“Papi”: esta forma de dirigirse sonaba anticuada
y de alguna manera vergonzosa. En contraste con el universal “papá”, “Papi” expresaba
un miedo frágil e inhibido a la ternura. No es casual que esa forma de dirigirse
al padre fuera muy popular en la década de 1950 entre la generación de padres
traumatizados por la guerra. Este es también el caso de la familia de la
escritora austríaca Monika Helfer, cuya nueva novela comienza así:
"Le
decíamos Papi. Era lo que él quería. Le parecía moderno. Quiso inventar, para
nosotras y a través de nosotras, un hombre que estuviera a tono con los nuevos
tiempos”.
El padre de Monika Helfer, Josef Helfer,
pertenece a un tipo de hombre que conocemos por la literatura alemana:
veteranos de guerra taciturnos y retraídos que tienen que reprimir sus
experiencias traumáticas en el frente porque los recuerdos son demasiado
dolorosos y, a menudo, vergonzosos. No es posible que estos sobrevivientes hablen
de lo que pasaron porque esta generación nunca ha aprendido a hablar de sus sentimientos.
Sin embargo, la novela del padre de Monika Helfer no pertenece a la serie de la
típica literatura paterna alemana, que en las décadas de 1970 y 1980 casi formó
un género propio, en el que la mayoría de los hijos tratan sobre el pasado nazi
de sus padres. A diferencia de esos ejemplos, Monika Helfer no tuvo que
trabajar a través de un personaje autoritario o un fanático nostálgico de esos
tiempos. Su padre era un hombre quebrantado, profundamente traumatizado y un
extraño desde su nacimiento. Por lo tanto, la visión de la autora sobre su
padre no es políticamente acusatoria, sino tierna y escrutadora.
Monika Helfer sabe poco sobre su padre, quien
murió en la década de 1980 a la edad de 67 años. Sin embargo, él la moldeó con
su adicción casi maníaca a los libros y su conciencia crítica del lenguaje.
Mi padre es un intento de
reconstruir la historia de su vida, y la autora permite que sus lectores participen
en la búsqueda de pistas, que resultan en un montaje de recuerdos, anécdotas y
reflexiones que deja muchos espacios en blanco. El narrador en primera persona
salta constantemente de un lado a otro entre diferentes niveles de tiempo,
desde la infancia de su padre hasta su propia infancia y el presente de la
escritura.
Monika Helfer cuenta una trágica historia familiar,
pero la salpica con muchos episodios familiares llenos de humor absurdo. Al
hacerlo, logra dibujar muchos personajes impresionantes y sorprendentes en solo
unas pocas líneas. En 159 páginas, ha creado un conmovedor y complejo retrato
familiar que también es un espejo de la sociedad de la posguerra.
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