EN CELO. (Antología) por Alejandro Soifer

EN CELO (Mondadori, 2007)
Antología dirigida por Grillo Trubba
por Alejandro Soifer
CARA
Forma.
En la tapa, en la contratapa y en sus respectivas retiraciones, una imagen de dos chanchitos haciendo la chanchada.

El diseño: impecable, impactante. El manejo de los colores, la imagen, las líneas y los cuadros prolijamente torcidos son un estímulo visual fuete.

La apuesta editorial del gigante Mondadori salió al juego con un número ganador: hablar de sexo. Porque el sexo vende, el sexo nos interesa, el sexo nos gusta. Vender escritores jóvenes para una editorial grande no suele ser negocio. Siempre es preferible quedarse con lo viejo conocido que apostar por abrirle camino a la renovación de las nuevas voces. Si se trata de literatura argentina contemporánea para colmo, enfrentamos directamente un Dead End. Entonces, la inteligencia del márketing que se realiza a sí mismo: ¿qué mejor publicidad que un libro que habla de sexo.“En el terreno sexual, le gusta por atrás mientras la baña la luz azul de la tevé.” Es parte de la pequeña información biográfica que se da sobre Marina Mariasch, una de las antologistas. No sé ustedes, pero yo compro. Es una buena idea la de incluir una pequeña información sexual en clave de gancho en todas las minibiografías de los antologistas, es una lástima que no la hayan incluido en la de todos; hubiera dado otro elemento metatextual interesante para jugar con la estética general del libro.

“…sabía que su trabajo era vender superficialidades.” describe el narrador al protagonista del buen cuento de Parisi. El narrador de Terranova acota por su parte: “Y siempre hay un fotógrafo preparado para inmortalizar el momento.”

Vender superficialidades, vender sexo; siempre hay alguien con la cámara preparada para meterse en los rincones íntimos, privados de los otros y con eso acariciar, estimular el espíritu voyeur de nuestros días. La selección de antologistas necesariamente se plantea como reafirmación de ciertas escrituras y puesta en escena de un grupo que ya ha probado sus armas. Se trata de poder hacerlos masivos y en ese sentido, En celo parece ser una posibilidad fuerte para que algunos puedan saltar a las ligas mayores de las grandes editoriales.

Contenido.
Por fuera entonces, el libro cumple. Por dentro la voz de esta generación de escritores a veces se confunde, se hace una sola y la misma, mantiene el mismo tono. Hay algunas excepciones, pero por lo reducido de la temática y por el registro bastante moderado que manejan la mayoría de los antologistas, la tensión pareciera quedar en eso: pura histeria. Lo que no implica que esté mal.

Pablo Alí sorprende con un cuento interesante, un desvío de las temáticas comunes del mundo referencial del sexo y su importancia radica en poner en escena precisamente, la histeria como mecanismo constructivo. El cuento resume entonces esa tensión narrativa que queda latente (no hay, casi, escenas de sexo explícito) y que predomina en el libro. Antonuccio y Cohelo aportan otros dos buenos ejemplos de una escritura que intenta trascender la descripción lineal del acto sexual (la cópula de los chanchitos en la tapa). La primera juega con el estereotipo de un loser fóbico manejando con facilidad los tiempos de la narración. Cohelo desborda algo de barroquismo kistch en la construcción de una historia de travestismo trash y perversión. Su música narrativa parece la música funcional de un telo: con algunos excesos y sabor a sexo barato y prohibido. El relato de Linne es seguramente el más divertido de la antología. Apelando a algunos desbordes de la escritura-calco de la literatura yanqui, termina remontando su historia y construye uno de los mejore cuentos de En celo. Divertido, fresco, lleno de pop y sentido del humor. Por su parte, siguiendo con los usos del humor, Lictria construye una especie de mini episodio de Sex and the City que podría haber dado más pero su abrupto final hace pensar en posibles limitaciones de espacio que haya impartido la editorial. Natalia Moret mezcla costumbrismo con sentido del humor y la mezcla le da el otro gran cuento divertido. Un poco de morbo y sonrisas llenas de culpa por parte del lector. Gana, Moret gana bastante con esa pequeña muestra de escritura. Jugando con la elasticidad de un lenguaje personal, Bruzzone convierte una pequeña historia en un cuento interesante. De Parisi ya se ha dicho que cumple (aunque ha escrito cosas más interesantes, el cuento no colma las expectativas; el espacio limitado para desarrollar la historia corta muchas posibilidades); Terranova queda a mitad de camino (una eyaculación precoz) y es una lástima, porque se nota que es de los más hábiles escritores de la antología. Maximiliano Tomas sorprende con un cuento correcto, interesante que incluye un par de subtramas que le dan brillo y permite que uno se quite el prejuicio de saberlo periodista incursionando en la literatura. Mairal demuestra que es uno de los más importantes y evolucionados escritores del grupo y construye en cuatro páginas y media el cuento más hardcore y excitante de la antología, además de uno de los más elaborados a nivel formal.

Hay algunos cuentos que prometen pero que quedan un poco por debajo de la media: Abbate, recurriendo a algunos juegos de escritura, pudo haber hecho un gran cuento pero queda en la nebulosa de lo inconcluso y la sensación de escritura apurada. Destino que comparte con Vommaro, Ghenadenik y Arias.

Los otros que cumplen pero no deslumbran son Enriquez (otra lástima ya que es de las grandes escritoras de la generación), Cucurto (que en su reiteración de tópicos empieza a cansar un poco) y Suárez (otro interesante mini-capítulo de Sex and the city).

En conclusión: ¿Alguien puede decir que 12 polvos es un mal promedio? Y los que quedaron a medio camino o no terminaron de cumplir, en todo caso serán masturbaciones placenteras. Placer garantizado.

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