SUSANA IBAÑEZ
a) ¿Cuál es tu opinión sobre la autoedición o "edición de autor"? ¿Te autoeditaste alguna vez?
Para hablar de edición de autor tal vez haya
que distinguir entre tipos de autores y tipos de ediciones. El
primer autor en el que solemos pensar es el emergente que para publicar su
primer libro recurre a una imprenta porque no sabe cómo acercarse a una
editorial, o porque teme que lo rechacen, o porque ya lo han rechazado. Acaso
espera que a partir de esa primera publicación alguna editorial se interese por
republicar el libro o le solicite material. Autores que lograron ubicarse en el
centro del canon han comenzado de esa manera y nunca renegaron de esa primera
decisión. Es sabido que Borges pagó por la publicación de Fervor de Buenos
Aires. Y algo de razón tienen quienes deciden empezar así: una editorial
tradicional apuesta por un autor que va a vender libros, y solo sabemos si
alguien va a vender libros si ya los ha vendido antes. Y a muchos les ha ido muy
bien tras un primer libro autopublicado: entre los contemporáneos, Atwood
también pagó la publicación de su primer libro, y a partir de eso obtuvo
excelentes contratos.
También está el autor que, aun con varios libros en su
haber, prefiere autopublicarse porque le interesa retener el control de
los costos y de la estética del libro, y distribuirlo justo donde sabe que
tiene lectores. Esta puede ser una decisión acertada para quien puede cubrir su
zona de venta con presentaciones. Es más: a escritores ya consagrados,
autopublicarse puede redituarles mucho más dinero que publicar en una
editorial. Sabiendo esto, muchos autores que buscan retener el control de
derechos, estética y distribución han fundado editoriales para publicar sus
textos, publicar a autores cercanos y obtener un ingreso que les permita
dedicarse a la escritura. Aplaudo a quienes dan este paso, porque aportan al
sistema editorial y descubren nuevos escritores. Eso sí: creo que quien decide
hacerse editor tiene que formarse como tal y tener claros su objetivo y su
estándar de calidad.
En cuanto a tipos de edición, existe un mercado
digital enorme donde la autoedición es prácticamente la regla: escritores
jóvenes o emergentes, sobre todo los que frecuentan géneros de gran difusión,
pueden publicar sus libros en plataformas a las que acceden lectores fieles a
esos géneros y lograr de esa manera que sus textos, que se leen por un precio
mínimo, circulen más allá de los límites que imponen la distribución
tradicional. A estos lectores no les interesa que no haya una editorial detrás
de lo que leen; solo buscan que la historia sea entretenida. Esta opción puede
no funcionar para autores que apuntan a un lector de más edad o que producen
una literatura que requiere una lectura atenta.
Y está la autopublicación encubierta, la que se hace en editoriales que, a cambio de su sello, de la promesa de una distribución que muchas veces no se hace o de promociones y reseñas que suelen sonar todas igual, les cobran a los autores cifras altísimas. Estas empresas publican prácticamente todo lo que les llega, no corrigen los textos y juegan con las aspiraciones de autores desinformados que llegan a firmar contratos que los obligan a seguir pagando, por ejemplo, si no se logra un mínimo de ventas. De todas las formas que nombré, esta es la única que condeno. No me he autoeditado en formato libro, pero si consideramos autopublicación también lo que producimos para blogs y redes sociales, o lo que ingresa a antologías digitales cooperativas, ¿quién no lo ha hecho?
b) Cuando llega a tus manos un libro que es una edición de autor, ¿lo abordás con algún prejuicio? ¿Nos podés dar algún ejemplo de algún libro autoeditado que recomiendes?
No, no tengo prejuicio. Lo que me lleva a abrir un
libro es la curiosidad. Me quedo en el libro si me gusta cómo está escrito. Lo
que sí pasa es que se llega al libro autoeditado por otro camino, por el
conocimiento previo que tenemos de los autores y de su trabajo, mientras que
cuando entro a una librería busco casi por instinto las editoriales que sé que
publican lo que me gusta leer –y además los libros autopublicados no suelen
estar bien exhibidos en las librerías–. Seamos sinceros: ¿alguien entra a la
librería del barrio a preguntar cuál es el último libro de edición de autor que
les ha ingresado? Pido el autoeditado si conozco al autor, pero me detengo en
los anaqueles de las editoriales que me gustan. Y en mi ciudad, en el sector de
autores locales.
Hay libros autoeditados que hacen aportes significativos, sobre todo dentro del género del testimonio. Acá tengo que nombrar a dos mujeres locales que buscan cambiar las cosas: Elena Moncada, con sus libros autopublicados en contra de la explotación sexual, Yo elijo contar mi historia y Después, la libertad, y Nadia Burkett Simonutti, que lucha contra el abuso infantil, con su libro 27. Cuando me volví planta, que publicó en Xlibris. Al primer libro de Elena llegué por las notas que le hicieron en los medios; al de Nadia lo vi en el sector de autores locales de la librería que frecuento.
c) Fuera de las diferencias que suele haber en tirada, distribución y prensa, ¿nos darías tu punto de vista de por qué se considera "más seria" una edición en la que el autor no paga por ser editado? ¿Es tan importante la figura del editor?
Se suele pensar que un libro que se publica en una
editorial de ese tipo ha pasado un número de pruebas de calidad: una selección
de entre muchos otros textos, una evaluación positiva en términos de
perspectiva de venta, la corrección del texto. Además, la inclusión de un libro
en un catálogo de prestigio ya le eleva el valor. Hay una zona de grises, la de
las editoriales más chicas. Muchas tienen prestigio por su catálogo, pero les
cobran a los autores nuevos o menos conocidos. ¿Y cómo sabemos qué convenio han
firmado con tal o cual autor? No sé qué es más importante al momento de elegir
un libro a ciegas, si la figura del editor o la imagen de la editorial.
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