VILLA CELINA (de Juan Diego Incardona) CARA- por Nicolás Correa

VILLA CELINA
de Juan Diego Incardona
Norma, 2008

CARA- por Nicolás Correa


La construcción mítica de una geografía que se recorta sobre el espacio de Buenos Aires, con sus propios personajes, problemáticas y todo un cuadro de costumbres de barrio, nos dan la visión de un espacio acabado y diferente. Eso es Villa Celina, un espacio utópico que supera a la creación del autor.

Los cuentos de Juan Diego Incardona, ofrecen poco si uno los lee desde la fragmentación del discurso dentro de la obra, pero la virtud de la obra del presente autor, es la funcionalidad conjunta. Nos pinta a través de los textos diferentes cuadros en los que el lector podrá sumergirse en la vida autónoma del paisaje y tomar, en cierto sentido, la experiencias del autor.

Quizá el señor Incardona cometa algunos pecados pasionales, actitudes desmedidas, pasadistas. El exceso panfletario, a veces, nos hace pensar que estamos ante una propaganda Perón-utopista o seudo-oficialista, pero eso es para desarrollar en otras reseñas. Ahora nos podemos detener en esa graciosa y simpática construcción del espacio. En cada relato se nos va dando más imágenes sobre la totalidad de ese universo Villa Celina. Más allá de presentar personajes simples, cotidianos, todo en Villa Celina parece estar sobredimensionado (como la curandera del primer cuento, La Chola, que tiene un método distinto de curar la culebrilla y no es como se acostumbra) Y no es sobre las prácticas de los personajes lo que nos llama la atención sino el lugar que ocupan en la obra, parecen aclimatarse y adaptarse a toda la intención del escritor, una intención de mostrar que ese universo idílico es tan posible como imposible.

Mientras uno lee Villa Celina no puede menos que sonreír y pensar en los días de su infancia. Algunos cuentos como Walter y el perro dos narices o el ya mencionado La Culebrilla nos plantean la inocencia del mundo infantil, un mundo que también se ve atestado de utopías y emblemas como Ni marxistas ni yanquis, peronistas, que efectivamente el personajes parece desconocer en este cuento. Son las utopías desnudas. Los mundos idílicos que se cruzan para dar lugar a la obra.

Definitivamente la obra cumple su cometido. La idea de insertarnos y llevarnos hacia el lugar donde desea. Eso lo logra a la perfección Juan Diego Incardona. Tal vez no logre dar un final concreto a algunos de sus cuentos o nos parezca que se quedan a mitad de camino o no tienen una solución efectiva y se traicionen a sí mismos, pero todo es en pos de llevarnos hacia ese mágico Villa Celina que sobrepasa las palabras mismas del autor. La construcción de ese espacio termina tragándose a la obra. No lo deja producir. Es tan fuerte que flaquean sus ideas y se ve obnubilado por la niebla que ronda en Villa Celina en la noche. Es victima y artífice de su propia creación.

La experiencia del autor es palpable indiscretamente. El yo autor se filtra por todos los resquicios de la obra. Ese yo experimentante es el que da lugar a la ficción sobre la que giran cada cuento. Son el germen para dar lugar a la obra y llevar a cabo el fin último del texto, el traslado del lector al universo utópico. Incardona nos hace caminar allí, sabe llevarnos de la mano, atravesando caminos sinuosos, obstáculos, discursos políticos. Llegamos por medio de las experiencias que el autor nos brinda, como un boleto de entrada a esa Villa Celina fantástica. Decimos fantástica y no peronista. Nos alejamos de ese término que en muchas ocasiones empaña la lectura.

En el devenir de la obra de Incardona se pueden vislumbrar esfuerzos por trabajar ciertos discursos que afectan a lo cotidiano, ciertas marcas de lo marginal que el lector podrá percibir como un discurso forzado. La jerga de la calle se traduce a la obra pero no alcanza la veracidad de lo que se traduce. Se queda a medio camino de la calle y la obra. Pero esa, como dijimos, no es la virtud de Villa Celina.

Guardamos para nosotros, el paisaje de un lugar que el escritor idealiza y ficcionaliza entregándolo como ofrenda de su escritura. El resto, está a medio construir, pero eso es parte de otra reseña.

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