NEGRO SOBRE BLANCO (de Esteban Quirós), por Florencia del Campo

NEGRO SOBRE BLANCO
de Esteban Quirós
Ártese quien pueda, 2013
por Florencia del Campo






¿Transformación o torción? ¿Metamorfosis, mudanza? O: ¿distorsión, deformación? No sé, no sé: otra… “La muy turra era otra. Otra”.
¿Y quién era ahora?, ¿una cucaracha? No, no: “Otra. La muy turra era otra”. ¿Y quién era antes?, ¿Gregorio Samsa? No, no: antes había sido su mujer, y después era otra; “la muy turra era otra”.
Negro sobre blanco es la primera novela de Esteban Quirós, que antes de ser publicada ya había resultado finalista del Premio Herralde 2006.
El narrador es “un muchacho de clase media con una vida armada casi por completo recién cumplidos los treinta”: un empleo en un banco, los ahorros en efectivo guardados en un cajón, una suegra que parece exigir descendencia y a la que odia sobre todo porque  odiar a la suegra es deporte nacional, una novia-mujer guapa con buen culo que trabaja de secretaria de un médico, un departamento más amplio que para dos en el barrio de Monserrat, una infancia en Mar del Plata, un compañero de trabajo compinche, unas cervezas después de la oficina, unas caminatas del microcentro hasta la casa, y un psicoanalista.
Pero un día se despierta y su mujer ya no es la que era, se ha convertido en otra. ¿Cómo en otra?, será la pregunta que le hagan Gauna, su compañero de trabajo, y su psicoanalista; y él responderá: “Otra. La muy turra era otra”. Desde entonces, la vida de este joven no va a hacer más que entrar en un declive vertiginoso cuyo eventual golpe final intentará amortiguar con la ayuda de su psiconalista Maidana, “el profesional de la interpretación del inconsciente” que responde con gestos típicos del estereotipado analista freudiano-argentino tales como llevarse el dedo índice al borde de los anteojos, sentarse sobre una nalga y solo una, usar un Mercedes Benz, no reaccionar ante una lluvia de insultos, abusar de los silencios y la parsimonia, y tener un cuadro de Freud colgado sobre su cabeza que funciona “como una suerte de vigilante superyoico y paternalista (…) doctor Freud de las alturas”. Pero el psicoanalista Maidana tiene la posión mágica si no para solucionar los problemas, para mantener(se) en la vereda del trabajo constructivo de y en análisis: poner negro sobre blanco.
Una novela que abre con una cita de El sueño de los héroes de Bioy Casares para darnos la pista de que lo que leeremos será un homenaje a esa obra clásica de la literatura argentina de mediados del siglo XX. Un Gauna en Negro sobre blanco con su amada Clara que invocará a aquellos entrañables personajes de Villa Urquiza o Saavedra. Un repentinismo fantástico que altera el orden de las cosas y de la vida cotidiana. Y otro Maidana…




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