LA INOCENCIA
De chica, su
mamá se metió en una religión. Así, sin nombrarla presentándola como una
entidad propia, casi como si fuera una secta. De manera paralela, descubre que
tiene un cuerpo. Quizás a ese cuerpo de mujer se lo puede pensar como el verdadero
protagonista de esta historia. Toda la novela está atravesada por él.
Mientras la
madre está metida y la arrastra con ella hacia esto que su protagonista no
termina de entender, sabe que su cuerpo en transformación es algo que no está
permitido y tiene que esconderse. Es por eso que intenta explicarse a sí misma la
historia de la Biblia y de Dios y se la repite como queriendo atar cabos que no
consigue atar porque, por ejemplo, en esas historias donde se castiga toda
conducta animal en la que se usa el cuerpo para “cosas que no sean extender la
obra de Dios”, nunca aparece una mujer que se masturbe. Si no aparece no existe
y entonces ¿qué está haciendo ella con este cuerpo que se le revela deseante? Lo
que tiene que ver con la masturbación uno de los aspectos más interesantes de
la novela, en la cual la autora abarca con mucha soltura una experiencia sobre
la que aún se escribe poco, en especial desde el lado de la mujer. Acá se
presenta en detalle no sólo como el inicio de la exploración sexual, sino como una
manera de conocerse e incluso de tener el control sobre el cuerpo de una.
“Después le pedí perdón a Dios y me vestí” escribe luego de narrar su primer
orgasmo, al que aún no sabía nombrar como tal, a través de la masturbación.
Esconderse, tener
secretos, mentir, la fijación con la imagen; la adolescencia. En esas escenas de
secretismo es donde se encuentra la parte más interesante del relato, donde se
permite decir las cosas como son, donde el sexo aparece como aquello que puede
ser tentador y peligroso pero también necesario de enfrentar. La sexualidad
como algo que siempre se está explorando. Todo esto narrado de un modo coloquial
y directo, sin vueltas ni metáforas rebuscadas.
En su último tramo aparece ya otra manera de habitar el cuerpo y ahí entra el tema de la maternidad. A esta altura la novela parece querer abarcar demasiadas aristas, todos esos temas y preocupaciones juntos que suelen aparecer en los libros escritos por su autora, y pierde un poco el eje. Esa dualidad, la religión como esa especie de secta o entidad en contraposición con su despertar sexual y la exploración con su cuerpo por aquellos años, queda un poco detrás ante algo que eventualmente se abrió hacia otro lado, hacia la adultez donde las preguntas que se hace son distintas y para encontrarlas, quizás haya que seguir escribiendo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario