LA NOVELA LUMINOSA (de Mario Levrero) por Nicolás Hochman

LA NOVELA LUMINOSA
de Mario Levrero
Mondadori, 2008
por Nicolás Hochman



Se trata de uno de esos libros que marcan al lector, que lo enfrentan a su propia experiencia, que lo obligan a reflexionar. La novela luminosa no es una joya de la literatura ni una delicia para leer de corrido, sino un texto para pensar y digerir.

Levrero había concebido la novela como un acto casi autobiográfico, que quedó inconcluso con el correr de los años. En el 2000, luego de obtener la beca Guggenheim, se propone darle término al proyecto, y por eso se desafía a sí mismo, como ejercicio, a llevar un “diario de la beca”, en el que escribirá todos los días, todos los días, todos los días, contando lo más cotidiano de su experiencia en Montevideo. Ese diario es el que antecede a la novela propiamente dicha, pero parte indisociable de La novela luminosa.

Levrero elige presentar su propio diario como una ficción, y eso es un acierto. Un momento de honestidad intelectual. Porque, ¿qué autor que escribe un diario, escribe en él la verdad, los hechos tal como sucedieron? No es ninguna novedad que los escritores mentimos todo el tiempo, que nos ejercitamos en el arte de tratar de convencer o repugnar, siempre pensando en ese Otro potencial que algún día nos leerá. ¿Con qué ojos? ¿Con qué intenciones? ¿De qué manera? ¡Qué oscuro e incontrolable es el deseo del Otro, ese lector invisible y tal vez inexistente!

El gran inconveniente que encontrará el lector tradicional es que las diferencias entre el diario y la novela son realmente escasas. Muchas veces llegué a preguntarme qué era ese bodoque que estaba leyendo, que por momentos me atraía (a mí y a mi faceta voyeurista), y por momentos me despertaba un rechazo visceral. Mi pregunta constante era: ¿qué hago leyendo lo más íntimo, rutinario y patético de este tipo, que se sentó a escribir durante todo un año, acerca de cada detalle nimio de su vida privada?

Levrero se pregunta lo mismo. Dice que entiende perfectamente por qué escribe su diario. Pero lo que no llega a comprender es por qué a un virtual lector podría llegar a resultarle interesante; por qué habría de invertir sus pesos en un texto así. Es una provocación que invita a la reflexión. ¿Por qué resulta interesante una cosa así? Personalmente leí varios diarios de escritores antes (Gombrowicz a la cabeza). Pero de Levrero nunca había leído nada. Ignoro qué otra cosa escribió, y cómo se inserta esto en el resto de su obra. Es como empezar a leer una historia por el final, porque el bueno de Levrero se murió en el 2004.

La verdad es que a mí la reflexión no me alcanzó. Y por eso empecé a ¿recomendar? el libro a amigos ávidos de algo diferente. Todavía no tuve respuestas ni me pude sentar a discutir sobre esta novela-diario, pero no pierdo la paciencia en esperar que otros lectores con algunas perversiones (aunque decir parafilias es más políticamente correcto) se sumen su lectura.

La novela luminosa es uno de esos libros que no generan placer en su lectura, pero que dejan cuestiones a medio deshilachar, para que después uno vaya y tire del piolín, a ver qué sale.

Adentro encontraremos análisis de sueños, recomendaciones morales para bajar pornografía de Internet, historias sexuales y amorosas, amigos que van y vienen, achaques de un hombre mañoso y la obra de un gran escritor que marca un hito en la historia de los diarios íntimos que ven la luz póstumamente.

Todo esto, claro, es una invitación poco encubierta a su lectura.

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