HISTORIA DE UNA MUJER (Seix Barral, 2007)
de Marcelo Birmajer
por Enrique Solinas
El mercado editorial argentino goza de estupenda salud, no sólo por la cantidad de libros que se están editando, sino también por la cantidad de escritores de nuestra tierra que publican en editoriales grandes y pequeñas. Hay una oferta distinta para cada gusto como también lectores que alegres, diversos y recurrentes, consumirán lo ofertado. Por esta razón, el lector buscado por Marcelo Birmajer para Historia de una mujer, será aquel que no necesite esforzarse para asimilar la información que brinda. Escrita en un lenguaje simple, periodístico, denotativo, ofrece un argumento que encontramos en series norteamericanas de tv, pero traspuestas a la realidad nacional.
Originalmente, este libro se iba a llamar Un reencuentro secundario e iba a ser editado en Emecé. Pero la editorial decidió publicarlo por Seix Barral, decisión que llama la atención, ya que los libros que acostumbra a publicar bajo este sello (por lo menos hasta el 2006) poseen “textura literaria”, por llamarlo de algún modo. En Historia de una mujer, Marcelo Birmajer ofrece una escritura llana, simple, que coincide más con los libros que se editan bajo otros sellos. Y es tan convencional el producto que nos ofrece, que si tuviéramos que compararlo, no podemos dejar de traer a la memoria a Socorro Tellado López, más conocida como Corín Tellado, autora de 4.000 títulos que vendieron unos cuatrocientos millones de ejemplares en todo el mundo. Esta asociación se puede realizar a partir de las situaciones y descripciones que ejecuta el narrador a lo largo de la historia: “Su nariz romana, poderosa y también provocativa, al borde del escándalo, pero contenida por el femenino vigor del rostro. Sus caderas fuertes; las nalgas de modelo norteamericana de los años cincuenta, protuberantes, sólidas, tibias y acompasadas.” (p.12); “Uno de los pechos le asomaba por el escote de su camisa negra, unas gotitas de sudor perlaban su nariz de Cleopatra. Sus ojos contenían el temor reverencial frente a la esperanza y la soberbia involuntaria de la belleza.” (p.34). Estas citas son sólo ejemplos y aparecen desde el principio hasta el fin.
La ausencia de dificultad a la hora de leer este libro, también se debe al narrador y la forma elegidos por Marcelo Birmajer: Un omnisciente que utiliza el discurso indirecto libre y que lo explica todo. El lector no necesita inferir o imaginar situaciones, sino que todo lo que se dice es y además, excesivamente aclarado para que no haya dudas. Tal facilidad, para un lector entrenado, puede aburrir y hacer saltar párrafos sin que se pierda el hilo de la situación. Lo cierto es que, para su producto, el autor eligió un “lector común”, que no esté acostumbrado a leer textos que impongan niveles de reflexión o complejidad.
El argumento que ofrece Birmajer también es simple: Una mujer, llamada Isabel, es víctima de su propia belleza. Cada vez que elige a un hombre, se trata del equivocado. El primer marido le pega porque es bella; el segundo marido la salva del primero y deviene alcohólico, ella tiene que hacerse cargo del hogar. Consigue un trabajo como vendedora telefónica y, gracias a la venta de fajas reductoras, pastas de dientes y alargadores peneanos, gana un sueldo y mantiene la casa. Pero como ella es bella, el dueño de la empresa, su compañero de trabajo y todo hombre que anda suelto por ahí, desean poseerla y he aquí la clave de su infortunio. Para el final de la novela, la historia es un gran complot de hombres que la conocen porque, como no la pueden tener para ellos, desean destruirla. Si bien la contratapa del libro dice “Escrita con un lenguaje atrapante y mucho ironía, esta novela es la historia de una mujer que, sin quererlo, despierta emociones violentas en los hombres. Única e irresistible, es la Cleopatra argentina del presente.” Y más adelante “Birmajer ha creado una historia fresca y contemporánea, con una protagonista emblemática. Isabel, la criatura más hermosa de la tierra, es como la Argentina, suculenta y deseada por todos, pródiga en carnes y en crisis. Alrededor de su belleza, este grupo de porteños recreará el drama de Troya, pero sin heroísmo; más bien con patetismo e involuntario humor.”, consideramos que no se ha cumplido con las promesas de la contratapa. Lo que se anuncia como ironía no aparece como tal, o en todo caso podemos suponer que todo el texto es una gran burla a la literatura argentina contemporánea. El humor que se presenta demasiado claro no surte efecto, ya por demasiado evidente y literal. La superficialidad de los personajes da motivos suficientes como para expresar que no se logra transmitir la seducción infinita del personaje femenino porque no se ha buceado en su interioridad. Lo mismo sucede con los personajes masculinos, aunque el narrador se coloca más en este género a la hora de describir las situaciones. Según el texto, las mujeres ascienden en la escala social y económica porque se convierten en amantes y/o esposas de hombres adinerados. Los hombres poseen dinero no porque hayan trabajado, sino por-que realizaron negocios turbios y están dispuestos a compartirlo con aquellas mujeres que se sometan a sus voluntades y caprichos. Al final, por lo menos, el autor tuvo el buen gusto de darle a Isabel un final feliz.
