¿Qué libro o autor argentino es tu favorito? ¿ Por qué?
¿Qué libro o autor argentino considerás que es sobrevalorado? ¿ Por qué?
No tengo libro o autor favorito. Cuando hacía terapia de grupo había un ejercicio divertido que consistía en elegir, entre los miembros del grupo, distintas personas para distintas cosas. ¿A quién elegirías para salir de noche, para coger, para irte de viaje, formar una sociedad, un grupo de estudio? Salvo en esa curiosa institución denominada matrimonio, en la cual pareciera que ambos miembros deben funcionar como esos cortaplumas suizos que tienen una hoja para cada uso (y que generalmente no sirven para ninguno), uno elige distintas personas para distintas cosas. Lo mismo con los autores y los libros. Cuando en 1982 volvía en avión de Méjico, dejando atrás al primer amor de mi vida y pensando que me iban a mandar a Malvinas en cuanto llegara, la lectura de Conversación en la Catedral de Vargas Llosa me salvó de la locura. ¿Me hubieran servido El Aleph o Pedro Páramo? No, no eran para eso. Por eso, cuando me preguntan qué libro me llevaría a una isla desierta, contesto siempre las Obras Completas de Shakespeare, la máxima variedad que puede ofrecer un único libro de un único autor.
¿Qué libro o autor argentino considerás que es sobrevalorado? ¿ Por qué?
No tengo libro o autor favorito. Cuando hacía terapia de grupo había un ejercicio divertido que consistía en elegir, entre los miembros del grupo, distintas personas para distintas cosas. ¿A quién elegirías para salir de noche, para coger, para irte de viaje, formar una sociedad, un grupo de estudio? Salvo en esa curiosa institución denominada matrimonio, en la cual pareciera que ambos miembros deben funcionar como esos cortaplumas suizos que tienen una hoja para cada uso (y que generalmente no sirven para ninguno), uno elige distintas personas para distintas cosas. Lo mismo con los autores y los libros. Cuando en 1982 volvía en avión de Méjico, dejando atrás al primer amor de mi vida y pensando que me iban a mandar a Malvinas en cuanto llegara, la lectura de Conversación en la Catedral de Vargas Llosa me salvó de la locura. ¿Me hubieran servido El Aleph o Pedro Páramo? No, no eran para eso. Por eso, cuando me preguntan qué libro me llevaría a una isla desierta, contesto siempre las Obras Completas de Shakespeare, la máxima variedad que puede ofrecer un único libro de un único autor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario