Considerar la literatura de terror —aunque yo hablaría de literatura siniestra y fantástica en el sentido de Todorov— como de segundo orden o menor es un tópico manido. Esto se debe, a mi entender, a la ignorancia por parte de la crítica; a que sufre de prejuicios académicos burgueses —siempre “de techo bajo”— y a las polémicas estériles. En mi caso, yo no me considero perteneciente a este ni a ningún otro “género”. Si hay algo de valioso en lo que escribo pertenece, si acaso, a la literatura. La literatura universal es ancha y grande, llena de corrientes, matices, estilos… El género es una etiqueta comercial espuria que solo aporta confusión y es despreciada por los auténticos lectores amantes de la cultura.
B- ¿Qué autores o artistas fueron y son sus influencias para su escritura? ¿Qué libros le dieron realmente miedo? ¿Por qué?
En general, mi literatura es de corte fantástico, aunque también hay excepciones. Descansa sobre un sólido estrato de realismo propio de la gran novela decimonónica. He aprendido más en Balzac, Zola y Dostoyevski, o en los autores latinos del realismo mágico que en las escritoras góticas o en Lovecraft. Luego viene en el yacimiento de lo que he ido produciendo, una capa de expresionismo —con Alfred Kubin y Gustav Meyrink— y de vanguardias, que me han enseñado a romper los moldes del realismo. Y he aquí una franja roja que lo cruza todo y lo impregna de libertad, con cierto escándalo de entrevistadores poco avisados: las obras del Marqués de Sade, que me han enseñado una filosofía atea y libertina en el arte y el pensamiento. En cuanto al estilo, mi español bebe de Quevedo, de Valle Inclán, de Ramón Gómez de la Serna y de los modernistas. Y mi erotismo, de Sidonie-Gabrielle Colette. Mis fantaseos más radicales en temas letales, se deben, entre otros, a Hanns Heinz Ewers, a Allan Poe, al romanticismo lúgubre y al cine gore. Mi obra fantástica de cabecera es la insólita Malpertuis, de Jean Ray, seguida por El golem, de Meyrink, pero a todas ellas prefiero La metamorfosis de Kafka, que ya no me atemoriza, pero lo hizo, y mucho, en el pasado.
C- ¿Qué elementos considera que debe tener en cuenta un escritor de género de terror hoy en día? ¿Considera que el género debe renovarse, ve algún tipo de cambio a futuro?
Hoy
en día un escritor de género precisa haber nacido escritor y haberse formado en
la literatura clásica. El llamado género no es un refugio de aficionados, talentos
mediocres y voluntaristas que quieren ser Lovecraft (y no debería serlo). No
hay que temer por el futuro de la literatura fantástica más que en este caso.
Por lo demás, es inmortal, como tejida con elementos religiosos y míticos
sublimados. Siempre necesitaremos del más allá que se encuentra en el
patrimonio cultural y en nosotros mismos, pero dudosamente en los robots y los
superhéroes. Actualmente, lo fantástico se estudia en las universidades, cuenta
con excelentes escritores en todo el mundo, y ya solo es mirado de reojo por
las mentes estrechas que prefieren ignorar a disfrutar.
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