EL PRINCIPIO DEL TERROR (de Diego Fischerman) por Natalia Viñes

ELPRINCIPIO DEL TERROR

de Diego Fischerman

Mondadori, 2010

por Natalia Viñes



Si se pudiera leer algo sobre el principio del terror, bastan los trece cuentos que Diego Fischerman –escritor y músico— acaba de publicar en un libro que lleva ese nombre y que sacó a la luz por estos días Mondadori.


El autor no sorprende con su relato. Digo, no sorprende a los que lo leemos a menudo en sus notas sobre música en Página12. No sorprende que sus palabras lo coloquen a uno en un umbral a punto de ver algo y luego, una vez en ese lugar, nos deje mirando solos y, lo que es mejor –o peor—, teniendo la sensación de estar viendo, aquello, que no parece mostrarse.


Hay un instante en cada cuento, en el que ese no momento que suponen los principios de las cosas se introduce. En este caso, es la gesta del terror que queda delatada como una situación corriente, o conciente, casi como si hubiese podido ser fotografiada. Esa fotografía, o dibujo que vertebra la trama, no por ello, la hace lúgubre o tenebrosa. El principio del terror, queda incorporado con una estética que podría compararse a ese no momento que pinta Edward Hopper en sus cuadros. Esa composición que supone una forma aparentemente clara de la situación de las cosas, pero a la vez, retumba lo no dicho casi como la fórmula de lo inquietante. Lo que sigue a eso ya no se relata. Pero a pesar de eso, las situaciones conservan cierta cosa fresca adentro de algo que parece atrapado; cierta cosa acabada en lo que parece estar comenzando.


La fabulosa instalación de lo imperceptible del terror sucede siempre en una oración imposible de precisar.


La mayoría de los cuentos tienen como contexto la última dictadura militar argentina, pero esto apenas es mencionado. El lente se posa en todas los caminos que el silencio, la violencia y la soledad encuentran para replicar el terror: la terrible impresión que puede dar una cucaracha, no es lo mismo que lo que puede significar ésa cucaracha; escribir clandestinamente sobre la dictadura de un país no puede ser peor que algunas pinceladas de la situación cotidiana que conforma la realidad del que la escribe; el desencuentro y la dependencia de una pareja en el exilio; la ignorancia de una persona que no ha hecho otra cosa en su vida que mirar a través de lo que colecciona y no logra interpretar los ruidos del mundo que le golpea las paredes; o, el lugar de juego de unos niños, que se convierte en su único refugio, pero todavía no lo saben.


Nada de todo esto es el terror que cuenta Fischerman, porque en cada relato el terror está todo el tiempo por comenzar, y, ése comienzo, se mete en el medio de las cosas, cosas que deben seguir su curso y quizás, el saber que deben seguir, es el máximo terror que queda al terminar cada cuento.


Fischerman aquí, al menos, nos cuenta que el principio, eso que está antes del grito, del espanto o del estallido, puede ser narrado.

1 comentario:

LOS ASESINOS TIMIDOS dijo...

Diego, una alegría que te haya gustado. Le comenté a la autora de la nota de tu lectura.
Saludos!
Juan José Burzi

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