AGUSTINA BAZTERRICA
No creo demasiado en los géneros, para mí todo es literatura. El mercado es el que clasifica los libros supongo que, para ayudar a los lectores, guiarlos. También es real que hay ciertos temas y modelos estructurales que se replican y podrían agruparse dentro de un género, pero personalmente me nutro de todo y no me dedico ni a escribir ni a leer solo un género. En mi literatura se funden y eso también me da la posibilidad de escribir con más libertad. Con Cadáver exquisito nunca pensé “estoy escribiendo una distopía, o una novela de terror”, lo que pensaba era “estoy escribiendo algo, veremos a dónde me lleva”. De hecho, esta novela fue considerada primero como distópica, por lo tanto, del género de la Ciencia Ficción y cuando, en USA, ganó el premio Ladies of horror fiction, en nuestro país, la consideraron dentro del género de Terror. Pero la realidad es que en mi literatura se fusionan, hibridan y mezclan todo tipo de géneros, los bordes se difuminan y nunca pienso en términos de literatura mayor o menor. En todo caso, hay libros que me enriquecen y/o interpelan más que otros. De hecho, hay muchos autores y autoras contemporáneos que abordan o rozan el terror y no se quedan en la mera fórmula sino que lo que hacen es tocar temas universales, hablar de la condición humana desde distintas perspectivas con voces iluminadoras, novedosas, potentes. Me gustaría nombrar a algunos: pienso en el argentino Diego Muzzio y su maravilloso libro Las esferas invisibles. O en otro argentino (que murió demasiado joven) Rafael Pinedo y sus nouvelles distópicas, Frio y Subte que también se pueden leer como libros de horror o La misa del diablo de Miguel Prenz, una crónica sobre satanismo que es espeluznante. Dos autoras con enorme éxito internacional: Samanta Schweblin que llevó la extrañeza y lo siniestro a otro nivel y la Reina indiscutida del Terror Argentino, Mariana Enriquez. Destaco, también, a la mexicana Fernanda Melchor con su Temporada de huracanas que es un libro durísimo por el tema doloroso que trata pero magnético por lo bien escrito que está; a la ecuatoriana Mónica Ojeda con su libro de cuentos Las voladoras, bellísimo y cruel (exponente del llamado gótico andino); a María Fernanda Ampuero, también ecuatoriana, con su libro potentísimo Pelea de gallos; a la colombiana Pilar Quintana con su novela La perra donde la naturaleza es una amenaza latente y se piensa qué significa la maternidad; a la boliviana Giovana Rivero, o a la rusa Anna Starobinets, con su Una edad difícil que es, simplemente, maravilloso. Y quisiera nombrar autoras, ya clásicas, como Shirley Jackson con cuentos excepcionales de terror como La lotería o Los veraneantes o las novelas Siempre estuvimos en el castillo y El reloj de arena; y a Charlotte Perkins Gilman que escribió un clásico del terror (considerado además como el primer cuento feminista) El empapelado amarillo. Cierro con Peter Straub, un grande, que escribió auténticas obras maestras como la novela Fantasmas o el libro de cuentos Casas sin puertas.
Me parece que es claro que después de esta lista no considero que el género del terror (ni ningún género) sea menor, simplemente, porque lo que, para mí, es buena literatura trasciende las etiquetas.
B-¿Qué autores o artistas fueron y son sus influencias para su escritura? ¿Qué libros le dieron realmente miedo? ¿Por qué?
Artistas muchísimos porque estudié Artes en la UBA con
especialización en Plásticas, por ende, mi bagaje de imágenes es enorme y eso
influye directamente en la escritura. Nombro dos: Marcel Duchamp, por su ironía
lúcida y Doris Salcedo, por su trabajo profundo con la violencia.
Con respecto a escritores y escritoras van variando a medida que incorporo nuevas lecturas. Hoy estoy fascinada con Dostoievski, por ejemplo. Pero los escritores que leo y releo son Franz Kafka, Virginia Woolf, Flannery O’Connor, Clarice Lispector, Juan José Saer, Toni Morrison, James Joyce, Stephen King, Lorrie Moore, Albert Camus, Marguerite Duras, Andrés Rivera, Silvina Ocampo, Margaret Atwood, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Gustave Flaubert y William Faulkner.
Un libro que me dio miedo real fue Misery de
King, lo solté, aterrada y lo volví a agarrar para terminarlo. Recuerdo
perfectamente estar, de adolescente, leyéndolo en la cama y tirarlo en la
colcha por la desesperación que me produjo eso que podía suceder, el miedo a la
locura, el fanatismo.
Otro, es La misa del diablo de Prenz, que ya cité. Me aterra pensar que es una crónica, por ende, lo que se narra está basado en hechos reales.
C-¿Qué elementos considera que debe tener en cuenta un escritor de género de terror hoy en día? ¿Considera que el género debe renovarse, ve algún tipo de cambio a futuro?
Los mismo que para cualquier género: que la historia sea verosímil, o sea, lograr que tenga apariencia de verdadera. Cuando hablo de verdadera, no quiero decir real, podés estar escribiendo sobre vampiros, pero el mundo que construyas tiene que respetar su lógica interna y nunca romper el pacto con el lector. También, si bien no hay temas nuevos, lo novedoso tiene ser el cómo se aborda la historia: desde qué punto de vista, con qué narrador, con qué registro uno elige encararla.
Creo que el género ya se está renovando, lo afirmo
mientras pienso en los autores y autoras que cité y muchos otros y otras que
hay por descubrir.
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