de Alan Pauls
Anagrama, 2010
por Camila Fabbri
Historia del pelo es la cuarta novela de Alan Pauls, editada bajo el sello Anagrama. El trabajo previo tiene un nombre similar, Historia del llanto; más un tercer trabajo aún inédito que espera (partes que conforman una trilogía que no pide ser leída en un orden específico, es decir, que el orden de las partes no altera en absoluto el producto).
Historia del pelo es una novela sin divisiones. No existen los capítulos, es decir que los respiros son completamente autónomos, pertenecen estrictamente al lector. La novela está relatada de una forma que pide que no haya restricciones, llama a una lectura responsable.
No segmentar en capítulos es una decisión imponente, es agregarle al relato (más allá de lo que se cuenta, que siempre “algo más” quiere decir) la cadencia de la angustia, la falta de tiempo, lo inmediato. Hay un ícono, el eje principal de la novela, el enfermo del pelo: el dependiente. Pauls no da a conocer su nombre, toda identidad toma parte por lo que está en tiempo presente: qué se hace con el pelo, qué no, y cómo se resuelve con lo que se hizo. Para el personaje relatado el mundo pasa por ahí, porque cortarse el pelo es deformar al tiempo, es darle un peso distinto cada vez; y dentro de ese ecosistema no es necesaria una identidad normal -común a todos-porque no todos padecen del mismo modo.
Historia del pelo es un relato de padecimiento. Un peluquero magnífico que parece saber qué hacer con el pelo de un maniático, un exiliado europeo que vuelve a Buenos Aires -unos años después de haberse escondido en otra parte del mundo- que se vincula con el peluquero magnífico, y el mismo maniático-eje central-que sigue dependiendo de los resabios de su pelo: el estilista magnífico. Hay una conexión estrecha con un acontecimiento argentino que desconozco en carne viva: una dictadura militar. Una peluca termina siendo el eje central que vincula a tres personas, una pieza que pertenece a una emblemática montonera de una época.
En esta novela, el pelo está queriendo decir algo más, constantemente. Es una forma de pretexto, una herramienta para ingresar a otra cosa. Porque el pelo une a tres personas sin una realidad concreta, afectadas por todo lo que simboliza sólo una época, sólo eso. Pauls dice: “Lo tiene sin cuidado la cara de asombro con que lo mira su madre cuando lo ve entrar en la cocina recién despierto, con esa pajarera en la cabeza. Lo mismo las chicanas incrédulas que le dispara su hermano (…) No es por ellos que ha renunciado a ser lacio. No son ellos los que explican tanto denuedo. Es la época. Porque, ¿qué es la época? ¿A qué se reduce, cuánto dura una época sin mentir o evaporarse si no cristaliza en un nombre propio, un estilo personal, un cuerpo marcado por señas particulares y por huellas?”
La muerte que señaliza una década tiene sus resabios en cada cosa, en cada parte del todo, y de cada persona, individuo, especie. Esta idea se me presenta constantemente cuando leo la novela. Cito: “El pelo que les crece a los muertos crece en el mundo de los vivos.” La significancia de una década queda para los que todavía estamos. Historia del pelo es un producto pesado, requiere un tiempo de lectura extenso. Una dedicación especial sin cálculo de tiempo.
¿Cuánto dura una época? En Historia del Pelo hay una época persistente que no se detiene en capítulos ni divisiones. Hay una marca que lleva un país, que no va a irse. No por ahora. Es imposible borrarla- aún con un corte de pelo-.
1 comentario:
Se nota que es una novela "moooy interesante", de ésas a las que Pauls y otros prestigiosos escritores argentinos contemporáneos nos tienen acostumbrados.
Correría a comprarla si no fuera que en estos momentos me encuentro enfrascado en las obras completas de Rex Stout. Otra vez será.
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