La mayoría de los libros de Vladimir Nabokov
están dedicados a Véra, su esposa. Ella
ofició de agente literaria, secretaria, traductora, era quien le borraba los
pizarrones cuando él daba clases… en esencia, fue una asistente excepcional y
full time. Sin Vera, la obra de Vladimir Nabokov no existiría, fue ella quien
insistió y aplicó la constancia en ese joven bon vivant que ocasionalmente escribía algún relato (brillante, por
cierto) Eran inseparables, estuvieron siempre juntos, hasta la muerte de él.
Hasta aquí, estamos, en apariencia, ante una
maravillosa y ejemplar historia de amor. Sin embargo, Mónika Zgustova, la
autora de Un revólver para salir de noche,
explora en detalle y profundidad en este matrimonio tan particular, y nos
cuenta detalles de una relación no tan perfecta, con más de apariencia que de
realidad.
A medida que nos adentramos en Un revólver para salir de noche, además
de dejarnos envolver por la prosa y la forma en que la autora desarrolla el
libro, nos encontramos convertidos en espías privilegiados de la intimidad de
Nabokov y su esposa. Es entonces que podemos descubrir que mucho de ese
aparente servilismo de Vèra no es más que una forma de control, de estar cerca
de su marido y de no permitir que se entregue a una de sus debilidades: las
jóvenes bellas que caen rendidas ante su apariencia y, sobre todo, ante su
encantadora personalidad.
Sin develar demasiado de la historia, vale
adelantar que existieron amantes de Vladimir y que Vèra estuvo al tanto de esas
infidelidades.
Y aunque en más de una ocasión pareció que la
relación se podía a romper, especialmente del lado de Vladimir; la decisión de
ellos se inclinó hacia la seguridad y la conveniencia.
Otro punto a destacar es el recuerdo traumático de
infancia de Nabokov, una experiencia que no vamos a revelar en esta nota, pero
que se puede interpretar directamente ligada a su obra más famosa, Lolita. Eso habilita a otro tipo de
lectura de ese tan controvertido clásico del siglo XX.
La novela
es un escueto, justo e impecable trabajo de investigación, de oficio literario
y de invención. Es para destacar el hecho de que, al leerla, nunca cuestionamos
la presencia de la autora, porque la historia fluye de manera natural, y todo
lo que sucede y se cuenta en ella se nos antoja verosímil.
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