LA CIUDAD DESPUÉS DEL HUMO (de Mario Capasso), por Federico Rodriguez

LA CIUDAD DESPUÉS DEL HUMO
de Mario Capasso
Martelli y López Editores, 2011
por Federico Rodriguez

¿De qué forma resumir un libro como La Ciudad después del humo, de Mario Capasso, sin caer en la tentación de encasillarlo? ¿Y dónde encasillar un libro como La Ciudad después del humo? ¿Aventura? ¿Ficción? ¿Alegoría?

Un habitante de “La Ciudad” (así, sin muchos más datos que permitan relacionar a “La Ciudad” con algún lugar conocido) cuenta que un humo la cubrió entera. Él dormía, mientras esto pasaba y sus ciudadanos huían de La Ciudad para dejarla desierta.

Cuando el humo se retira, La Ciudad queda sumida en ruinas y suciedad, hediendo a muerte y desolación. El narrador entra en un recorrido onírico y kafkiano, donde encuentra, por ejemplo, una estación de trenes repleta de cadáveres, locales abandonados, y un perro flaco. Este perro será su principal compañía, junto a sus recuerdos, en todo el libro. El perro flaco nos recuerda al “perro de las lágrimas” del Ensayo sobre la ceguera, monumental libro de José Saramago, donde el mundo entero enceguecía y también había una situación de desastre y con olorcillo a fin del mundo. Este tal vez sea el punto más débil de La Ciudad después del humo: su fuerte parecido con el libro de Saramago.

Hay una inundación, una navegación del protagonista con el perro que raya lo delirante, donde se ve gente flotando en el agua con palos de escobas, computadoras con personas aferradas a ellas, como un último homenaje y culto a la informática, y restos de La Ciudad arrastrados por el agua, conjuntamente con personas, cadáveres y naufragios varios. El escenario es dantesco e imposible.

También hay incendios, que traen, circunstancialmente, humo. El temor a un nuevo avance del humo sobre la ciudad hace que las personas vuelvan a abandonarla, inclusive el perro flaco deja atrás al narrador, temeroso del humo.

Como se había adelantado al principio de la nota, este es un libro difícil de resumir, dado que las acciones se suceden una tras otra y a la vez contamos con los propios recuerdos y puntos de vista del narrador protagonista. Las observaciones del protagonista son muchas veces irónicas y graciosas, el libro está evidentemente muy bien escrito y el cuidado en las palabras que pone su autor logran realzar el carácter del personaje. Personaje que a la vez es un ser más bien melancólico y sombrío, que recuerda constantemente tiempos mejores, que recuerda que somos finitos y que, con humo o sin él, la devastación final no le es ajena a nadie.

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