HOJAS DE TAMARISCO (H.Vanoli, F.Bruzzone, S.Budassi y V.Gorodischer) por Juan José Burzi

HOJAS DE TAMARISCO (Editorial Tamarisco, 2006)
de Hernán Vanoli, Félix Bruzzone, Sonia Budassi y Violeta Gorodischer
por Juan José Burzi
Hojas de tamarisco, el libro editado, justamente, por Editorial Tamarisco, es una apuesta colectiva. Los cuatro relatos del libro pertenecen a los cuatro creadores e integrantes de la editorial. Se hace necesario entonces, como en toda antología, hablar de esos cuentos por separado y luego, de ser posible, arribar a una conclusión.

El primer cuento, de Hernán Vanoli, es Llegar a otro miércoles. Un relato ambientado en el futuro, donde hay personajes misteriosos, no del todo claros, pero a la vez muy definidos. Todos tienen características físicas más bien inquietantes, pero aún más lo es sus diferentes rasgos psicologícos. No termina de quedar en claro a qué actividad se dedica cada uno, sólo se deja entrever un matiz sexual y antropófago. Por la forma en que aparecen y desaparecen los personajes, y por las aluciones a ese mundo en el cual se mueven, se puede tener la sensación de que este relato es sólo un segmento de un universo tan personal del autor como fascinante, sólo una porción de una obra que, en caso de haber sido escrita, merecer ser publicada y leída.

Felix Bruzzone, en el segundo cuento (Otras fotos de mamá), juega al engaño todo el tiempo. Al ver el tema del relato, los setenta en la argentina y los desaparecidos, se cae en una equivocación si se espera un típico cuento “ setentista”, con posiciones políticamente correctas y bajadas de línea. Sí hay una búsqueda de mamá (desaparecida), sí hay alusiones políticas, pero el cuento va tomando, de a poco, otro camino. Un camino que conduce inexorablemente al presente, al interior del personaje. Y a esa sensación de que, citando a Onetti, “cada uno está solo, que siempre resulta asombrosa cuando nos ponemos a pensar.”

Acto de fe, de Sonia Budassi, es el tercer relato del libro y está narrado como un monólogo interior de una inmigrante (Argentina a EEUU) que, mientras se va envolviendo poco a poco en un problema que en un principio parece banal, deja en claro lo que piensa y vive un extranjero en Estados Unidos. Ni siquiera la muerte, que llega sin demasiado ruido, la saca de esa especie de ensoñación tragicómica. El humor irónico que recorre todo el cuento, especialmente cuando enfoca en los aspectos más superficiales del arte y la cultura, nos hace desear que el cuento no termine, que siga descubriendo y señalando tanto estereotipo y estupidez, al menos por unas cien páginas más.

El último cuento de la antología, Tréboles, de Violeta Gorodischer, es el más críptico de todos. Trata sobre un niño, Luisito, que juega y habla solo y que busca tréboles de cuatro hojas todo el tiempo. Sus padres no lo comprenden, por diferentes motivos. Tampoco lo hacen entre ellos. La (in)comunicación pareciera ser uno de los ejes del relato. Es un cuento sostenido principalmente a travéz de los silencios y las ausencias. Los mini capítulos son partes de un rompecabezas incompleto, sin que por otro lado esas piezas faltantes sean un impedimento para disfrutar de la poesía árida que contienen.

Al terminar de leer los cuatro relatos, la sensación es de sorpresa. Pocas veces las publicaciones de antologías grupales son buenas. Suelen mostrarse arbitrarias y permisivas desde lo mediocre, uno se imagina a un grupo de varios amigos elogiándose mutuamente y dándose ánimos (que por lo general a muchos no les falta) para publicarse y sentirse brillantes. En Hojas de tamarisco uno no siente eso: Los textos están muy bien escritos, muy cuidados, cada uno en su estilo; se caracterizan desde lo singular, y hasta se tiene la sensación de que se buscaron combinar cuatro textos bien diferentes entre sí. El único reproche que se le puede hacer a la presente edición, es la brevedad de la misma y las ganas de más (como ya fue dicho con anterioridad: en cantidad, no en calidad) que nos queda al cerrar el libro.

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