INMACULADAS (de Carlos Marcos)/ INGRÁVIDO (de Fernando Figueras), por Federico Rodriguez



INMACULADAS
de Carlos Marcos
Muerde Muertos, 2010

INGRÁVIDO
de Fernando Figueras
Muerde Muertos, 2010
por Federico Rodriguez



Muerde Muertos es una editorial reciente que promete patear el tablero y meterse en terrenos no muy explotados por otra editoriales. Dos ejemplos de esto son Inmaculadas de Carlos Marcos e Ingrávido de Fernando Figueras.

Inmaculadas es un libro de prosa con ilustraciones hechas por el propio autor, quien nos cuenta desde el prólogo cómo fue naciendo este proyecto, cómo se fue sintiendo impelido a dibujar esas mujeres “inmaculadas” a la vez que surgían los textos. El libro tiene mucho de experimental, pero en un envase clásico. En las ilustraciones hay mujeres con pene, con ruedas, con cerradura en el año, con un ancla en lugar de piernas, con cuerpo de tiburón, con casita de caracol en la espalda… y muchas combinaciones más. Los textos, breves, escritos en viñetas, a veces son descriptivos de una situación, a veces funcionan como pequeños poemas en prosa. Inmaculadas es un rara avis en este año editorial que está terminando, una ventana triangular donde vale la pena el riesgo de asomarse.

Ingrávido es un libro de cuentos, que podrían ser etiquetados como “absurdos” o “delirantes”, y que guardan más de un hallazgo al lector desprevenido. Secreto profesional abre el libro y trata de un grupo de mujeres que contratan a un detective privado para descubrir porqué a las empanadas de casas de comida no se les sale el queso al ser cocinadas. No se puede imaginar el lector qué terrible secreto encierra esa respuesta ni a dónde terminará el argumento.

“-Hubiera dado un riñón a cambio de ser un gran pintor- repetía con aire trágico el tío Rubén, sin darse cuenta de que nadie se convierte en artista a través del INCUCAI.”, así empieza el cuento Ingrávido y esa es una fiel muestra del humor irónico y negro que destila el libro. El cuento termina con un delirio de ciencia ficción. En el cuento Esquinas, además de limpia vidrios y limosneros que piden a los autos que frenan, el protagonista propicia que haya desocupados ofreciendo sus servicios, como profesores de música que enseñan acordes, médicos que toman la presión, un chino que calma dolores… como en todos los cuentos de este libro, el estado de cosas planteado al principio va degenerando en algo más inabarcable e imposible, de forma tal que el autor nos muestra lo frágil que es la llamada “realidad” y lo fina que resulta la línea entre la cordura y la locura.

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