de Mario Vargas Llosa
Alfaguara, 2009
por Juan José Burzi
A pesar de que El viaje a la ficción empieza de manera confusa y poco interesante, con un prefacio que bien podría haber sido omitido, donde el autor intenta dar un marco teórico al leiv motiv que lo guiará en el libro, desde la página 33 en adelante (exactamente desde que Vargas llosa habla por primera vez de Onetti) es un libro que no se puede abandonar. No tiene desperdicio, salvo algunos detalles que ya se verán.
PREJUICIOS.
A más de uno saber que Vargas Llosa escribiría un libro sobre Juan Carlos Onetti le causó cierta desconfianza. Porque, para qué negarlo, las posturas políticas de Vargas Llosa son bastantes cuestionables y poco simpáticas. Más aún para aquellos memoriosos que recuerdan que Vargas Llosa perteneció a la izquierda cuando eso daba prestigio y abría puertas, y luego se fue abriendo de ese camino político (sin embargo el prestigio no se fue y las puertas no se cerraron, en fin) También había quien esperaba una pose menos humilde que la que tiene durante todo el libro, una competencia encubierta, una lucha de egos. Nada de eso. Es gratificante ver cómo se nota la admiración del autor por Onetti, cómo el "yo" que bien podría abundar en este ensayo apenas aparece, y cómo lejos de haber competencia de egos, Vargas Llosa se mantiene al costado todo el tiempo.
DESACIERTOS
Son pocos los desaciertos: uno tiene que ver con, justamente, el intento de aplicar lecturas políticas a un autor tan apolítico en su literatura como Onetti. La lectura de El astillero como una especie de representación de la decadencia uruguaya y de América Latina no parece ser la elección más acertada. Sin que eso sea un desastre tampoco, dado que ayuda a reconsiderar ese libro a la luz de otra mirada, la sensación es que Vargas Llosa quería decir algunas cosas sobre la política de Latinoamérica y en ese tramo se da el gusto. (Cuánto de razón tiene es otro tema de discusión: lo que sí es irritante es que siempre que habla de los Latinoamericanos lo hace como si él hubiera nacido en Europa, Asia o la Luna, pero no en Perú).
Otro desacierto que no se puede dejar pasar por alto: Cuando habla del último libro de Onetti, Cuando ya no importe, omite decir que en él ocurre algo fundamental: el suicidio del Dr Díaz Grey, personaje infaltable en la saga de Santamaría (para quien no lo sabe: el 90 por ciento de las novelas de Onetti ocurren en un lugar imaginario llamado Santamaría) Esta omisión indica que o leyó mal Cuando ya no importe, o nunca lo releyó y se basó en su memoria para escribir sobre él.
ACIERTOS
Son muchos, algunos ya dichos: a pesar de ser un autor con mucho peso, Vargas Llosa se corre del centro y cumple con un rol secundario invisible para escribir este libro. Fuera de lo indicado con El astillero y con Cuando ya no importe, los análisis a los libros de Onetti son impecables, dan ganas de releer nuevamente toda su obra. Le dedica el espacio que se merecen (y es bastante) a los cuentos de Onetti, a veces olvidados, y los pone en el lugar de excelencia que merecen estar. Relaciona la obra de Onetti con Faulkner (obvio), con Céline (obvio) y con Borges (no tan obvio) Y siempre lo hace bien. No hay grandes omisiones, deja de lado algunos cuentos, una nouvelle (La muerte y la niña) y no mucho más.
CONCLUSIÓN
El viaje a la ficción es un libro que se convertirá, con el correr de los años, en un clásico inevitable para abordar la literatura de Juan Carlos Onetti, quizá el escritor sudamericano más huraño, melancólico y fascinante de todos.
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