Los patios interiores
Mi yo multiplicado
A-¿Cuándo escribís? ¿Tenés algo así como una
“rutina”?
A veces escribo
de día, a veces de noche. La verdad es que no creo en las rutinas, pero ellas
son astutas y se cuelan igual. Las descubro en el hecho de no atender el
teléfono, o cuando me levanto por segunda a vez a las siete de la mañana para
continuar una trama, o cuando pongo “esa” música. Entonces me escapo, porque no
me funcionan. Siento que mientras no me alcancen, los textos tendrán la
posibilidad de estar vivos.
B- ¿Le dedicás todo el tiempo que te gustaría
a escribir?
Sí,
escribo sólo cuando lo necesito. A veces más, a veces menos. Lo que más hago es
reescribir, no soy un escritor prolífico. Entre mi primer y segundo libro hay
ocho años de distancia y estimo que, con suerte, acortaré a cuatro o cinco años
la publicación del tercero. En el medio escribí otros dos libros, pero son olvidables.
C- ¿Sobre qué tema pensás que no vas a
escribir nunca? ¿Por qué?
Nunca lo
pensé. Creo que uno escribe para comprender, hay como una intensidad que viene
y se te impone. De repente mirás hacia atrás y decís: ¿por qué escribí sobre esto?
A veces hay respuestas posibles, a veces no. No sé si uno, que no deja de ser
un instrumento de algo mayor, debe racionalizar estos asuntos.
D-¿Últimos tres libros que hayas leído y te
hubiera gustado escribir a vos?
Bueno, me
hubiese encantado escribir Hacedor de estrellas, de Olaf Stapledon. Una especie
de ciencia ficción filosófico antropológica publicada en 1937 y prologada por
Borges para Minotauro. Operación Masacre de Rodolfo Walsh es otro gran libro
que me hubiese gustado escribir, aunque me falta el coraje (y el talento). Si
es posible, incluyo como tercera opción un disco…Me gustaría escribir un libro
que tenga la fuerza, la calidad, la sangre de Mind’s eye, un disco de Vinnie
Moore de 1986. Quizás algún día lo logre.
E-¿Estás escribiendo algo nuevo ahora? ¿Qué?
Sí, estoy redondeando algunas tramas para nuevos
cuentos. En realidad, más que redondearlas, estoy esperando que ellas estallen
hacia algún lugar desconocido. El asunto es que el ego no se meta, dejar que el
tiempo, que es el gran sabedor, haga lo suyo
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