AGUJAS DORADAS (de Michael McDowell), por Cezary Novek

AGUJAS DORADAS
de Michael McDowell
La Bestia Equilátera, 2021
por Cezary Novek

Una venganza implacable

Segunda novela traducida recientemente al español por La Bestia Equilátera, Agujas doradas sitúa la acción en la sórdida Nueva York de 1871.

Una muerte casual termina por incriminar a una persona inocente, que es utilizada como cabeza de turco con fines políticos. Este suceso –en apariencia sin relación con el conflicto latente entre ambos grupos– desatará un efecto mariposa que culminará con una terrible e inexorable venganza. La novela se hace un poco larga al comienzo, en el sentido de que tiene muchos personajes y por momentos uno se pierde o se distrae, pero continúa con la lectura porque las descripciones son muy grotescas y el morbo puede más. Con el correr de las páginas, vemos que hay dos grupos de personajes, dos familias antagonistas: Los Shank y los Stallworth. Prestamistas, abortistas y falsificadores, los primeros; jueces, abogados, pastores, los segundos.

Publicada originalmente un año antes que su obra maestra más conocida, Los elementales, Agujas doradas es una novela que toma aspectos de El conde de Montecristo, Los miserables y Oliver Twist y los lleva al paroxismo de la truculencia, rozando el terror y el gore, siempre mechado con altas dosis de humor negro. Todos los personajes, buenos y malos, están repletos de miseria moral, resentimiento y mezquindad. No se quieren ni entre sus seres queridos y hasta hay niños que se sorprenden felices de ser separados de sus padres, así como prejuicios raciales y sociales que tienen más peso que las propias leyes. Las Agujas doradas a las que hace referencia el título consisten en un accesorio para preparar la pipa de opio, que en esta historia son utilizadas como arma en diferentes ocasiones.

Michael McDowell  nació en Enterprise Alabama, en 1950. Se graduó con honores en Harvard y en 1978 se doctoró en Literatura Inglesa y Norteamericana en la Universidad Brandeis. Escribió guiones para televisión, entre ellos algunos capítulos de Cuentos de la Cripta, Historias asombrosas y Tales from the Darkside y Alfred Hitchcock presenta. Para el director Tim Burton escribió los guiones de Beetlejuice (1988) y El extraño mundo de Jack (1993). Daba clases de escritura de guiones en las universidades de Boston y Tufts. Durante toda su vida fue aficionado a coleccionar memorabilia sobre la muerte (fotos de cadáveres, ataúdes de niños, mechones y broches de pelo, tarjetas y avisos fúnebres, etc.). Dicha colección fue adquirida por la Universidad Northwestern de Chicago y exhibidos en una muestra permanente en 2013. Además de sus dos novelas traducidas recientemente, Los elementales y Agujas doradas, McDowell escribió varias series. La más destacada es Blackwater, que narra a lo largo de seis volúmenes cincuenta años en la vida de la familia Caskey. Considerado “uno de los mejores escritores de horror del mundo” por Peter Straub y “el escritor más refinado de los Estados Unidos” por el mismísimo Stephen King, en 1994 le fue diagnosticado HIV y falleció en diciembre de 1999, dejando una última novela inconclusa. Le sobrevive su pareja durante treinta años, el dramaturgo Laurence Senelick.

Las novelas de Michael McDowell se caracterizan por retratar familias en permanente tensión, llenas de rencores y sentimientos encontrados. No solo en Agujas doradas y en Los elementales está presente ese factor. Su última novela Voces del silencio (Burning candles), que fuera completada por Tabitha King a la muerte del autor, gira en torno a una niña que descubre un extraño poder mientras, sin saberlo, está en el medio de un fuego cruzado de una guerra sin cuartel por una herencia. McDowell fue un escritor de gran oficio y estilo, conocedor de todos los resortes y engranajes que hacen avanzar una historia, llevando siempre esta mecánica un poco más allá. De comienzos lentos, pone su maquinaria narrativa a tensar las cuerdas hasta lo insoportable para concluir con finales apoteósicos en los que no queda ningún cabo suelto ni faltan las carcajadas involuntarias. “El mejor arte surge de ser estructurado”, decía este autor que no dejaba detalle librado al azar.

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