HOGUERAS EN LAS LLANURAS (S.Ooka) por Diego Mytilene

HOGUERAS EN LAS LLANURAS (1950)(Biblioteca de Letras Japonesas, 2002)
De Shoohei Ooka
Por Diego Mytilene

Indiscutiblemente estamos ante una de las páginas más memorables de la literatura japonesa del siglo xx. Ambientada en la isla de Leite (Filipinas) durante la segunda guerra mundial, el libro es una metralla incansable de situaciones que escapan a la comprensión occidental. En ellas, el sentido estético y moral occidental queda reducido a murmullo, a leve estupidez, a algo que se reconoce sólo en la falsedad con la que la literatura occidental trató desde Los desnudos y los muertos o Adiós a las armas el tema bélico: es que tal cultura no puede evitar mirar con arrogancia lo vacuo de sus mártires inútiles. De esta manera, los heroísmos truncados en la realidad del sufrimiento son el resplandor con el que el cómodo burgués alimenta la tibieza de su espíritu arrojado al confort del sillón o al consuelo del domingo.

En la obra de Ooka todo es posible, también la humanidad. Y esa es su gran diferencia moral: jamás se cancelan las posibilidades locamente humanas del protagonista. Ante la ausencia de artificialidad, o sea, la enajenación sin metáfora, el romántico espacio ante la barbarie se arruina, se marchita, y la escoria de la vida transplantada a la demencia ejerce ese mismo efecto con la soltura de aquella trivialidad que hizo posible semejante ambiente.

Sin heroísmos ni cansadoras plegarias morales, Hogueras en las llanuras se mueve por el terreno de la gran literatura con la frescura del hombre acosado por el tormento más extremo.

Ooka vuelve loco de semejante experiencia: centros de salud mental, tratamientos psiquiátricos, decepciones de todo tipo, son la constelación de vivencias que su autor, como terapia, nos transcribe en esta serie de tres novelas, de la cual esta es la primera (Las otras dos son Diario de un prisionero y Crónica de la batalla de Leyte). Sin la arrogancia del intelectual resentido, con su literatura simple y contundente, Ooka es capaz de darnos una referencia mucho más importante que un testimonio de guerra: a pesar de que occidente y su propaganda nos sigan reiterando lo contrario, la vida no siempre continúa.

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