EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS (Joseph Conrad) por Marcelo Guerrieri

EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS
de Joseph Conrad
por Marcelo Guerrieri


En 1890, contratado por la Sociedad Anónima Belga para el Comercio del Congo, Joseph Conrad realiza un viaje de cuya experiencia extraerá luego la materia prima para escribir esta novela que se publica por primera vez en tres entregas en la revista escocesa Blackwood´s Magazine (conocida como la Maga) de febrero a abril de 1899. Conrad escribe a su agente en 1911: “…No hay un sólo club, comedor de oficiales o buque de guerra en todas las islas Británicas y sus Dominios que no tenga su ejemplar de la Maga[i]. Esta revista (funcionó desde ¡1817 hasta 1980!), fue ironizada por Poe en “Cómo Escribir un Artículo para Blackwood” y de ella dice George Orwell, en la década de 1940, “[la lee] la clase media militar y los miembros militares y sirvientes civiles de la colonia[ii].

La novela comienza con un narrador en primera persona —un marinero anónimo— que cuenta lo siguiente: «[el Tamesis] Ha conocido y servido a todos los hombres que enorgullecen a la nación, desde Sir Francis Drake hasta Sir John Franklin, caballeros todos ellos[…] Sus aguas han sido surcadas por todos aquellos buques cuyos nombres relucen como joyas en la noche de los tiempos...»[iii]. Este narrador, con quien puede sentirse cómodo el lector promedio de la Maga, es quién nos cuenta la historia que Marlow, el capitán, le va contando a él y a sus compañeros en cubierta mientras recorren el Tamesis rumbo a tierras lejanas. Y es la voz de Marlow (respuesta por este marinero anónimo) la que narra la historia central: los pormenores de una misión que Marlow capitaneó tiempo atrás. En ella debía encontrar a un tal Kurtz, agente de «la Compañía»[iv] perdido en el corazón de la selva, que se hacía adorar por los nativos y enviaba más marfil que todas las otras estaciones juntas. Para ello remonta «el río» (Río Congo[v]) y se adentra en el corazón de «el continente»[vi].
Para contextualizar brevemente el carácter de este tipo de incursiones, podemos citar que en el Estado Libre del Congo se elaboró un informe[vii] donde se recogen los testimonios que narran las atrocidades cometidas por los enviados del Rey Leopoldo II[viii]; y el Informe Casement[ix], cuya conclusión afirma: “Me han hecho muchas declaraciones […] referentes a actos de mutilación persistente [la amputación de las manos] por parte de los soldados de la administración. No cabe ninguna duda acerca de la veracidad de tales mutilaciones […] se trata de un acto deliberado de soldados de una administración europea.”[x].

Marlow, aunque en general narra con espíritu crítico las aberraciones perpetradas hacia los nativos, tiene un discurso ambiguo, atravesado por la ideología colonialista. Cuando se refiere al fogonero negro que lo ayudaba con la caldera del barco, Marlow dice: «Se trataba de un espécimen perfeccionado, podía encender una caldera vertical. Allí estaba, a mis pies, y les doy mi palabra de que observarlo era tan edificante como ver a un perro en una parodia, con pantalones y un sombrero de plumas, paseando sobre sus patas traseras»[xi].

Uno de los ensayos[xii] publicados en un libro con motivo de los cien años de El corazón de la tinieblas dice “Probablemente Conrad era un racista […] que adolecía de su condición, pero en este adolecer está su ironía […] la genialidad de Conrad consiste en acercarse al otro desde la aceptación de la propia realidad, de la propia miseria”. La ambigüedad en la voz de Marlow es coherente con su personalidad contradictoria y compleja: dentro de él se libra la misma batalla que a su alrededor, la experiencia inmediata del hombre y la selva, contra lo “civilizado”, impuesto por la fuerza en un entorno que no comprende y al que no pertenece.

A medida que remonta el río, Marlow va recogiendo testimonios sobre Kurtz: le dicen «Con ese hombre no se habla, se le escucha», o «El señor Kurtz era un “genio universal”». Un aura cada vez más intrigante va rodeando a este personaje en la misma medida en que se complica la travesía: «La aproximación a aquel Kurtz que extraía el marfil de aquella maldita selva estaba rodeada de tantos peligros como la visita a una princesa encantada, dormida en un castillo fabuloso».

Cuando Marlow finalmente se halla frente a Kurtz toda esta intriga se encarna en la descripción de un moribundo, que apenas dice unas pocas frases y muere. Dice el marinero anónimo sobre Marlow, haciendo referencia a su manera de narrar historias: «…el significado de un episodio no se hallaba dentro de él, como una almendra, sino fuera de él, envolviendo el relato que lo dejaba ver sólo como un destello de luz deja ver la bruma…»[xiii]. Conrad sostenía que lo explícito es “fatal para el atractivo de toda obra artística despojándola de su carácter sugerente, destruyendo toda ilusión[xiv]. Y así procede Conrad, en particular con el personaje de Kurtz: es ambiguo, insinúa, sugiere, seduce…

El corazón de las tinieblas es una novela con una enorme potencia simbólica que encarna la lucha entre naturaleza y cultura (una de las obsesiones de occidente), a través de la oposición entre dos mundos: por un lado los nativos-sojuzgados-salvajes y por otro los europeos-colonizadores-civilizados. El desarrollo de esta oposición a través de una historia que logra mantener el interés constante, explica el hecho de que El corazón de las tinieblas pertenezca a ese grupo selecto que suele nombrarse como “los clásicos”. Recordemos que Coppola (80 años después) se apoya en esta novela para construir su maravillosa Apocalipsis Now (con un soberbio Kurtz encarnado por Marlon Brando, reemplazando la empresa colonizadora del Congo por la invasión estadounidense a Vietnam) y que Orson Welles grabó una dramatización radial para su The Mercury Theater en 1945 (puede escucharse en http://www.unknown.nu/).



