TRES LUCES (de Claire Keegan), por Juan José Burzi

TRES LUCES
de Claire Keegan
Eterna Cadencia, 2011
por Juan José Burzi


Rodeos en torno a una sorpresa

¿Cómo escribir una reseña donde hay un elemento que no se puede develar, y sin embargo ese elemento puede resultar fundamental para dar una apreciación general del libro? No encuentro más respuesta que la de ofrecer algunas observaciones sobre Tres luces, el libro en cuestión, último título de Claire Keegan editado por Eterna Cadencia.

*La mayoría de los cuentos de Keegan transcurren en una Irlanda rural, alejada de los centros urbanos, a veces hasta rústica. Esta novela no es una excepción.

*”Novela” la llamé, y en realidad Tres luces se debate entre la nouvelle y el cuento largo. Tiene 89 páginas que se leen de un tirón. La temática es más bien lineal y en un momento dado sabemos que estamos en el clímax de la historia, que Keegan nos puede ganar por knock out, al decir de Cortázar y su ya famosa definición del cuento. Pero elige no ganar por knock out, sino por puntos. La historia se alarga luego de ese posible final “cuentístico”. ¿Cuento largo o nouvelle? ¿A alguien le importa?

*Vuelvo a corregirme. “La temática es más bien lineal” sentencié hace unos renglones. No estoy tan seguro. Una segunda (y porque no “una tercera”) lectura de Tres luces echaría luz sobre posibles bifurcaciones de la historia que, como suele hacer Keegan, apenas deja ver. Está en el lector atento reparar en esas sutilezas.

*Aún no conté de que trata el libro. Una niña (la protagonista) es dejada por su padre al cuidado del matrimonio Kinsella, en tanto la madre de la niña finaliza su embarazo y da a luz. Este matrimonio es amable y afectuoso con ella, y le ofrece comodidades que en su casa no tiene. (Freezer, mejor vestimenta, un baño y abundante agua caliente).

*”En esta casa no hay secretos.” Le dice la señora Kinsella a la niña en un momento “donde hay secretos, hay vergüenza, y la vergüenza es algo de lo que podemos prescindir.” Sin embargo, en la página 58 lo sabremos, sí hay un secreto en la casa de los Kinsella, que una vez expuesto cambiará la relación de la niña con ellos.

*A esta altura me pregunto si eso que conviene no develar enriquece este texto ya de por sí elegantemente escrito. Creo que no, que si bien es importante, una de las características de Keegan es que a veces puede “contar menos” o retacear información y sin embargo sus textos no pierden ni en su asordinada potencia ni en su belleza.

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