por Juan José Burzi
Bruno Schulz, escritor y dibujante polaco nacido en 1892 y muerto en 1942 a manos de la Gestapo, dejó una obra breve en cantidad, pero tumultuosa en significados. Sus recurrencias en diferentes cuentos a un padre que o se empequeñece, o vive fuera del tiempo, o muta en otro animal o se entrega a placeres de corte fetichista, son uno de sus rasgos característicos. También, en la obra de Schulz, existe un trabajo con lo siniestro, con eso que, palabras más, palabras menos, definió Freud como “lo que se conoce y a la vez se desconoce”.
Tomando estos elementos el dramaturgo Pedro Sedlinsky y el director Javier Swedzky encaran un proyecto teatral original y provocador: trabajar una obra con tres personajes humanos y tres maniquíes más una especie de títere/marioneta (este último es la figura del padre). Una inteligente interacción entre los actores (Flor Sartelli, Julián Rodrigez Rona y Leonardo Volpedo) con estas figuras más sus propias actuaciones son el primer eslabón para llevar al espectador a un mundo en decadencia, una empresa familiar de telas venida a menos, dirigida férreamente por ese padre diminuto y tirano. De esa historia central se desprenden otras que protagonizan sus hijos, limitados al negocio familiar.
Temas e imágenes tomadas de la obra de Schulz son el cuerpo de la obra, y para el lector de Schulz existe un valor agregado a la misma, ya que hay pequeños guiños (si el espectador conoce los dibujos de Schulz podrá descubrir que en más de un momento se recrean esas imágenes en la obra) que hacen que el disfrute de la misma sea aún mayor. Por eso sería aconsejable leer a Shulz y ver sus dibujos antes de ver 4 temporadas. O ver 4 temporadas y luego buscar su obra, nunca es tarde para descubrir a un autor genial.
4 temporadas es una obra potente y oscura (en un momento la figura del padre sufre una mutación y es tal vez entonces cuando el aliento del público se corta un segundo, la incomodidad gana al espectador y lo siniestro tiene un primerísimo plano), que no por eso deja de ser divertida de a momentos. Un ejemplo de cómo salirse de los clichés que tristemente nos acostumbramos a ver en muchas obras teatrales. Una joyita que brilla en el panorama teatral de este momento.
Tomando estos elementos el dramaturgo Pedro Sedlinsky y el director Javier Swedzky encaran un proyecto teatral original y provocador: trabajar una obra con tres personajes humanos y tres maniquíes más una especie de títere/marioneta (este último es la figura del padre). Una inteligente interacción entre los actores (Flor Sartelli, Julián Rodrigez Rona y Leonardo Volpedo) con estas figuras más sus propias actuaciones son el primer eslabón para llevar al espectador a un mundo en decadencia, una empresa familiar de telas venida a menos, dirigida férreamente por ese padre diminuto y tirano. De esa historia central se desprenden otras que protagonizan sus hijos, limitados al negocio familiar.
Temas e imágenes tomadas de la obra de Schulz son el cuerpo de la obra, y para el lector de Schulz existe un valor agregado a la misma, ya que hay pequeños guiños (si el espectador conoce los dibujos de Schulz podrá descubrir que en más de un momento se recrean esas imágenes en la obra) que hacen que el disfrute de la misma sea aún mayor. Por eso sería aconsejable leer a Shulz y ver sus dibujos antes de ver 4 temporadas. O ver 4 temporadas y luego buscar su obra, nunca es tarde para descubrir a un autor genial.
4 temporadas es una obra potente y oscura (en un momento la figura del padre sufre una mutación y es tal vez entonces cuando el aliento del público se corta un segundo, la incomodidad gana al espectador y lo siniestro tiene un primerísimo plano), que no por eso deja de ser divertida de a momentos. Un ejemplo de cómo salirse de los clichés que tristemente nos acostumbramos a ver en muchas obras teatrales. Una joyita que brilla en el panorama teatral de este momento.
4 temporadas
Jueves 21.30 hs
El camarín de las musas, Mario Bravo 960 (Capital federal)
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