LA CASA DEL DIOS OCULTO/ NI MUERTO HAS PERDIDO TU NOMBRE
Como muchos escritores argentinos que iniciaron su actividad en la década del setenta, Luis Gusmán fue uno de los que llegaron para barajar y dar de nuevo, dejando de lado posiciones antiguas y desgastadas en la literatura, por medio de un realismo más poético y salvaje que mágico. El libro debut de Gusmán fue El frasquito, libro que fue prohibido en los setenta (lo editó en el 73), y que fue prologado por Ricardo Piglia.
Hoy, a casi cuarenta años de ese debut literario, Edhasa reedita algunos títulos de Luis Gusmán y también una novedad: La casa del dios oculto, un libro de cuentos.
En este caso nos referiremos a Ni muerto has perdido tu nombre, novela originalmente editada en 2002, y a La casa del dios oculto, el libro de cuentos antes citado.
Ni muerto has perdido tu nombre trata sobre una historia aferrada a la última dictadura militar, pero cuyas huellas se prolongan o reaparecen unos veinte años después. Lo que narra Gusmán es la presencia poderosa de ese pasado en el presente, la manera de no desaparecer, o ni siquiera ser pasado.
De esta forma, hay torturadores que regresan para atormentar a sus víctimas (Varelita, socio de un torturador, guarda supuestas pruebas de vida de las víctimas, como para poder extorsionar a los parientes vivos), quienes a su vez regresan al lugar donde lo fueron. También existe la esperanza de encontrar a un desaparecido por la dictadura de aquellos años (Ana Botero parece ser la clave de Federico Santoro, otro personaje, que la busca a pesar de lo difícil que parece esa tarea), esperanza que no termina de esfumarse nunca, a pesar de lo imposible que pareciera ser. “Constancia” pareciera ser la palabra que define en parte a este libro. Porque si bien es cierto que los personajes de esta historia a veces eligen olvidar y a veces recordar, Ni muerto has perdido tu nombre va más allá de lo que ellos dispongan, y se adentra en lo que ellos no pueden dejar de hacer: repetir actos, costumbres, miedos.
La casa del dios oculto, en cambio, se sitúa en otro ámbito: el de lo misterioso. Compuesto por una serie de cuentos y una novela inconclusa (episódica, como si fueran otros tantos cuentos) En la mayoría de los cuentos pareciera que hay algo más por saber, algo que debería ser revelado, y que finalmente no lo es, o lo es sólo a medias. Se destacan La revelación, La pared vacía y Chucherías, si bien el corte final de todos los relatos es de un nivel superior a la media que se está publicando en estos momentos. En cuanto a la novela que no fue (Desierta), el mismo Gusmán dice, en una entrevista, que “(…)pertenecía al registro de escritura de otra época. Creo que 1990. Por esa imposibilidad, personal, y de esta época, de dejar algo inédito, también porque me parece un poco sano, la fui despedazando. Y con sus pedazos armando un Frankenstein.(…)”
Ambos libros son breves, se pueden leer de una sentada, y esta característica se ve ayudada por la prosa ágil de Luis Gusmán y por la maestría de este autor para atrapar al lector. Como para demostrar que lo bueno a veces viene en frasco (frasquito) chico.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario