de Javier Marías (Compilador)
DeBolsillo, 2008
por Hernán Lakner
Javier Marías es uno de los escritores españoles más destacados de su generación (quizá comparte el podio con Arturo Pérez-Reverte y Enrique Vila-Matas) y también prolífico en sus facetas: traductor, narrador, ensayista, columnista dominical en El País de España, ex profesor y editor de su propio sello. Marías ha sabido como pocos construir una figura de escritor más literaria que el conjunto de su literatura, mezclando realidad y ficción, reforzado por su tono intimista y único. En este sentido, su obra puede ser leída como un continuum literario donde todo tiene que ver con todo. Pero en esta ocasión los lectores no son llamados a comprobar lo que Marías transmite en su manera de narrar (o sea: “que bien escribo”), sino que con Cuentos Únicos nos presenta otra de las rarezas a las que es tan afecto: un libro, a primeras vistas, extrañísimo. Se trata de una recopilación de relatos cuyo denominador común es ser, en algún sentido, “únicos”.
Cómo ocurrió
Cuentos Únicos se publicó por vez primera en 1989 por el sello Siruela. En 2004, Reino de Redonda, la editorial de Marías, reeditó el volumen ampliado: se añadieron tres relatos a los diecinueve de la primera edición. En principio, Cuentos Únicos es una antología de cuentos de único autor pertenecientes al género fantásticos o de horror o de fantasmas: hay hechos en apariencia inexplicables, hay los que se explican y no se creen, como apariciones misteriosas y crímenes horrendos. La selección de Marías, si bien se confiesa arbitraria, fija sus límites: los relatos escogidos fueron todos ellos escritos o publicados en lengua inglesa (salvo uno apócrifo) y casi todos concebidos durante el período llamado de entreguerras (siete se escribieron antes o después). La mayoría de los autores, por su parte, nacieron en territorios ingleses (con la excepción del estadounidense Frank Norris) y casi ninguno ha figurado en historia alguna de la literatura.
Así niego el título
“Todo título es una exageración” es lo primero que el lector encuentra en el Prólogo. La idea de unicidad en determinados cuentos es de por sí problemática. Pero tal vez no importe tanto la concreción de la idea como la ocurrencia misma: como una idea que de tan brillante no podría materializarse nunca en un sentido estricto (recuérdese el prólogo de Borges en el que propone crear un volumen de prólogos a libros que nunca existieron). Marías relaciona el concepto de unicidad con “escritores que sólo acertaron de lleno una vez, y esa única vez les dio para pocas páginas, veinticinco, diez, cinco”. Pero la elección se realiza dentro del género fantástico o de horror, al que se cree “más propicio a ese hallazgo asilado, a la joya minúscula y única”. En ese sentido, hay que desengañar al lector desprevenido: estos cuentos no son únicos porque sus autores no hayan escrito nunca otros, no son ellos escritores de un solo cuento; son escritores de un solo cuento notable perteneciente al denominado género fantástico o de horror. La exageración consiste, entonces, en las limitaciones de un título tan categórico y atractivo que excluye por su sola enunciación a algunos autores de la recopilación: entre ellos Benson, Burke, Collier y Wakefield que escribieron muy bien y muchas veces.
“Todo título es una exageración” es lo primero que el lector encuentra en el Prólogo. La idea de unicidad en determinados cuentos es de por sí problemática. Pero tal vez no importe tanto la concreción de la idea como la ocurrencia misma: como una idea que de tan brillante no podría materializarse nunca en un sentido estricto (recuérdese el prólogo de Borges en el que propone crear un volumen de prólogos a libros que nunca existieron). Marías relaciona el concepto de unicidad con “escritores que sólo acertaron de lleno una vez, y esa única vez les dio para pocas páginas, veinticinco, diez, cinco”. Pero la elección se realiza dentro del género fantástico o de horror, al que se cree “más propicio a ese hallazgo asilado, a la joya minúscula y única”. En ese sentido, hay que desengañar al lector desprevenido: estos cuentos no son únicos porque sus autores no hayan escrito nunca otros, no son ellos escritores de un solo cuento; son escritores de un solo cuento notable perteneciente al denominado género fantástico o de horror. La exageración consiste, entonces, en las limitaciones de un título tan categórico y atractivo que excluye por su sola enunciación a algunos autores de la recopilación: entre ellos Benson, Burke, Collier y Wakefield que escribieron muy bien y muchas veces.
