ÁLBUM DE ESPERAS (de Jorge Prieto) por Jorge Cabrera

ÁLBUM DE ESPERAS
de Jorge Prieto
El Mono Armado, 2010
por Jorge Cabrera




La poesía lírica es el espacio del yo. El lugar en el que el sujeto del poema se expone, se (nos) muestra, con mayor o menor distancia afectiva, según el caso. En el texto lírico no importa tanto el acontecimiento como el estado.

Así parece confirmarlo Jorge Prieto con su poemario, que presenta, ante todo, la contienda de ser (todos los días), la práctica diaria de estar en el mundo. El sujeto no puede abstraerse del encuentro perpetuo con la cotidianeidad. Un existencialismo cotidiano, para decirlo ligeramente. Algunos de los títulos son bastante explícitos en este sentido: “Cotidiana es la vida”; “Nadie se salva de existir”; “Vivir entre dos labios”; “La vida es un pasaje de ida”; “La vida es un aguantadero”; “No es malo estar vivo”. Ya en uno de los epígrafes (¿Acaso no somos los sobrevivientes de un gran naufragio?, de A. Conti) se coloca a los hombres en el lugar del resto, del despojo de algo que fue. Y eso que queda es lo que hay por vivir. El primer poema escenifica lo que se había anunciado en los paratextos: los hombres, a pesar de la ferocidad de la vida van al encuentro de su destino, como pueden. El texto tiene una gran tensión dramática, sólo aligerada, como en otros versos, por el uso del diminutivo. Y es precisamente una palabra enunciada en diminutivo la que conduce al encuentro con el otro (una cierta musiquita/ me trajo a vos.) De ese deambular laberíntico, de ese temblor, de esa indefensión lo saca el amor: “Te quiero, menos mal que te quiero”, reza el título de un poema.

Una obsesión atraviesa todo el libro: la preocupación por el paso del tiempo, expresada directa o indirectamente, pero de manera más lograda en “El tiempo es más largo que la espera” (Sentado sobre un árbol caído/ viendo cómo se desarma la tarde/ al pasar la mano por el viento/ y con tanta vida por usar/ ¿sabré cuándo comienza el futuro?) En relación directa con este tema, y en clara contradicción con lo manifestado en el ya referido primer poema (y en ¿Hay algo más que esperar?), aparece el sujeto en actitud de espera. Lo que se enuncia en primera persona en “Tragar saliva” (En hora o a destiempo/ cansado o no,/ espero.), reaparece, manifestado con la distancia de la tercera en el poema final, que da título al volumen (Un hombre/ a estas horas,/ por estas calles/ espera.)

A pesar de estar inmenso en la cotidianeidad, el sujeto tiene conciencia de que la vida está en otra parte (vivir, siempre está más allá), y es esa realidad otra la que desea, la que busca o la que espera.

Al menos dos veces, el reino del yo se abandona para centrarse en una visión más social: en el poema “Malvinas”, que recuerda el patético último gesto de la dictadura de Galtieri, y en “Bengalas”, que de manera más encubierta parece aludir a la desmesura de Cromañón. Con toda la connotación trágica que estos hechos tienen para la conciencia de los argentinos.

Poesía sencilla, directa (por momentos, coloquial), sin grandes pretensiones ornamentales. Una de sus características, como es evidente para el lector, es la brevedad, a veces en extremo, como lo muestra el ungarettiano “Habitémosnos” (El paisaje/ somos nosotros). Formalmente tradicional, salvo por el poema “Vivir entre dos labios”, en el que el autor se atreve a jugar con los márgenes, y por el tibio uso de las barras en “De shopping". Un álbum, una colección, de esperas y de otros asuntos (¿no hay un eco de Gelman en todo esto?) Casi como en la vida pero en la poesía.
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