PABLO MARTINEZ BURKETT
¿Qué libro, autor o tipo de literatura
considera que está sobrevaluada? ¿Por qué?
Ese híbrido narcisista de la llamada ficción
autobiográfica (oxímoron más o menos), mejor conocido como Literatura del Yo.
Probablemente Lacan tenía razón cuando postulaba que la escritura es fruto de
una autoexploración que lleva al autoconocimiento y una búsqueda del propio yo
y su comprensión. Sin embargo, a mi modo de ver, el endiosamiento del autor
devenido en personaje, una suerte de unión hipostática no es más que otra
prepotencia de la egomanía contemporánea. La declamada ambigüedad entre la
veracidad y la verosimilitud fue dando paso al exhibicionismo autorreferencial
que, antes que contar una historia, se orienta a convertir al autor en una
estrella de rock, un oráculo cuya experiencia de vida ficcionalizada debe ser
predicada a todos los fieles.
Por supuesto que mentes más esclarecidas
tendrán sobrados elementos para refutar mi anatema, enumerar los méritos de
obras y epígonos y arrojarme una maldición gitana que rime con mamerto. Me paso
muchas horas estudiando el artefacto literario. Me encanta. Pero al final del
día, la lectura se resume en el socorrido binomio “me gusta/no me gusta”. Y
tanta bambolla con la literatura del yo me respira sobrevalorada. En una
entrevista a Mariana Enríquez (29-09-2020), el
diario El País avizoraba el final de la ola de la escritura autobiográfica en
favor de la literatura fantástica. Ojalá y así sea.
¿Qué libro, autor o tipo de literatura
considera que debería tener más atención o reconocimiento del que tiene? ¿Por
qué?
Una pléyade de autores argentinos que la vienen
yugando con esfuerzo y creatividad. Sea la crítica especializada o las
editoriales grandes (y también las medianas) creo que a la hora de señalar los
referentes de un determinado género se acude al atajo de preferir siempre a los
mismos. Muchas veces, por haraganería, ignorancia, amiguismo, conveniencia o
venalidad. Lo mismo da. Pero más allá de estos primeros nombres, que por alguna
razón están donde están, hay una legión de segundas y aún, terceras espadas a
quienes habría que prestarle un poquito más de atención porque ante la ausencia
de un prestigio por cuidar, no repiten fórmulas ni se enrolan en modas y
volubles militancias. Se dedican a contar historias, que de eso se trata
escribir. Y lo hacen muy bien. En lo personal no creo que el reconocimiento
resulte de un silogismo: escribe bien, se merece que le vaya bien. La
vida está llena de ingratitudes. No lo voy a descubrir yo acá. Cualquier
especulación contrafáctica pertenece al terreno de la ciencia ficción, pero:
¿qué hubiera pasado si un ya canónico Borges no hubiera habilitado la
publicación de un primer Cortázar? ¿O de “Cien años de soledad” sin un Paco
Porrúa?
En suma: críticos, editores, periodistas,
reseñadores, blogueros, bookgramers, booktubers y demás tribus aledañas:
busquen, revuelvan, comparen. Es más trabajoso y quizás menos osado. Pero les
garantizo que en la literatura argentina contemporánea hay autores realmente
increíbles y que, sin embargo, van oscuros por la sombra bajo la solitaria
noche. Ah, sí, claro, es una deficiente traducción de la hipálage de Milton…
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