JOSÉ MARÍA MARCOS

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Recuerdos parásitos (quién alimenta a quién...)
Muerde muertos (quién alimenta a quién...)
Los fantasmas siempre tienen hambre









A) ¿Cuándo escribís? ¿Tenés algo así como una “rutina”?
Escribo a diario por mi labor de periodista. Ésa es mi rutina. No me imagino ejerciendo otra actividad. Alterno la producción de noticias con los textos literarios.

B) ¿Le dedicás todo el tiempo que te gustaría a escribir?
Quisiera dedicarme a la literatura las 24 horas del día y las 24 horas de la noche, como diría el poeta Herminio. Considero igual que soy un afortunado porque en los últimos años he podido ir consiguiendo más tiempo para la ficción.

C) ¿Sobre qué tema pensás que no vas a escribir nunca? ¿Por qué?
Difícil saberlo. ¿Por qué? Responder a esa pregunta quizá sea como jugar a la ruleta.

D) ¿Últimos tres libros que hayas leído y te hubiera gustado escribir a vos?
Hace poco estuve releyendo las historietas de Héctor Germán Oesterheld y me deslumbré por la imaginería puesta en escena. Las tiras “Mort Cinder” o “Sherlock Times”, con ilustraciones de Alberto Breccia, son grandiosas, pero, sin dudas, “El Eternauta”, con Solano López, alcanza uno de los puntos más altos dentro de la historieta. En la segunda parte, donde otro hubiera hecho un panfleto montonero, Oesterheld plantea interrogantes políticos, los miedos y el clima de una época, se anima a cuestionar al héroe y compara al Eternauta con sus enemigos. “Por un instante son inhumanos los ojos del Eternauta. Las pupilas, dos pozos insondables, o dos ventanas al infinito”, dice y agrega: “No, no es más el Juan Salvo que conozco. Es un extraño total. Tan ajeno como un ‘Ello’”. Los “Ellos” son los enemigos de la humanidad. Sólo una obra maestra puede caminar por esa línea tan delgada. Otras novelas que recomendaría son “Los girasoles ciegos”, del español Alberto Méndez, y “Déjame entrar”, del sueco John Ajvide Lindqvist. “Los girasoles ciegos” es una novela sobre la Guerra Civil Española. Es una obra breve de una contundencia impresionante: uno de los mejores ejemplos de cómo la poesía puede brillar en una buena prosa y, a su vez, cómo la prosa puede brillar al lado de buena poesía. En “Déjame entrar”, Lindqvist actualiza el mito del vampiro, y en el comienzo expone la clave del horror contemporáneo: “Donde ahora se alzaban edificios de tres alturas, antes no había más que bosque. Los misterios del pasado no estaban a su alcance; no tenían ni siquiera una iglesia. Una población de diez mil habitantes, sin iglesia. Eso ya dice bastante de la modernidad y racionalidad del lugar. Bastante de lo ajenos que eran a las calamidades y al terror de la historia. Lo cual explica en parte lo desprevenidos que estaban”. Es un gran comienzo que entrelaza la vieja tradición del gótico con los problemas actuales de Europa.

E) ¿Estás escribiendo algo nuevo ahora? ¿Qué?
Estoy escribiendo guiones de historietas, cuyas ilustraciones están a cargo de Iñaki Echeverría. Concebir relatos teniendo en cuenta el desarrollo visual ha sido un gran aprendizaje. Son piezas para un proyecto colectivo junto a Gaby Cabezón Cámara, Alejandra Zina, Leonardo Oyola, Esteban Castromán, Leandro Ávalos Blacha y Oscar Fariña, que esperamos pueda editarse en breve. También en esta primera mitad del año, estuve muy abocado a la difusión de la novela Muerde muertos (quién alimenta a quién...), escrita con mi hermano Carlos, y a la reedición de Beber en rojo (Drácula), de Alberto Laiseca, que lleva un prólogo mío, y en estos meses, mi anhelo es retomar la escritura de una nouvelle en la que busco cruzar la tradición de Robert Howard (Conan el Bárbaro, Kull de Atlantis y Solomon Kane) con las historias de Eduardo Gutiérrez (Juan Moreira, Hormiga Negra y Juan Cuello), con un protagonista, un poco cascoteado y solitario, donde la ciudad de Buenos Aires y el territorio bonaerense sean los escenarios. 

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