NADIE ACABARÁ CON LOS LIBROS (de Humberto Eco-Jean-Claude Carrière) por Silvia Renée Arias

NADIE ACABARÁ CON LOS LIBROS

de Humberto Eco-Jean-Claude Carrière

Lumen, 2010

por Silvia Renée Arias





Elogio de un invento maravilloso


Ya en las primeras páginas queda claro, en palabras de Humberto Eco: “El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor. El libro ha superado la prueba del tiempo…”



En este libro, que es una extensa, divertida y erudita charla entre Umberto Eco (autor de El nombre de la rosa, entre otros, ensayista y actual catedrático de Semiótica), y Jean-Claude Carrière, dramaturgo, guionista y ensayista, ambos entrevistados por Jean-Philippe de Tonnac (Le Nouvel Observateur), el amor por los libros no deja un tema sin ser tratado. Desde la memoria incontrolable que internet pone a nuestra disposición, la perplejidad por no saber si los datos que se vierten allí son exactos, la necesidad –o la imposibilidad- de verificadores de esos datos; las corrientes artísticas a lo largo de los siglos y los grandes poetas olvidados, pasando por los libros raros y caros, los incunables, los cambios culturales inducidos por las nuevas tecnologías, las computadoras y las impresiones y sus copias, que hace de la corrección el arte del infinito, hasta la historia del libro, los coleccionistas, las subastas y la censura del fuego, entre otros muchos temas, su lectura nos sumerge en el delicioso mundo de los libros, en su intimidad y su incalculable valor como “reflejo exacto de las aspiraciones y de las capacidades de una humanidad en busca de crecimiento y progreso”.



Acabado ejemplo de lo que representan los libros en nuestro espíritu, las anécdotas, las referencias y las asociaciones que los dos entrevistados generan en esta charla (a la cual uno se siente felizmente invitado, quizás en un salón rodeado de antiguas ediciones, acaso en una acogedora biblioteca donde predominan la madera y las lámparas verdes) descubren aspectos o bien poco conocidos o bien olvidados (la memoria de la humanidad es, a propósito, uno de los puntos más interesantes del libro). Por ejemplo, cuando de Tonnac le pregunta a Carrière si tiene la impresión de que la mayor parte de nuestras invenciones son la realización de antiguos sueños de la humanidad, el dramaturgo evoca el libro VI de la Eneida y el Mahabharata, para explicar por qué, en efecto, el presente realiza los sueños de los hombres que nos han precedido. Y recuerda más tarde, a propósito de borradores, una visita que Jorge Luis Borges le hizo a mediados de los setenta, y que describe una vez más al Borges que hemos conocido, pero que no deja de ser parte del atractivo de estas páginas. Cuenta Carrière: “Acababa de comprar mi casa de París y estaban arreglándola, así que había un gran desorden. Fui a buscar a Borges a su hotel. Llegamos, cruzamos el patio –yo lo llevaba del brazo porque ya casi no veía-, subimos las escaleras, y sin darme cuenta de mi falta de tacto, consideré oportuno excusarme por el caos, que Borges evidentemente no podía ver. Me contestó: . Todo, incluso una casa en obras, desde su punto de vista podía reconducirse a la escritura”.


Ahora bien, desde el título (Nadie acabará con los libros) se aprecia una evidente y obvia defensa del libro ante la ¿amenaza? de nuevos formatos –léase el libro electrónico-, tema sobre el que se ha escrito y se seguirá escribiendo. Se trata de una válida posición defendida por los tres responsables de esta charla, y corroborada por de Tonnac cuando dice que “el homenaje al libro de estas páginas intenta mostrar simplemente que las tecnologías contemporáneas están lejos de haberlo desprestigiado”. Uno le da la razón, y cabe preguntarse entonces si sirve de algo sostener un debate entre los diferentes formatos que la tecnología se empeña, en términos de tiempo cada vez más breves, en proponer. Nada detendrá al futuro, ni falta que hace, y en todo caso se trate de una pantalla o de papel, lo cierto es que determinados libros, como éste que reseñamos, merecen la pena ser leídos. Porque desde el punto de vista de quienes amamos los libros y el conocimiento, entendido éste como bien apunta Carrière como “la transformación de un saber en una experiencia de vida”, nada hay más placentero que la lectura de un buen libro. Y entonces volvemos al comienzo y a las palabras con las que Umberto Eco corona su parecer acerca de este objeto que ha superado la prueba del tiempo: “Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero seguirá siendo lo que es”. Lo que es, lo que fue y lo que será: un invento maravilloso.

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