Otro aspecto de la novela que es necesario destacar es que muchas situaciones resultan inverosímiles. En su afán por mostrar personajes poderosos en el despliegue de su autoridad (el dueño de la empresa, por ejemplo), se recrean situaciones que el lector no termina de “comprar”. La manera de hablar y de reflexionar no coincide con la forma en que actúan. También sucede con el personaje principal, mujer que resulta irresistible para todos, pero que según lo visto en el texto no puede mantener una conversación interesante porque no posee un nivel cultural que justifique tanta devoción, aunque la novela se remita a la belleza de su cuerpo y esa sea su argumentación.
Si Isabel es la “Cleopatra argentina” o la Helena de Troya succionada hasta nuestro tiempo e idiosincrasia, podemos comprender mejor la debacle cultural que padecemos desde la década de los noventa y que también nos hace retroceder en el tiempo. La belleza porque sí, aquella que surgió en el mundo antiguo y que se mantuvo así hasta el siglo XIX, aparece en esta historia, pero a la vez distinta, ya que la descripción que se hace de Isabel está focalizada en su sexo y sus carnes. Cuando traspasamos el umbral del siglo XX, no es posible concebir la belleza sino posee un discurso determinado, una intención.
Novela sencilla, clara, de escritura inmediata, con un estilo que se caracteriza por la falta de estilo; construida a partir de situaciones cotidianas, pero que no alcanzan credibilidad. Estamos ante un libro que encontrará con seguridad sus lectores. Hasta es posible que una productora de cine esté pensando en realizar la película y, con seguridad, Birmajer después de esta Historia de una mujer, ya tenga lista Nueva historia de una mujer y también Última historia de una mujer, para alegría y deleite de su público.
de Marcelo Birmajer
por Enrique Solinas
El mercado editorial argentino goza de estupenda salud, no sólo por la cantidad de libros que se están editando, sino también por la cantidad de escritores de nuestra tierra que publican en editoriales grandes y pequeñas. Hay una oferta distinta para cada gusto como también lectores que alegres, diversos y recurrentes, consumirán lo ofertado. Por esta razón, el lector buscado por Marcelo Birmajer para Historia de una mujer, será aquel que no necesite esforzarse para asimilar la información que brinda. Escrita en un lenguaje simple, periodístico, denotativo, ofrece un argumento que encontramos en series norteamericanas de tv, pero traspuestas a la realidad nacional.
Originalmente, este libro se iba a llamar Un reencuentro secundario e iba a ser editado en Emecé. Pero la editorial decidió publicarlo por Seix Barral, decisión que llama la atención, ya que los libros que acostumbra a publicar bajo este sello (por lo menos hasta el 2006) poseen “textura literaria”, por llamarlo de algún modo. En Historia de una mujer, Marcelo Birmajer ofrece una escritura llana, simple, que coincide más con los libros que se editan bajo otros sellos. Y es tan convencional el producto que nos ofrece, que si tuviéramos que compararlo, no podemos dejar de traer a la memoria a Socorro Tellado López, más conocida como Corín Tellado, autora de 4.000 títulos que vendieron unos cuatrocientos millones de ejemplares en todo el mundo. Esta asociación se puede realizar a partir de las situaciones y descripciones que ejecuta el narrador a lo largo de la historia: “Su nariz romana, poderosa y también provocativa, al borde del escándalo, pero contenida por el femenino vigor del rostro. Sus caderas fuertes; las nalgas de modelo norteamericana de los años cincuenta, protuberantes, sólidas, tibias y acompasadas.” (p.12); “Uno de los pechos le asomaba por el escote de su camisa negra, unas gotitas de sudor perlaban su nariz de Cleopatra. Sus ojos contenían el temor reverencial frente a la esperanza y la soberbia involuntaria de la belleza.” (p.34). Estas citas son sólo ejemplos y aparecen desde el principio hasta el fin.
