OTOÑO (de Ali Smith), por Natalia Viñes

OTOÑO
de Ali Smith
Nórdica, 2021
por Natalia Viñes


Esta novela comenzó a escribirse los días posteriores del referéndum que se hizo en junio de 2016 por la permanencia o no del Reino Unido en la Unión Europea, el comienzo de lo que fue la primera conversación social sobre si sí o si no: el brexit, y se publicó apenas cuatro meses después de ese día. Se llama Otoño, de Ali Smith y es parte de su tetralogía: Cuarteto estacional. Esta es la primera novela del conjunto que llega a nuestra lengua. Viene de la mano de Nórdica, con la traducción de Malena Palmer. Tendremos una nueva por cada estación. Es una celebración que podamos leer la obra de Ali Smith, escritora escocesa, considerada en este momento una de las grandes escritoras del Reino Unido. Súper prolífica. Muchísimos libros de cuentos, muchísimo de no ficción, escribe para varios medios y sus obras de teatro han circulado por muchos festivales. Esta tetralogía es considerada una de sus máximas obras.

El caldo en el que se escribe Otoño se derrama en todo el relato: el comienzo del fin de algo. La frontera neofascista elegida contra todo cálculo por agricultores, jubilados, obreros, desempleados compone este paisaje y su título: “Cuando algo similar a la noche sucede en pleno día..”, dice el Sr. Gluck, uno de los protagonistas verticales de esta novela. 

Los personajes caminan por su pueblo en las afueras de Londres, donde se empiezan a levantar vallas electrificadas en territorios públicos, se leen grafitis en contra del enemigo extranjero, y ellos mismos –y sus vecinos— se vuelven el otro para los otros, y lo que va cayendo bajo sus pies son las soberanías que se entendían hasta entonces. Sus admisiones para ser atendidos por cuestiones de salud, o para renovar los pasaportes son maquinarias perfectas kafkianas que han devorado a los propios que las deben hacer funcionar. Es la grieta que se funda en el norte, donde se deja entrever que toda grieta tiene su historia. La pregunta por el porvenir no se hace, es una preocupación, una retórica de la que se componen los ánimos.

Ali Smith de todos modos tendrá el gesto de mirar para atrás, un poco para adelante, de escribir el presente, tratar de hacer algún tipo de estampa con todo eso. La novela está narrada con una cronología cortada, interrumpida, ensamblada. Una narrativa cercana a la forma en que los pensamientos suelen contarnos las cosas cuando intentamos mirarlos.

En Otoño la amistad de Elizabeth Demand, profesora de historia del arte, y Daniel Gluck atraviesa la novela. Ellos componen el encuentro que tal vez es el más esperado de esta vida: el de ser interlocutor uno de otro. Los diálogos entre ellos, y las imágenes de sus momentos compartidos trazan una biografía en la vida de ambos.

Se conocen cuando ella es una niña, y él (ya) su vecino viejo. En el presente de la novela el Sr. Gluck está internado (se entiende que en sus últimos días) y ella, ya adulta, lo visita y le va a leer, aunque más bien lee mientras él duerme un sueño que apenas entrecorta para saludarla.  

Es una de esas amistades transgresoras y por eso posibles y duraderas. Él le enseña a mirar. Toda la novela atraviesa el verbo mirar. Smith para eso hecha mano a múltiples materiales que se entrelazan y se convierten en el modo de construir el relato: autores y libros de literatura, la gran obra de una artista plástica, cuentos (muchos), leyendas, pensamientos.

En Otoño, los relatos tanto de lo onírico de ojos abiertos, como de los sueños no son algo que están en el negativo de la trama. Admiten un recorrido a través de la palabra que elude una conclusión última e intenta zigzaguear la contingencia, tratar de tocarla, dar con ella en alguna letra, lo que indefectiblemente lleva a un relato altamente poético (sino es que, de pronto, de a ratos, el relato termina convirtiéndose en poema). La traza estética de Otoño reafirma lo que Gluck resume como: “Toda historia cuenta con una imagen. Toda imagen cuenta con una historia”. Ver con la imaginación, ver con la memoria, entendiendo a “ver” en Otoño en la misma conjugación que “ser y estar”. Una historia sencillísima, con una prosa sencillísima es la trampa que usa Ali Smith para meternos en este espacio infinito que por suerte tiene tres novelas más por venir.

1 comentario:

Gabriel dijo...

Muy buena reseña!!! Ahora quiero leer esta maravilla...Gracias!

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