UN PUBLICISTA EN APUROS (de Natalia Moret), por Federico Rodriguez

UN PUBLICISTA EN APUROS
de Natalia Moret
Mondadori, 2012
por Federico Rodriguez

La primera novela de Natalia Moret, lejos de parecer una novela iniciática, se lee como si fuera un tercer o cuarto libro de un joven autor. O sea, el lenguaje y la dinámica del libro hacen que olvidemos que estamos ante un debut literario (debut falso por otro lado, ya que Moret ha publicado en varias antologías de cuentos y en revistas, además de escribir en medios periodísticos y blogs).

La condición humana parecería ser el tema central del libro, escondido tras la potente figura de Javier Franco, el protagonista y el personaje mediante el cual se escribe el libro. Javier es un ser un tanto despreciable, racista, paranoico, mentiroso y oscuro. Javier bien podría haber sido un personaje salido o inspirado en esa otra terrible novela American Psycho, de Bret Easton Ellis.

Dicho todo esto del protagonista, quizá sea necesario destacar la habilidad de la autora para que en algún momento de la novela, Javier se vuelva un tipo un tanto querible. Tal vez porque a pesar de los muros que levanta ya sea con su cinismo, o con sus actitudes políticamente incorrectas, también se puede apreciar que es un ser falto de afecto y solitario, lo cual, a la larga, termina siendo identificatorio para la mayoría de los seres humanos.

A Javier, que vendría a ser un proyecto de joven yuppie porteño, de clase media alta, lo impulsa una voracidad insaciable por todo lo que se puede poseer (como el dinero, el poder, las drogas) y también por las mujeres. Y es justamente a una mujer a quien está buscando Javier, en parte por amor, en parte para desentrañar la solución de un crimen que lo ayudaría a cuidar su propia economía. Esa búsqueda lleva al protagonista a sumergirse en un thriller que poco tiene de thriller y a la vez todo, a salir de su acomodado entorno social para adentrarse en los barrios bajos, en la pobreza, en Constitución… Javier tendrá trato entonces con travestis, dealers, gente oscura y peligrosa, outsiders de una sociedad que, de pasada, está retratada y es criticada indirectamente en la novela.

Un publicista en apuros también retrata el micromundo de las agencias de publicidad, del poder y los contactos, de las estafas y las avivadas. El lector común tal vez no llegue a develar cuánto hay de verdadero y cuánto de ficción en esos momentos, pero lo cierto es que el libro está tan convincentemente escrito que la tendencia es a suspender la credulidad mientras se lo lee, lo cual es una forma de volverse un verdadero compañero de ruta de Javier Franco, lo que equivale a sacar un boleto de ida al alma negra del porteño medio.

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