MIGUEL ÁNGEL BUSTOS O UNA BÚSQUEDA INCESANTE: LA CUMBRE DEL VERBO, por Jorge Hardmeier

Miguel Ángel Bustos o una búsqueda incesante: la cumbre del verbo 

por Jorge Hardmeier*


“Sé por experiencia que uno puede involucrarse 

en un tema hasta puntos sin retorno”

(Osvaldo Baigorria)

 

¿Qué es lo que motiva a investigar y escribir sobre cierto objeto de estudio que puede ser de índole diverso: un hecho histórico, un movimiento musical, una ciudad, un equipo de fútbol o cierta personalidad? El puro deseo, estimo, de desentrañar y analizar en profundidad ese objeto que, de un modo u otro, nos intriga, nos interpela, nos conmueve y nos interroga. En el caso de mi biografía Miguel Ángel Bustos del poeta en cuestión, ese interés y creo que también el comienzo no percibido conscientemente de dicha investigación ocurrió cuando cierta persona me entregó un libro fotocopiado y me dijo, escuetamente: “lee esto, por favor”. Corría el año 1998. El libro al que me refiero es El Himalaya o la moral de los pájaros, último libro publicado por el poeta (1970) antes de su desaparición en manos de las huestes asesinas que respondían a la dictadura cívico militar instaurada en un país denominado Argentina en marzo de 1976. 

La lectura de ese libro me produjo una cierta fascinación que se da, estimo, contadas veces al acercarse a la lectura de ciertas obras literarias. Lo mismo ocurre con la pintura, la música, el cine u otras ramas de eso que, a falta de otra denominación, catalogamos como Arte. Esos golpes de dados también se dan, considero, en otros ámbitos, como el amor, la amistad y ciertas geografías. Conmoción, cierta incredulidad, admiración y otros aspectos se conjugaron en la lectura de ese libro infinito de Miguel Ángel Bustos. Era el final de una década muy particular: la de los noventas. Estimo, en retrospectiva, que  la lectura de esas fotocopias, fueron el comienzo de una ardua investigación que ignoraba que iba a convocarme. Los libros de Bustos, luego de la desaparición física de su autor el 31 de mayo de 1976, corrieron la misma suerte. Las obras del poeta eran inhallables. Una vez desaparecido su cuerpo corrieron la misma suerte sus obras en formato físico.

Por aquellos años, con un grupo de gente, pergeñamos una revista, El Anartista, que sería publicada en papel, conforme a los modos de una época ya perdida en el tiempo. La nota central de la publicación se centró en la obra y figura de Miguel Ángel Bustos, basada en un lúcido texto de la poeta Gabriela Stoppelman, a su vez directora de la revista, y en una entrevista a Emiliano, hijo de Miguel Ángel. La presentación de tal revista se realizó en un bar ya no existente – la esquina está ocupada, actualmente por una heladería lo cual no deja de ser una metáfora de las transformaciones urbanas y culturales-  llamado Fin del Mundo. Defensa y Chile. Epicentro del barrio de San Telmo. Su dueño era un ser muy particular, Eduardo Nocera, miembro de los Verbonautas, un grupo de acción poética en el cual participaban, entre otros, Palo Pandolfo, Karina Cohen, Osvaldo Vigna y Vicente Luy. Luego, Nocera fue finalista de unos de los primeros realities de la TV argentina, El bar. Posteriormente se convirtió en un historiador de importancia. El Anartista fue presentada por José Luis Mangieri y leyó poemas Emiliano. El lugar estaba desbordado. 

Por aquellos años Mangieri, mítico editor – La rosa blindada, Libros de tierra firme, etc. - comenzó a rescatar la obra de Bustos con una antología: Despedida de los ángeles, coordinada por Alberto Szpunberg, poeta y amigo de Miguel Ángel, a partir del material cedido por Iris Alba, compañera y madre del único hijo del autor de libros fundamentales de la poesía argentina además de El Himalaya: Cuatro Murales, Corazón de piel afuera (prólogo de Juan Gelman), Fragmentos fantásticos y  Visión de los hijos del mal (único prólogo realizado por Leopoldo Marechal, a quien Bustos consideraba su maestro). Comenzó, de tal modo, ese trabajo arduo para rescatar a ese escritor extraordinario de las sombras a las que lo habían arrojado. Luego se publicó Prosa, una recopilación de los brillantes artículos escritos por Miguel Ángel en diversos medios de la década del 70 como Panorama, Siete Días y La Opinión. Dicho trabajo de rescate fue realizado por Emiliano y editado por el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Seguidamente Editorial Argonauta, comandada por Mario, hijo del legendario Aldo Pellegrini, publicó la poesía completa de Bustos, titulada Visión de los hijos del mal. Un acto de evidente justicia poética para la obra de un autor que llevó la palabra a las cimas de la literatura argentina.

Bustos, en cuanto a su obra, es un poeta inclasificable, para malestar de ciertos catalogadores universitarios y de suplementos dominicales. Fue tildado de neo romántico, surrealista, poeta maldito, cristiano herético y otras definiciones. En él confluían esos aspectos y otros como un profundo conocimiento de las culturas precolombinas, sus viajes, sus problemas económicos, sus internaciones y una avidez por el conocimiento de los idiomas. Al momento de su ilegal detención Bustos estaba estudiando rumano  y ya era amplio conocedor de, al menos, media docena de idiomas. 

