de Gustavo Monsalve
Tiers Monde, 2010
por Natalia Viñes
Entrecerrar los ojos para ver mejor. Ése puede ser un gesto para desentrañar Moiré, el cuento más largo del libro de Gustavo Monsalve. Aunque lo que importa no es desentrañar, sino entrañarse en la lectura. Moiré (en francés se traduce como tela o trama), está apoyado en dos tejidos de relato que se cruzan entre ellos en puntadas de frases escritas por uno de los personajes. La mirada de un niño de ocho años designa las formas de vida y muerte de lo que ya es su vida o de lo que ya sabe. Un padre es llevado de la mano. Una mujer es escrita en un diario incompleto. Dos ausencias condenan a los vivos al olvido de sí mismos. Un hombre odia. Frases que interactúan entre dos textos para aproximar algo borroso convocan a un juego permanente de suposiciones. Por momentos se aterriza en terrenos sólidos de pensamientos y reflexiones, para luego retomar la incógnita lineal que acecha a los personajes como un error que los constituye, pero al que no le encuentran su lugar. O mejor, como supone Adonis, su protagonista, “una suma de vacíos que exige un descuento”.
El libro de Gustavo Mosalve fue publicado hace pocos meses por la editorial independiente Tiers Monde. Los otros cuentos que se anuncian en su título son fantásticos. En Las dos valijas, la voz de un niño aproxima el relato de una madre que, desesperada de dolor, invoca a los muertos; en El niño loro, las unidades temporales se mezclan para relatar un hecho impresionante que su protagonista intenta comprender y en El árbol negro, tal vez el cuento más borgeano, lo fantástico se traslada a través de la simbología de los objetos. A todos los une una línea de suspenso que nace en el cuerpo de algún personaje con una mirada que queda resonando o con una lágrima. Como si quisiera hacer rodar un compendio de extrañamiento Monsalve va desandando las tramas para ofrecernos, generoso, su primer libro.
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