por lo menos no hubiera sido el autor que conocemos hoy.

Claro, claro, es así. Porque además de ser mujeriego, también tenía una actitud lúdica ante la vida.  Por ejemplo, le gustaba jugar al tenis y como en un principio no sabía cómo ganarse la vida, se la ganaba enseñando tenis. Y cuando era joven, bueno, de vez en cuando escribía. Le apetecía mucho escribir y en un verano escribió un cuento. Y cuando Véra lo leyó, se dio cuenta que a este hombre tenía que tomarlo con mano férrea y llevarlo por el buen camino. Porque alguien que escribe un solo cuento, por genial que sea, no llegará nunca a nada. Y además, ella sostenía que debería escribir novelas, que vendían más. Y así fue.

Es llamativo cómo le hace caso.

Sí, le hacía caso. Ella era una especie de agente literaria, de consultora y mánager y además su primera lectora. Era la primera que le pasaba sus textos a máquina. Y al final, él ya no pudo prescindir de ella. O sea que de tener una personalidad tan lúdica y libre, Nabokov se convirtió en alguien que necesitaba a su mujer para todo lo que hacía.

Y hasta tuvo que elegir entre dos mujeres.

Sí, en un momento tuvo que decidirse entre un gran amor, una pasión que tenía, que era Irina, y Véra, esta mujer que lo guiaba en la literatura y que además era la madre de su hijo, lo que también pesaba muchísimo. Tuvo que decidir entre lo conocido y lo desconocido. Y bueno, se decidió.

Fue una decisión conservadora.

Totalmente.

A veces se lo piensa a Nabokov como una persona más fría, más distante. Me parece que aquí hay un perfil de un hombre pasional, que reprimía eso. Y además está el dato de esa situación que había tenido con el tío, de esa relación de abuso que no es tan conocida, y que abre la puerta a hacer otra lectura de Lolita, bajo otro filtro.

Es que de Lolita se ha dicho todo menos la verdad. De Lolita han habido unas lecturas de un feminismo radical que realmente están como un poco desencaminadas, por no decir absolutamente equivocadas, ¿no? Porque claro, de hecho Lolita es Nabokov. O sea, que es él el abusado. Nabokov fue la víctima. No es un hombre machista que escribe sobre una niñita de la cual abusa y que disfruta escribiendo sobre esta relación.

La lectura del autor machista y degenerado, es una lectura muy superficial de Lolita.

Claro, claro. Porque realmente el libro es, yo diría, casi el primer libro que trata de lleno el abuso de niños. Y además no es un libro sociológico o un libro escrito desde una posición ideológica, sino que es una obra de arte, una obra maestra, ¿no? Sucede que las grandes obras de arte están muy alejadas de cualquier lectura ideológica y nosotros, por el contrario, estamos muy ideologizados.

En ambos libros encontré una mirada hacia estos personajes femeninos, sin golpes bajos, pero bastante cruda.

Yo creo que he intentado retratarlos con toda su complejidad, porque son personajes muy complejos que tienen sus partes magníficas y otras que no lo son tanto, propias de alguien que lucha por sobrevivir, ¿no? Y cada uno lucha por sobrevivir a su manera. Algunos lo hacen con suavidad, y otros lo hacen a codazos.


BOHUMIL HRABAL

Leí en una entrevista que mientras escribía la biografía de Bohumil Hrabal, Los frutos amargos del jardín de las delicias, usted decidió escribir ficción. ¿Me podría explicar cómo se dio eso? ¿Cómo es que escribir la biografía de Hrabal la llevó a la ficción?

Pasé a escribir mis propios libros a base de ser traductora. O sea que la traducción me llevó a la escritura propia. Y realmente puedo decir que la escritura a base de ver, de estar traduciendo, es la mejor manera de aprender. Porque no creo mucho en los talleres de escritura. Yo he visto que se da eso de que se escribe de la misma manera, según el taller al que se asiste. Entonces, al final no hay originalidad.

O sea, su escuela fue la traducción

Mi escuela fue la traducción. Claramente fue la traducción porque allí uno aprende distintas voces que tiene que trasladar de una lengua a otra. O sea que en mi caso hay varios escritores que están circulando por mis venas, pero básicamente la voz de Hrabal es una que me ha influido muchísimo y que nunca ha dejado de circular por mi cuerpo. Por eso la traducción me llevó a la escritura, ya que el primer libro que escribí era para rendir homenaje a Hrabal. Pude escribir desde dentro de su biografía. Y le pude enseñar el libro, dado que también éramos amigos.

Eso le iba a preguntar. ¿Lo conoció en sus últimos años?

Sí, lo conocí durante los ocho, casi diez últimos años. Nos hicimos amigos. Era una amistad sui generis, porque él a veces tenía momentos donde era un poco duro con el otro, pero al mismo tiempo éramos, como siempre, muy, muy amigos. Y él, después de esos momentos difíciles, se volvía como más amigo, más íntimo que nunca. Y bueno, cuando fuimos más amigos y cuando él fue más afectuoso fue cuando vio que realmente había llegado a escribir su biografía. Antes de que se publicara lo leyó un poco en su cervecería preferida, El tigre dorado. Lo cerró y dijo: “Este soy yo”.

¿Llegó a ver el libro publicado?

Sí, en el primer idioma en que salió fue el catalán, y él tuvo la primera copia del libro cuando ya estaba en el hospital, ya que los últimos meses de su vida los pasó en el hospital. Y entonces Jiri Menzel (*1) le llevó el libro, lo cuenta en la introducción, y fue como la última alegría de su vida. Y luego, cuando fui a verlo al hospital, dos días antes de su muerte, también estuvo muy, muy cariñoso conmigo. Me tomó la mano y estuvimos sentados así un rato.

¿Piensa que fue una especie de despedida, que ya tenía pensado suicidarse? (*2)

Era una despedida. Tenía todo totalmente pensado. Luego entendí, cuando me dijeron que murió, al igual que todos los que lo conocíamos, que fue algo premeditado.

¿Y qué podría decirle a quién no ha leído a Hrabal o a quien no se acercó a su obra?

Bueno, que tiene mucha suerte de no haberlo descubierto y que realmente tendría que descubrirlo porque es un autor muy completo que hace que te diviertas y hace que descubras muchas cosas de la historia de Europa y del mundo al mismo tiempo, que te plantees nuevas preguntas sobre la existencia y sobre la vida del ser humano.

Me pareció encontrar una influencia muy centroeuropea en sus libros. ¿Qué opina al respecto?

Mi propia prosa está muy influenciada por la literatura de la Europa central, de toda esa Europa que ha vivido entre distintas tradiciones literarias. Y de todas esas tradiciones ha formado una sola, que está muy marcada por lo profundo, por el sentido del humor y también por la lucha entre el individuo y el Estado. Yo creo que esto se nota mucho en mis libros, porque siempre es la rebelión del individuo contra el Estado, contra la historia.

(*1)Jiri Menzel- director de cine Checo, ganador de un Oscar, filmó varios cuentos y libros de Bohumil Hrabal.

(*2) Bohumil Hrabal murió cayendo de una ventana del hospital donde estaba internado. Se dijo que fue un accidente, mientras alimentaba a las palomas.

Foto de Cecilia Sarthe

No hay comentarios.:

LECTORES QUE NOS VISITAN