Por mi parte, y a partir de la admiración por esa obra, publicaba toda nota posible sobre Bustos, en diversos medios: Agencia Paco Urondo, Esperando a Godot, etc. En uno de los esporádicos encuentros que teníamos con Emiliano, bebida de por medio, le pregunté si estaba dispuesto a escribir la biografía de su padre. Su respuesta fue que no podía: el trabajo y la investigación para la publicación de Prosa había sido arduo. Creo que también anudaba allí cierto dolor, pues Bustos, Miguel Ángel, fue secuestrado de su departamento del barrio porteño de Parque Chacabuco frente a la mirada de su hijo de cuatro años. “Llevate una frazada, Bustos, que va a hacer frío” le dijeron los sicarios de las huestes militares. Retomo: a la mañana siguiente de aquel encuentro, vía teléfono, le solicité permiso a Emiliano para ser yo quien emprendiera la tarea. 

La investigación fue intensa, compleja, casi detectivesca. Mi primer contacto fue Alberto Szpunberg. Luego la investigación adquirió características rizomáticas pues cada entrevistado/a me sugería contactar a otra cierta persona. Ese trabajo comenzó en 2011 y las entrevistas se sucedían: Jorge Boccanera, Diana Bellesi, Juan Tata Cedrón, Jorge Aulicino, Marcela Sola, Graciela Maturo, militantes del PRT al que Bustos pertenecía, novias, compañeros de tertulias poéticas, escritores/as de su generación y lectores y críticos de su obra. Las sugerencias de contactos, en ciertas ocasiones, generaban mi asombro, tal vez el mayor fue el de la relación de Bustos con Renata Schusseim, hasta ese momento, para mí, la talentosa escenógrafa de ciertos recitales de Charla García o Luis Alberto Spinetta: habían tenido una relación estrecha con ciertos dejos de amor platónico. Las entrevistas llegaron al medio centenar. A dicha tarea se sumaba la búsqueda de material relacionado a la obra: catálogos, folletos, tapas de libros, acuarelas de Bustos – pues además de poeta también era un talentoso artista plástico -. Las puertas se abrían a partir del deseo.

En 2014, en plena tarea de investigación y escritura, fueron hallados los restos de Miguel Ángel por el Equipo Argentino de Antropología Forense en el cementerio de Avellaneda. La investigación dio un giro pero también se potenció. Cuando quien investiga ahonda en su objeto de estudio, todo elemento parece convergir en dicha tarea. Comencé a asociar: Bustos fue secuestrado a la edad en la cual yo comencé con este trabajo, vivo cerca de donde fue secuestrado, etc. ¿Alucinaciones? La figura del poeta se tornó omnipresente en mis actividades. Alguna gente relacionada con el ámbito literario no me llamaba por mi nombre: “hola, Bustos”, me decían al saludarme. Miguel Ángel comenzó a internalizarse en mí hasta el punto de que tenía más conocimiento de situaciones y hechos de su vida que su propia familia.

La primera edición del libro, titulada Miguel Ángel Bustos, biografía de un poeta militante, editado en 2018, fue una gran apuesta de Ediciones Lamas Medula pero la satisfacción no fue plena: errores de edición, errores propios y otros contratiempos. Esa primera edición fue presentada, el 28 de abril de 2018 en la Feria del Libro de Buenos Aires por Gabriela Borrelli Azara y Reynaldo Jiménez. La apuesta posterior y gracias a la voluntad de gente de la misma editorial  - Ture, Pablo Campos, Carolina Antico Cava y Ona - fue publicar otro libro – una suerte de segunda edición basada en aquella primera - y por lo tanto fue corregido, actualizado, se incorporaron imágenes interiores y se diseñó una nueva tapa, sumamente bella. Los errores fueron salvados gracias, en gran parte, al trabajo de Carolina. En los cuatro años transcurridos entre la primera edición y la segunda varios de los generosos entrevistados fallecieron: Manuel Ruano, Rodolfo Mattarollo, el mismo Alberto Szpunberg y Javier Galarza son los que registro en mis recuerdos. Es que este libro, afirmo, es un libro coral: una multiplicidad de voces opinando, narrando y desentrañando la diversidad de seres que convergían en una persona llamada Miguel Ángel Bustos, un poeta de excepción. Mi tarea fue aunar esas voces, registrar los diversos Miguel Ángeles. 

La presentación de esta segunda edición tuvo lugar el Centro de la Memoria Virrey Cevallos, ex centro clandestino de detención, el jueves 1 de septiembre de 2022. En tal evento expuso la ya nombrada Caru Antico Cava, la poeta María Belén Aguirre, de larga trayectoria y admiradora y estudiosa de la obra de Bustos y Vicente Zito Lema, amigo del poeta y conexión con Jacobo Fijman – el paradigma del poeta maldito argentino, amigo de Girondo y miembro del grupo Martin Fierro, encerrado durante casi tres décadas en el hospicio, considerado muerto por sus pares y rescatado por Vicente – en el transcurso de la internación del autor del Himalaya o la moral de los pájaros en el Neuropisquitrico Borda. Vicente fue también compañero de militancia de Bustos en el PRT, agrupación política en la cual Miguel colaboraba en el sector cultural a partir de su participación en la revista Nuevo Hombre. En la referida presentación Adrián Murga cantó tangos de su autoría. El clima estaba templado. Ya era noche, al concluir el evento, en el porteño barrio de Boedo.

Cenar y brindar era el próximo objetivo.

*Autor de Miguel Ángel Bustos; biografía del poeta editada por 

Ediciones Lamas Medula, primera edición: 2018; segunda edición: 2022

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