HUÉSPED, HUÉSPED de Candelaria Saenz Valiente)
Acuático, 2013
por Florencia del Campo
El huésped es un invitado que debe acatar ciertas normas de convivencia y de conducta. Hay quienes se llevan mejor con ese tipo de situaciones y a quienes los pone un poco en jaque, pero todos lo hacen por unas merecidas vacaciones. “¿El huésped deja de ser individuo para transformarse en huésped?”, pregunta la narradora del primer cuento de esta antología de nueve más cuatro interludios numerados (e intercalados), y esta pregunta cruzará de manera transversal todos los relatos.
Acuático, 2013
por Florencia del Campo
El huésped es un invitado que debe acatar ciertas normas de convivencia y de conducta. Hay quienes se llevan mejor con ese tipo de situaciones y a quienes los pone un poco en jaque, pero todos lo hacen por unas merecidas vacaciones. “¿El huésped deja de ser individuo para transformarse en huésped?”, pregunta la narradora del primer cuento de esta antología de nueve más cuatro interludios numerados (e intercalados), y esta pregunta cruzará de manera transversal todos los relatos.
El primero de los cuentos es el diario de la estancia de una mujer en Misiones, en la posada de su prima, adonde va a vacacionar. La rutina alimenticia, la contemplación de una vaca, la nada, el silencio producido por la propia gente, la observación a los demás huéspedes, el aprendizaje del código de anfitriona al que la narradora tiene la ventaja de acceder porque la dueña del lugar es un familiar suyo, y dormir, son las actividades más pertinentes, por no decir sensatas, que puedan desarrollarse en un paréntesis espacio-temporal de la vida de un individuo, como son las vacaciones. Hasta que la muerte de uno de los huéspedes irrumpe en la tranquilidad y el reposo campechanos, y aparece el comisario Nietzsche que con parsimonia y sadismo pretende develar el misterio de quién es el asesino. ¿Su nombre?, pues, es natural: un guaraní descendiente de alemanes, nada que exija demasiada explicación aunque produzca sorpresa.
Sin embargo, esto es recién el comienzo y Nietzsche no será el único personaje cuyo nombre nos resuene. Vendrá un Fernando Pessoa que mantendrá la nacionalidad y la profesión del conocidísimo y que, invitado a la casa de sus editores en Lisboa, queda atrapado en una situación bochornosa cuando algo bizarro sucede y los editores le piden explicaciones a él, un tipo introvertido, imperturbable y por demás silencioso.
De este modo, la autora nos sumerge en una serie de relatos que tensionan la vida cotidiana, la normalidad y la sensatez hasta inflarlas lo suficiente como para que exploten, vuele todo por los aires y caigan los restos de aquello devenidos en abatimiento, cursilería y absurdos. Con reminiscencias de una literatura irlandesa del estilo de Flann O´Brien, estos textos, un tanto más eslavos (mucho de Polonia en las historias y bastante del estilo de Kafka), también consiguen ese efecto humorístico -resultante de la parodia- pero al tiempo claustrofóbico tan propio de novelas como El tercer policía o Crónica de Dalkey, donde además teníamos entre los personajes a célebres figuras como James Joyce o San Agustín.
El libro de Saenz Valiente es una gran parodia del catolicismo, el puritanismo, los polacos y el orden establecido. Pero también es parodia de los adornitos en el estante de la chimenea y del estampado de la funda del sillón. Es decir, es parodia y es burla, una burla cuasi soberbia que da como resultado un particular sentido del humor, que junto con la comicidad son, además de efectos de lectura, temas tratados en las historias.
Celebro que me haya matado de risa (sobre todo el último cuento) y que haya también una literatura argentina tan poco argentina como esta.
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