TERRITORIALIDADES (de Enrique Gallegos, Pedro Goche y Francisco Naishtat), por Sergio Fombona


TERRITORIALIDADES
de Enrique Gallegos, Pedro Goche y Francisco Naishtat
Libros invisibles, 2013
por Sergio Fombona




Según Yeats la poesía “es un acto social en soledad”, por ese motivo es muy poco común encontrarse con una obra que incluya a tres autores, conviviendo hermanados, bajo un mismo título. Pero en el caso de Territorialidades, cualquier enfoque antitético queda de lado porque justamente cada poeta toma la palabra desde su propia visión del mundo, donde sus ciudades de origen: Guadalajara, San Pedro (México) y Buenos Aires, funcionan como esencial punto de partida para concebir una voz original dentro de la propuesta colectiva.
Para Enrique G. Gallegos, quien abre el libro, la territorialidad pasa por la condición humana, donde subyacen mediocridad y conformismo emparentados a vileza y resentimiento. La suya es una poética que refleja cruda y sobriamente la vida cotidiana, desarrollando esa imagen ordinaria del hombre común como su principal enemigo. Vale señalar que en estos poemas, tan luminosos como desesperanzadores, encontramos un germen Kafkiano que denuncia, entre otros males civilizatorios, a la rutina como la muerte en vida. En “Anómalos”, el texto que corresponde a Gallegos, la palabra clave parece ser burocracia, y su poética, cargada de violencia lírica, parte de la insensatez para desnudar infamias y sumisiones, similares a las que develara aquel patético personaje sin nombre dostoievskiano de “Memorias del subsuelo”. Pero en el caso específico de Gallegos, quien da clara cuenta de que la sumatoria de vivencias en el avance de los siglos, con todo lo que ello implica, siguen siendo inermes para ciertos comportamientos humanos, lo inconcebible se perfecciona hasta rozar el grado de la ridiculez.
El segundo autor es Pedro Goche, quien provoca punzando desde el título “Paquetería”, y sin solución de continuidad nos conduce por un territorio extremo, donde la muerte es presentada como estigma de la “mexicanidad”. Para ello se nutre de un México profundo descripto con lenguaje preciso, que permanece impasible a la sombra del imperio y nos hace recordar a los cuentos de “El llano en llamas” y a la novela “Pedro Páramo” de Juan Rulfo (donde también el dolor y la impotencia son eje de la acción), remitiendo al lector por medio de un estilo resuelto a través de la tosca belleza de lo sencillo, a un repaso de su propio proceder, como por ejemplo en el poema Las ciudades enfermas, ó en La Raza, donde nos exhorta a reflexionar sobre civilización y progreso. Porque para Pedro Goche, quien expone el pasado para hacernos comprender nuestro presente, las menudencias de su enunciado pasan a ser opacidades del ánimo, reflejadas en un espejo congénito donde se asienta la memoria de la sangre con dolorosa grandiosidad. 
El tercer y último libro es autoría de Francisco Naishtat y se llama “Destiempos”. En base a una lírica criptica y racional, poblada de surgentes enunciados en los cuales se proyectan nuevos interrogantes, Naishtat construye una poética centrada en el escepticismo, que pone en foco el olvido como herramienta necesaria para cerrar su idea recurrente de la inexistencia del hombre como individualidad.
Su propuesta queda manifiesta en el poema “Contrafáctico” donde concluye expresando:
El olvido es la comunidad de destino del ser y el no ser
Mortalidad absurda de la nada.
Atravesados por una angustia casi suicida, en los poemas de Francisco Naishtat el concepto de realidad queda permanentemente enclenque, y se exhibe, desde la entelequia de su estilo impregnado por una belleza metafísica, un mar de dudas que, como olas, invariablemente regresan a una costa supuesta sin aparente sentido, aunque en realidad conserven un celoso sincretismo universal. 

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