ATENTADO (Amelié Nothomb) por Juan José Burzi

ATENTADO (Circe, 2000)
de Amélie Nothomb
por Juan José Burzi

Epiphane, el protagonista de Atentado, es el hombre más feo y repugnante del mundo; Ethel, de quien Epiphane se enamora, es una joven actriz muy bella. Partiendo de esa situación, contada toda en primera persona por Epiphane, se van a ir presentando diferentes hechos que van a terminar dando como resultado el salto al estrellato de Epiphane como un anti-modelo, que va a hacer delirar de rechazo y asco a todo el mundo, literalmente hablando. Las modelos se ofrecerán a él por el solo hecho de experimentar lo que es estar con una persona tan fea, pero Epiphane elegirá seguir casto (tiene 29 años) y esperar a Ethel. Ethel, a su vez, actúa en una película pretenciosa e ininteligible y se enamora de Xavier, un pintor que la maltrata y cuyo único interés es él mismo. En esencia, ese es el argumento.

El libro se lee con cierta fluidez, sin otro obstáculo que el aburrimiento (extraña virtud: es un libro relativamente breve) Cansan las constantes citas de Epiphane y los intentos de la autora de causar gracia en el lector, creando situaciones grotescas y un tanto descabelladas, una atrás de la otra, sin dejar al que lee la oportunidad de apreciar ninguna de ellas, justamente a causa de esa suma incesante.

Por otro lado, los personajes de Epiphane y de Ethel nunca llegan a ser creíbles como tales. Y al hablar de credibilidad no se está pidiendo que sean verosímiles, no tienen por qué serlo dado como está planteada la novela, pero sí deberían sostenerse en medio de esa ficción instaurada. Es difícil de creer la extremada virtud y pose ingenua de Ethel, o algunas acciones de Epiphane. Nothomb al escribir parece dejarse llevar por lo absurdo y paródico y llega un punto en el cual da igual si a Epiphane le crecen escamas en el cuerpo o si decide suicidarse. En este sentido, Nothomb recuerda vagamente a lo peor de la literatura de César Aira, vale decir, a gran parte de su redundante obra.

Uno de los pocos aciertos del libro es el final: el lector puede manejar varias opciones, pero con seguridad no la que elige la autora, que es la más razonable (aunque parezca contradictorio, a pesar de ser tan razonable no deja de brindar una sorpresa, en una historia plagada de hechos que no lo son). Lo cierto es que por primera vez en la historia se puede sentir algo que no sea hartazgo por Epiphane, y que se puede tomar partido por él o condenarlo, pero no seguir indiferente. De todos modos, un final acertado no justifica haber utilizado horas que no pueden recuperarse en leer Atentado.

Para entender el por qué de tanta atención por una autora que, por cierto, no la merece, es bueno recordar que Amélie Nothomb es en esencia francesa (nació y pasó sus primeros años en Japón) y es sabida la predilección casi fetichista que tienen ciertos sectores argentinos por lo francés. Actitud que mejoraría notoriamente si ese gusto irrestricto se aplicara a los libros (y autores) que así lo ameritan y no a esta clase de libros (y autores) que no dicen mucho (lo cual es lo mismo que nada) y a los que se cataloga como “inteligentes”, “sutiles”, “irónicos”, “talentosos”; cuando lo mejor que se puede decir de ellos es que son un tanto inconsistentes y pasajeros. “Light”, para que se entienda bien a lo que me refiero.

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