[i] Frederick R. Karl & Laurence Davies, eds., The Collected Letters of Joseph Conrad, Vol. 4 1908-1911, Cambridge, 1990, p. 130
[ii] George Orwell, eds., 'Rudyard Kipling', in A Collection of Essays, New York, 1954, p. 128
[iii] Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas, Editorial Suma de letras, Madrid, 2001, pag. 19
[iv] Se trata de la “Sociedad Anónima para el Comercio con el Alto Congo” ubicada en Bruselas, Bélgica.
[v] Conrad viajó al Congo en 1890. Entonces era oficial de la marina mercante británica; cerca de lo que hoy es Kinshasa, y a finales del siglo XIX era Leopoldville, en honor al rey belga. En esa experiencia de seis meses basa su novela de ficción El corazón de las tinieblas.
[vi] Las únicas referencias geográficas explícitas –africanas– de toda la novela son Gran Bassam y Pequeño Popo (hoy Anecho), en Costa de Marfil y Togo.
[vii] Esta comisión investigadora llegó al Estado Libre de Congo en 1904. Los originales de estos testimonios se encuentran en los Archivos Africanos del Ministerio Belga de asuntos exteriores en Bruselas (Lomomba Emongo y Patrick Cloos, Violencia y colonización en el Congo: testimonios y pistas de reflexión, en Planeta Kurtz…, op. cit., pag. 82).
[viii] “Algunos de los planes de Leopoldo para establecer colonias fueron comprar las Filipinas a España, o adquirir la provincia argentina de Entre Ríos” (Hochschild, Adam, El fantasma del rey Leopoldo. Barcelona, Península, 2002, pag. 68)
[ix] Roger Casement, cónsul británico en el Estado Libre de el Congo, realiza una investigación en 1903.
[x] Violencia y colonización en el Congo…, en op. cit., pag. 81
[xi] El corazón de las tinieblas, op. cit., pag. 110
[xii] Marc Roig, Yo soy Kurtz, en Planeta Kurtz. Cien años de El corazón de las tinieblas, Editorial Mondadori, Barcelona, 2002, pag. 182
[xiii] El corazón de las tinieblas, op. cit., pag. 22
[xiv] Conrad, carta a Richard Curle, en Conrad to a friend, Ed.Richard Curle, Nueva York, 1928, pag.113








[1] Frederick R. Karl & Laurence Davies, eds., The Collected Letters of Joseph Conrad, Vol. 4 1908-1911, Cambridge, 1990, p. 130
[1] George Orwell, eds., 'Rudyard Kipling', in A Collection of Essays, New York, 1954, p. 128
[1] Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas, Editorial Suma de letras, Madrid, 2001, pag. 19
[1] Se trata de la “Sociedad Anónima para el Comercio con el Alto Congo” ubicada en Bruselas, Bélgica.
[1] Conrad viajó al Congo en 1890. Entonces era oficial de la marina mercante británica; cerca de lo que hoy es Kinshasa, y a finales del siglo XIX era Leopoldville, en honor al rey belga. En esa experiencia de seis meses basa su novela de ficción El corazón de las tinieblas.
[1] Las únicas referencias geográficas explícitas –africanas– de toda la novela son Gran Bassam y Pequeño Popo (hoy Anecho), en Costa de Marfil y Togo.
[1] Esta comisión investigadora llegó al Estado Libre de Congo en 1904. Los originales de estos testimonios se encuentran en los Archivos Africanos del Ministerio Belga de asuntos exteriores en Bruselas (Lomomba Emongo y Patrick Cloos, Violencia y colonización en el Congo: testimonios y pistas de reflexión, en Planeta Kurtz…, op. cit., pag. 82).
[1] “Algunos de los planes de Leopoldo para establecer colonias fueron comprar las Filipinas a España, o adquirir la provincia argentina de Entre Ríos” (Hochschild, Adam, El fantasma del rey Leopoldo. Barcelona, Península, 2002, pag. 68)
[1] Roger Casement, cónsul británico en el Estado Libre de el Congo, realiza una investigación en 1903.
[1] Violencia y colonización en el Congo…, en op. cit., pag. 81
[1] El corazón de las tinieblas, op. cit., pag. 110
[1] Marc Roig, Yo soy Kurtz, en Planeta Kurtz. Cien años de El corazón de las tinieblas, Editorial Mondadori, Barcelona, 2002, pag. 182
[1] El corazón de las tinieblas, op. cit., pag. 22
[1] Conrad, carta a Richard Curle, en Conrad to a friend, Ed.Richard Curle, Nueva York, 1928, pag.11

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