Escribe un fanático. Llegué a Ellis con American Psycho y desde entonces me convertí en un ferviente defensor de su cuestionada obra. Algunos lo aborrecen, otros lo aman. Todos lo leen. Ellis tiene la maldición de ser un bestseller. Ellis escribe para ser un bestseller. Y, sin embargo, hay algo en la suavidad de su prosa, en la descripción del movimiento, que lo coloca muy arriba en el canon posmoderno de la literatura. La elección de la trama, la estructura narrativa, la utilización funcional de los personajes. Sin duda, Ellis sabe lo que hace.
Cerca de 25 años atrás, cuando Bret era apenas un adolescente tardío y yo era un niño, Less than zero abrió una brecha en la literatura norteamericana. Un historia sencilla escrita de un modo sencillo. Un chico de 18 años regresa a su casa durante un receso navideño de la universidad y se encuentra con la decadencia de finales de los 80s en la zona rica de Los Ángeles. Ellis, como más tarde hace en American Psycho, en Glamourama y hace poco en Lunar Park, describe un periodo de tiempo con la mirada lúcida y salvaje de la narrativa testimonial. El contexto varía y entonces el texto varía. El mismo autor hiperrealista de Less than zero expone el drama psicológico de un yuppie psicópata, los flashes de un escritor en recaída de drogas, y las dificultades de ser el padre de un adolescente amante del rap, con la misma pluma y el mismo ritmo de escritura que lo hace tan bueno en lo que hace. Esa es la genialidad de Ellis: que no le importa nada. La mayoría de los escritores escriben lo que quisieran leer. O sea, escriben lo que en algún momento leyeron. O sea, imitan. Ellis escribe algo que nunca leyó. Crea un universo novedoso con la sencillez de quien transcurre su vida dentro de ese universo novedoso. Eso es Kafka, Chejof, Saki.
Como dije, soy un fanático.
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