MARCELO GUERRIERI

Publicó

El ciclista serial
Detective Bonaerense








A-¿Cuándo escribís? ¿Tenés algo así como una “rutina”?
Escribo cuando puedo hacerme el tiempo para sentarme a la compu y estar ahí, abierto a que algo pase en la escritura. No tengo horarios o días. Mi rutina es sentarme a ver qué pasa, atornillarme a la silla lo más que pueda. Si es de noche me gusta la luz baja, mucho mate, música, estar cómodo, evitar internet lo más posible...

 B- ¿Le dedicás todo el tiempo que te gustaría a escribir?
Me gustaría dedicarle más tiempo. Hoy le hago su lugar como puedo entre lo que me está pasando con las obligaciones laborales, la pareja, los amigos, el estudio... Hay períodos en que la escritura se integra bien y siento que la cosa funciona; otras veces la escritura se relega, pero siempre está presente, con mayor o menor prioridad según el período. Cuando estoy con la mano caliente soy bastante productivo y el tiempo de escritura —poco o mucho— me rinde. Una vez me puse como meta terminar una novela para cierta fecha, para un concurso, y eso me sirvió, escribía tantas páginas por semana.

C- ¿Sobre qué tema pensás que no vas a escribir nunca? ¿Por qué?
Mi acercamiento a la escritura no es temático. Necesito tener una conexión emotiva que me lleve a querer entrar en una historia, en un universo de personajes y explorar. Un punto de entrada que me motive y desde ahí laburar a partir de un recorte de ese territorio que se va armando. Como hay múltiples maneras de conectar con cada tema, de enfocarlo, no podría decir que no escribiría sobre tal tema.

D-¿Últimos tres libros que hayas leído y te hubiera gustado escribir a vos?
De los últimos libros que leí se me vienen tres: Glaxo, de Hernán Ronsino; La virgen cabeza, de Gabriela Cabezón Cámara y La hora de los monos, de Federico Falco. Más que libros que me hubiera gustado escribir, prefiero hablar de cuestiones del oficio que me parecieron geniales y me gustaría experimentar. Del libro de Ronsino, el uso de la polifonía, me parece un juego preciso, me gusta esa relación potente entre estructura y juego; del libro de Cabezón Cámara, la música en paralelo a lo que se va contando, un ritmo por sobre las palabras que sonaba mientras lo leía y que le agrega una dimensión al texto todo el tiempo; del libro de Falco, la construcción de climas y atmósferas inquietantes, sobre todo en El pedigrí de los canarios y La hora de los monos.

 E-¿Estás escribiendo algo nuevo ahora? ¿Qué?
Estoy escribiendo una novela donde juego con el mito del lobizón en un ambiente urbano, de tacheros de la noche. Transcurre en la ciudad Buenos Aires durante la época del conflicto por la 125.

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