La ausencia de dificultad a la hora de leer este libro, también se debe al narrador y la forma elegidos por Marcelo Birmajer: Un omnisciente que utiliza el discurso indirecto libre y que lo explica todo. El lector no necesita inferir o imaginar situaciones, sino que todo lo que se dice es y además, excesivamente aclarado para que no haya dudas. Tal facilidad, para un lector entrenado, puede aburrir y hacer saltar párrafos sin que se pierda el hilo de la situación. Lo cierto es que, para su producto, el autor eligió un “lector común”, que no esté acostumbrado a leer textos que impongan niveles de reflexión o complejidad.
El argumento que ofrece Birmajer también es simple: Una mujer, llamada Isabel, es víctima de su propia belleza. Cada vez que elige a un hombre, se trata del equivocado. El primer marido le pega porque es bella; el segundo marido la salva del primero y deviene alcohólico, ella tiene que hacerse cargo del hogar. Consigue un trabajo como vendedora telefónica y, gracias a la venta de fajas reductoras, pastas de dientes y alargadores peneanos, gana un sueldo y mantiene la casa. Pero como ella es bella, el dueño de la empresa, su compañero de trabajo y todo hombre que anda suelto por ahí, desean poseerla y he aquí la clave de su infortunio. Para el final de la novela, la historia es un gran complot de hombres que la conocen porque, como no la pueden tener para ellos, desean destruirla. Si bien la contratapa del libro dice “Escrita con un lenguaje atrapante y mucho ironía, esta novela es la historia de una mujer que, sin quererlo, despierta emociones violentas en los hombres. Única e irresistible, es la Cleopatra argentina del presente.” Y más adelante “Birmajer ha creado una historia fresca y contemporánea, con una protagonista emblemática. Isabel, la criatura más hermosa de la tierra, es como la Argentina, suculenta y deseada por todos, pródiga en carnes y en crisis. Alrededor de su belleza, este grupo de porteños recreará el drama de Troya, pero sin heroísmo; más bien con patetismo e involuntario humor.”, consideramos que no se ha cumplido con las promesas de la contratapa. Lo que se anuncia como ironía no aparece como tal, o en todo caso podemos suponer que todo el texto es una gran burla a la literatura argentina contemporánea. El humor que se presenta demasiado claro no surte efecto, ya por demasiado evidente y literal. La superficialidad de los personajes da motivos suficientes como para expresar que no se logra transmitir la seducción infinita del personaje femenino porque no se ha buceado en su interioridad. Lo mismo sucede con los personajes masculinos, aunque el narrador se coloca más en este género a la hora de describir las situaciones. Según el texto, las mujeres ascienden en la escala social y económica porque se convierten en amantes y/o esposas de hombres adinerados. Los hombres poseen dinero no porque hayan trabajado, sino por-que realizaron negocios turbios y están dispuestos a compartirlo con aquellas mujeres que se sometan a sus voluntades y caprichos. Al final, por lo menos, el autor tuvo el buen gusto de darle a Isabel un final feliz.
Otro aspecto de la novela que es necesario destacar es que muchas situaciones resultan inverosímiles. En su afán por mostrar personajes poderosos en el despliegue de su autoridad (el dueño de la empresa, por ejemplo), se recrean situaciones que el lector no termina de “comprar”. La manera de hablar y de reflexionar no coincide con la forma en que actúan. También sucede con el personaje principal, mujer que resulta irresistible para todos, pero que según lo visto en el texto no puede mantener una conversación interesante porque no posee un nivel cultural que justifique tanta devoción, aunque la novela se remita a la belleza de su cuerpo y esa sea su argumentación.
Si Isabel es la “Cleopatra argentina” o la Helena de Troya succionada hasta nuestro tiempo e idiosincrasia, podemos comprender mejor la debacle cultural que padecemos desde la década de los noventa y que también nos hace retroceder en el tiempo. La belleza porque sí, aquella que surgió en el mundo antiguo y que se mantuvo así hasta el siglo XIX, aparece en esta historia, pero a la vez distinta, ya que la descripción que se hace de Isabel está focalizada en su sexo y sus carnes. Cuando traspasamos el umbral del siglo XX, no es posible concebir la belleza sino posee un discurso determinado, una intención.
Novela sencilla, clara, de escritura inmediata, con un estilo que se caracteriza por la falta de estilo; construida a partir de situaciones cotidianas, pero que no alcanzan credibilidad. Estamos ante un libro que encontrará con seguridad sus lectores. Hasta es posible que una productora de cine esté pensando en realizar la película y, con seguridad, Birmajer después de esta Historia de una mujer, ya tenga lista Nueva historia de una mujer y también Última historia de una mujer, para alegría y deleite de su público.
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