EL MAL MENOR (de C.E.Feiling), por Jesica Taranto

EL MAL MENOR
de C.E.Feiling
La bestia equilátera, 2021
por Jesica Taranto


C. E. Feiling falleció en 1997 a los 36 años, pero en un proyecto de exploración con los géneros que quedó trunco llegó a escribir, además de un libro de poemas, tres novelas: un policial, una de aventuras y una de terror. Si bien el terror en la literatura argentina ya aparecía en la época de El matadero de Echeverría, El mal menor exploraba el género de una manera más pura y abierta como no era frecuente en la literatura en español, aunque su inspiración y evidente conocimiento proviniese más que nada del terror norteamericano contemporáneo. Hasta hace poco inconseguible, La Bestia Equilátera reedita El mal menor al mismo tiempo que se estrena la libre adaptación cinematográfica dirigida por Natalia Meta (El Prófugo) y vuelve a poner en panorama al escritor que se nos fue demasiado temprano.

La novela en cuestión empieza con una escena muy característica del género en la cual una situación mundana y cotidiana empieza a tornarse extraña como manera de anticiparse a lo que sucederá después: a la protagonista le golpea la puerta una vecina quejándose de los taquitos que caminaban sobre su techo toda la noche anterior a lo que ella responde que todavía el departamento no estaba habitado porque acababa de mudarse. Esta protagonista es Inés, una mujer joven y exitosa, dueña a medias junto a su socio y amigo Alberto de un elegante restaurante en San Telmo, divorciada y recientemente en una pareja que parecería estar tornándose más seria de lo que la hace sentir cómoda. También bebe y esnifa cocaína y es quien le pone su voz en primera persona a una de las líneas narrativas. Un personaje femenino muy interesante que rompe moldes pero a quien la realidad pronto empieza a torcérsele a través de pesadillas que parecen corporizarse.

Por otro lado está Nelson, un tarotista que vive con su madre postrada, una señora mayor de quien se siente obligado e incapaz al mismo tiempo de ser su sucesor porque la mujer de aparente fragilidad en realidad posee un creciente poder. Lo que une ambas líneas, esta otra en tercera persona, es el misterioso y sugerente mundo de los sueños, los arcontes y la amenaza de un visitante, un prófugo, hacia el mundo terrenal.

Estos arcontes son unos pocos seres de mayor sensibilidad, algo así como guardianes que intentan impedir que los prófugos pasen por el Cerco que nos mantiene a salvo para llegar a la Vigilia, lo que sería nuestro mundo real, y para eso han aprendido a no soñar. Para ellos las personas normales pasan a ser simples soñadores.

Es una bendición, créeme. Vivir en los sueños de las personas; ser susurrado en las esquinas de las calles, pero no tener que estar. ¿Lo entiendes?”, se leía en el cuento Lo prohibido, de los Libros de Sangre de Clive Barker, aquel que inspiraría Candyman, una de las varias películas que aparecen mencionadas en la novela. Acá este prófugo utiliza las pesadillas de Inés con el fin de hacerse más fuerte y ambos personajes tendrán que unirse para impedir el peor destino, porque el traspaso de uno abriría otros. La amenaza de que el mundo como lo conocemos se desmorone.

Salvo unas pocas aunque importantes escenas en el exterior, toda la novela sucede en una Buenos Aires de los 90s inquietantemente familiar. Pero no sólo de terror se vive y Feiling consigue un tono con pizcas de humor y de ironía que ayudan a una lectura rápida e ininterrumpida. Los personajes son atractivos y te arrastran con ellos a través de las páginas.

Más allá de una trama que a simple vista podría parecer enrevesada, El mal menor cuenta con una prosa simple que apela a lo directo y sin vueltas rebuscadas ni largas descripciones, al mismo tiempo que combina toda una mitología con la psicología del inconsciente. Porque qué más tenebroso que lo que proviene de una zona que está dentro nuestro, que escapa a la lógica, que conoce cada temor, cada deseo, y a la que al mismo tiempo no podemos controlar, que nos enfrenta a lo que buscamos contener o pretender que no existe en nuestro día a día, desconocida y al mismo tiempo familiar. Freud establecía que todos los sueños representan la realización de un deseo por parte del soñador, incluso las pesadillas. “Nadie merece soñar, acostarse todas las noches de su vida sabiendo que va a ser juguete de aquello mismo que emplea cada día en reprimir”, escribe Feiling en su novela que parece anticiparse a mucho de lo que actualmente se escribe en la literatura argentina de cruce de géneros.

En ese mundo apenas corrido del que conocemos, donde algo siniestro y sobrenatural choca con el orden cotidiano, el escritor desarrolla su historia entre detalles penetrantes, como el particular aroma que caracteriza a las ominosas presencias sobrenaturales, y referencias populares del cine de terror. Hay más de Stephen King que la frase que funciona como uno de los epígrafes; está esa idea de un terror que se siente cercano aún dentro del perturbador universo onírico y al mismo tiempo resulta muy visual.

Es cierto que muchas de las escenas de terror podrían pasar por clichés para el género. Pero también que, como subrayo de la novela: “Aunque no habla bien del ingenio de los seres humanos, es un hecho que las opiniones y frases trilladas, cursis, suelen ser bastante ciertas.” Estamos ante una novela que más allá de lo sobrenatural se siente cercana porque los miedos a la larga son universales. “Vos sos la que te mastica en sueños”, le aparece como mensaje a Inés en una de las pesadillas y deja en el aire esa aterradora sensación de que todo proviene de una misma.

A la lograda construcción del terror psicológico que juega todo el tiempo con la duda de qué es real y qué no, se le suman unos pocos pero impactantes momentos de gore y un final que te despierta como una cachetada que toma un tiempo asimilar.

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