de Susana Aguad
Simurg, 2008
por Federico Rodriguez
Decididamente marcada por el exilio que le tocó vivir entre 1976 y 1984, Susana Aguad presenta, en Jardín Nocturno, un libro de cuentos sólido, con escasas fisuras.
Son quince cuentos cortos con situaciones a veces similares, a veces bien diferentes, como por ejemplo el personaje de El rugido del mundo, un preso que desde su confinamiento vive otra realidad, o el personaje místico de El cura sanador, un microrrelato potente.
Existe también en estos cuentos una reflexión sobre la soledad, el dolor y el tiempo; reflexión que a veces en forma directa y a veces solapadamente, hace que el lector no pueda olvidar la realidad que a la autora la tocó vivir. ¿Es eso conveniente en un libro de ficción? La respuesta es que eso es inevitable. Una escritura encarada como lo hace Susana Aguad, desde el alma y sin concesiones, inevitablemente refleja aspectos del autor.
Hay que destacar otra característica de Jardín Nocturno, y es su prosa. Alejada generacional y estéticamente de los nuevos narradores argentinos, Susana Aguad no teme adjetivar ni buscar la belleza en las palabras. Tampoco le teme a la ironía. Esto hace que leer Jardín Nocturno sea una experiencia diferente, a contracorriente con la moda del momento.
Hay que destacar otra característica de Jardín Nocturno, y es su prosa. Alejada generacional y estéticamente de los nuevos narradores argentinos, Susana Aguad no teme adjetivar ni buscar la belleza en las palabras. Tampoco le teme a la ironía. Esto hace que leer Jardín Nocturno sea una experiencia diferente, a contracorriente con la moda del momento.
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