de Leonardo Oyola
Mondadori, 2008
por Diego Mytilene
Leonardo Oyola resultó ganador del Premio Dashiel Hammett de la Semana Negra de Gijón 2008, en España, por su novela Chamamé. Ese es el dato más sobresaliente que un lector puede tener de este autor. Otro dato, tal vez no tan rimbombante, es la publicación de Siete & el Tigre harapiento, tercera mención del Premio Clarín, por editorial Gárgola, en 2005. Entre Siete &… y Chamamé, pasaron apenas tres años, dos libros (Gólgota y Santería) y diversas participaciones en antologías. Casualidad, vale adelantar, no es. Y ahora, de reciente aparición, tenemos en nuestras manos Hacé que la noche venga, novela editada por Mondadori Argentina.
Hacé que… es un libro de fácil lectura, con una historia lineal con cierto grado de complejidad. Es un libro que, como se suele decir, “atrapa al lector”, y en este caso no es un lugar común, es una verdad. La forma en que está desarrollada la historia, la facilidad para seguirla y el ritmo que el autor le impone, hacen que el lector quiera saber qué va a suceder. De a momentos, el propio autor conspira contra ese ritmo, al introducir diálogos poco creíbles, que llevan al lector a “salir” de la historia, a recordar que todo eso es una ficción ideada por alguien que se sentó a escribirla. De todos modos, es lícito remarcar que la acción ocurre en el ´39, y que no es fácil escribir diálogos retrotrayéndose más de cincuenta años.
Novela de suspenso más que de terror (con todo respeto a Laiseca, que opina lo contrario en la contratapa), el lector está encerrado entre una resolución racional o una fantástica todo el tiempo, aún hasta las últimas carillas. Y aquí tal vez resida la falla más grande que tiene Hacé que…: es una pena que Oyola, en ese aspecto, quede a medio camino. La resolución nos muestra una realidad con algunos elementos fantásticos y otros “racionales” (un poco traídos de los pelos, con cita remanida a Poe y todo). Lamentablemente, para no revelar el final del libro, no puedo exponer los ejemplos que me llevan a aseverar esto.
En definitiva, Hacé que… es una novela de suspenso clásica; una novela fresca y a la vez intensa, escrita por un autor argentino que, a pesar de su corta edad, ya no se puede decir que es “una promesa”: es una gratificante realidad.
Hacé que… es un libro de fácil lectura, con una historia lineal con cierto grado de complejidad. Es un libro que, como se suele decir, “atrapa al lector”, y en este caso no es un lugar común, es una verdad. La forma en que está desarrollada la historia, la facilidad para seguirla y el ritmo que el autor le impone, hacen que el lector quiera saber qué va a suceder. De a momentos, el propio autor conspira contra ese ritmo, al introducir diálogos poco creíbles, que llevan al lector a “salir” de la historia, a recordar que todo eso es una ficción ideada por alguien que se sentó a escribirla. De todos modos, es lícito remarcar que la acción ocurre en el ´39, y que no es fácil escribir diálogos retrotrayéndose más de cincuenta años.
Novela de suspenso más que de terror (con todo respeto a Laiseca, que opina lo contrario en la contratapa), el lector está encerrado entre una resolución racional o una fantástica todo el tiempo, aún hasta las últimas carillas. Y aquí tal vez resida la falla más grande que tiene Hacé que…: es una pena que Oyola, en ese aspecto, quede a medio camino. La resolución nos muestra una realidad con algunos elementos fantásticos y otros “racionales” (un poco traídos de los pelos, con cita remanida a Poe y todo). Lamentablemente, para no revelar el final del libro, no puedo exponer los ejemplos que me llevan a aseverar esto.
En definitiva, Hacé que… es una novela de suspenso clásica; una novela fresca y a la vez intensa, escrita por un autor argentino que, a pesar de su corta edad, ya no se puede decir que es “una promesa”: es una gratificante realidad.
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