Vidas escritas
Otro “gancho” de Cuentos Únicos son las breves notas biográficas que preceden cada cuento, en las cuales Marías luce su uso de la ironía, y demuestra que el estilo es independiente del tipo textual, y que lo trasciende. La extrañeza biográfica de estos autores (la mayoría perfectos desconocidos), de escasos datos y a menudo dispersos y extravagantes, constituye una gran fuente literaria. La curiosidad de estos apurados esbozos de vidas, consiste en que si se leen todas seguidos, forman un relato más, no menos único que el conjunto de los otros que llevan título. De hecho, estas notas asumen la forma embrionaria que vemos desarrollada en otro libro de Marías: Vidas Escritas (1992), un libro que recopila ensayos biográficos sobre escritores más reconocidos.
Si hay un escritor que configure el núcleo del volumen, ese es John Gawsworth. Poeta, crítico y bibliófilo precoz, fue el presunto responsable de una serie de extravagantes y voluminosas antologías que conocieron la luz y el éxito durante los años treinta. De algunas de estas antologías fueron extraídos ocho de los veintidós cuentos que incluye Cuentos Únicos. A Gawsworth se lo conoció en su época menos por su producción literaria que por el impulso y la ayuda (económica, editorial o moral) que daba a otros escritores. Fue amigo de casi todos los que se relacionaron con él, además de un bohemio incurable que nunca lamentó sus últimos años en los que fue víctima del alcohol y vivió como un mendigo. Una vida así no podría sino desarrollarse como personaje de novela: así lo advirtió Marías y lo llevó a cabo en Todas las almas (1989), en su “falsa novela” Negra espalda del tiempo (1998). El procedimiento de mezclar realidad y ficción en torno de escritores volverá a utilizarlo con Wilfrid Ewart y Richard Middleton (autores de Cuentos Únicos) en el último libro mencionado. Por curiosidad, habría que agregar que Marías se ha convertido en el albacea literario de Gawsworth y de M. P. Shiel, y heredero del Reino de Redonda (con el título de Rey Xavier I) cuyo territorio abarca una pequeña isla casi deshabitada del Caribe. Otra vez, realidad y ficción.
La canción del Rey Xavier I
En Cuentos Únicos hay un relato apócrifo que no fue traducido del inglés, sino escrito directamente en castellano, cuyo autor enmascarado es el propio Marías. Este ejercicio lúdico se inserta dentro de la gran tradición de textos apócrifos y bromas literarias, y hace juego con las aficiones de Borges (recuérdense los libros de “Bustos Domecq” en alianza con Bioy Casares) para no mencionar otros de lejanas latitudes. No se trata de revelar aquí nada, pero los lectores curiosos pueden dirigirse al libro de cuentos Mientras ellas duermen, donde se incluye el relato en cuestión, esta vez con la firma de Marías.
Miramientos
Cuentos Únicos es también un homenaje implícito a los marginados de un sistema literario que consagra a los apellidos ilustres y al conjunto total de sus obras (aún cuando incluya bazofias que nadie en su sano juicio se atrevería a leer) e ignora a autores que han dado una gran muestra de literatura, pero de breve extensión. Por eso aquí van algunos de los más impactantes cuentos de la recopilación, y sirva la lista como un saludo a los apellidos ignotos de nuestra literatura: “El fumador de Pipa” de Martin Armstrong trabaja excepcionalmente la dimensión fantástica del tema del doble; en “La otra cama” de E. F. Benson aparece un alma pena que no resigna a abandonar su lugar de muerte; “El miedo del lago” de Oswell Blakeston y “El hombre hueco” de Thomas Burke son verdaderas joyas del horror en su sentido más profundo; “El fantasma” de Richard Hughes es formalmente perfecto e inesperado; “Cómo se hace un hombre” de Richard Middleton le da un toque humorístico al miedo imprevisto.
1 comentario:
Un gran escritor. Junto con Vila Matas mis preferidos españoles.
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