LAS MARISMAS (de Arnaldur Indridason) / LOS HOMBRES DE PAJA (de Michael Marshall) por Diego Gentile



LAS MARISMAS
de Arnaldur Indridason
RBA, 2009

LOS HOMBRES DE PAJA
de Michael Marshall
Mondadori
por Diego Gentile




Pocas cosas atemorizan más a un lector que enfrentarse a un libro cuyo autor o cuya temática o género están “de moda”. Por lo general estas tendencias son instaladas por intereses mayores, intereses que persiguen una meta que es, en todos los casos, el signo pesos (o “dólar”, o “euro”). Y temor es lo que sentí en el momento en que los amigos de Los Asesinos Tímidos me pasaron dos libros para reseñar en su próximo número. Eran dos libros de género. De género policial.

Uno de ellos es Las Marismas, de un tal Arnaldur Indridason, autor nórdico. Primer prejuicio: además de ser policial (género que vende hoy en día), este autor es de la región de Larsson y Mankell, dos best sellers. Esta historia la vi(mos) muchas veces: clonar, inventar, rescatar a un autor que sea algo similar a otro que vende y vende.

El otro libro se titula Los hombres de paja de Michael Marshall. Segundo prejuicio: “El libro de cabecera de Aníbal Lector” se ve escrito en la tapa. Estamos destinados a desconfiar siempre, a estar atentos, y esa aseveración me hace pensar en que el libro debe ser un típico bodrio, un best seller más. Para peor, el libro arranca con una extensísima nota de Rodrigo Fresán. (Sí, tiene 5 páginas de extensión, pero cuando el que escribe es el tedioso Fresán, todo parece demasiado) Devanea, se basa en hechos y datos un tanto erróneos, cita mucho y a veces mal… en fin, nada a lo que no estemos acostumbrados.

Lo cierto es que los prejuicios fueron desapareciendo a medida que leía los libros. Las marismas
es un policial oscuro, que trata sobre el asesinato de un hombre a simple vista poco importante para el resto del mundo, pero que guarda sus secretos. Una nota (“Yo soy él…”) en la escena del crimen y la foto de una tumba de una niña escondida en un cajón. De ahí parte el autor y nos pasea por las rutas Islandesas, prisiones, hospitales y cementerios; siempre en forma efectiva y eficaz. El libro no se puede abandonar, las explicaciones son verosímiles y los personajes también. Se destaca sobre todos ellos el detective a cargo de la investigación, Erlendur Sveinsson, cuyo conflicto con su hija adicta y recientemente embarazada sirve de contrapunto a la investigación que está llevando a cabo. Ofrecer más detalles de la trama del libro podría ser demasiado revelador, o tal vez daría una imagen incompleta de Las Marismas. Dos momentos sumamente notables de la novela: La entrevista que tiene el detective Sveinsson y su ayudante, Óli, con un preso, ex compañero de trabajo del hombre asesinado. La dosis de tensión y el creciente interés por saber qué se va a revelar hacen que se salteen líneas para llegar a los diálogos. Otro momento que queda en la memoria del lector es la visita del detective a un ambiguo científico que guarda en forma ilegal órganos de cadáveres para su investigación.

Más ambiciosa que Las marismas, en donde en esencia lo que se investiga y sobre lo que trata es acerca de un asesinato y un hecho ocurrido varias décadas atrás, Los hombres de paja abarca las andanzas de algo así como una secta de asesinos seriales. Sabemos que este libro es el primero de una trilogía, pero de todos modos se puede leer tranquilamente como una obra independiente. Los hombres… comienza con dos investigaciones paralelas que, promediando tres cuartos de libro, se entrecruzan y van encajando entre sí como piezas de un rompecabezas. Por diferentes motivos, un ex agente de la CIA (Ward Hopkins) y su amigo, también integrante de la CIA, y dos agentes del FBI están tras los pasos de una misma persona. Sólo que no lo saben. Ward Hopkins se interna en la búsqueda luego de encontrar una nota y un video un tanto inquietante en la casa de sus padres, recientemente muertos en un accidente. Así, con esas escasas pistas y la ayuda de su amigo, un experto en sistemas, rastrean a “los hombres de paja”. Por otro lado, los agentes del FBI siguen las pistas de un asesino serial, cuya actividad había cesado, aparentemente, años atrás, y que ahora estaba nuevamente actuando (o sea, había desaparecido una adolescente- su especialidad-) Si bien a veces la novela parece demasiado rebuscada, las explicaciones que vamos encontrando en el libro dejan al lector satisfecho. Tampoco hay que perder de vista que esta es una primera parte y que faltan dos libros más.
Dos novelas policiales que además de entretener hacen funcionar las células grises, que además tienen en común sus finales sorpresivos pero no traídos de los pelos, y, por qué no decirlo, altura literaria.
Dos novelas para derribar prejuicios.
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