LILIANA COLANZI
No toda la literatura de género
es considerada de la misma manera: en Latinoamérica, el fantástico y el
realismo mágico han tenido mejor fama que el horror o la ciencia ficción.
Sandra Casanova-Vizcaíno e Inés Ordiz señalan que en el prólogo a la Antología
de la literatura fantástica, compilada por Borges, Silvina Ocampo y
Bioy Casares, se excluyó el término “gótico” en favor de “fantástico” para
referirse a los cuentos antologados, a pesar de que muchos de los relatos
podían ser leídos muy bien desde el horror y el gótico. Incluso parte de la
obra de Borges, Ocampo y Bioy Casares puede ser considerada de esta manera. El
rechazo hacia el gótico se debió a sus connotaciones extranjerizantes y a
cierta escenografía —castillos en ruinas, telarañas— que Bioy Casares
consideraba “de mal gusto”, y que Cortázar también deploró en su “Notas sobre
lo gótico en el Río de la Plata”.
A estas alturas es un poco
extraño seguir hablando de “literaturas menores”, dado que hace tiempo han
implosionado las fronteras entre la “alta cultura” y la cultura popular. Por
supuesto que hay literatura de horror o de terror escrita con mejores o peores
resultados, pero lo mismo puede decirse del realismo.
Me siento un poco ambivalente con
respecto a la etiqueta de “autor de género”: por un lado, buena parte de lo que
ahora me interesa escribir pertenece a la literatura no mimética, la literatura
de la irrealidad, es decir al fantástico, el horror, la ciencia ficción. Por
otro lado, siento que aquello de “autor de género” funciona más en los Estados
Unidos, donde hay una división tajante entre la literatura realista hegemónica
y el resto; me parece que en Latinoamérica, al tener al fantástico y el
realismo mágico en un lugar tan importante de la tradición, hay una mayor
fluidez con los géneros y para circular fuera de las etiquetas. Eso sí,
reivindico las estéticas consideradas de “mal gusto” o “menores”, ya que en
muchas de ellas yo encuentro un potencial subversivo
enormísimo.
B-¿Qué autores o artistas fueron y son sus influencias para su escritura? ¿Qué libros le dieron realmente miedo? ¿Por qué?
Algunos de los libros que más me
aterrorizaron fueron Cementerio de mascotas (Pet Sematary), de
Stephen King, La profecía, de David Seltzer, y el cuento “La
gallina degollada”, de Quiroga. En el caso de Cementerio de mascotas,
que aquello que amas vuelva en una versión maligna es una idea muy
perturbadora. La profecía me impactó mucho por mi educación
católica y porque el Anticristo es el hijo de un chacal. En “La gallina
degollada” me espantó la posibilidad de que alguien nos trate como nosotros
tratamos a los animales. Pero hace mucho que un libro no me produce terror
verdadero y tampoco esa es la razón por la cual leo un libro: es la estética
del horror la que me atrae, así como su capacidad para bucear en la oscuridad
del mundo, en el lado irracional, su voluntad para indagar en todo lo que la
sociedad reprime y niega.
C-¿Qué elementos considera que debe tener en cuenta un escritor de género de terror hoy en día? ¿Considera que el género debe renovarse, ve algún tipo de cambio a futuro?
Autoras como Mariana
Enriquez, Giovanna Rivero, Fernanda Melchor, Mónica Ojeda o Samanta Schweblin
han traído al horror temas de los que no se hablaba tanto, como los
feminicidios, la violencia hacia las mujeres, la destrucción y contaminación
medioambiental. Más que nunca, en una época en la que prevalecen teorías
conspirativas y el fascismo gana terreno en todo el mundo, el terror parece un
canal más que apropiado para dar cuenta de estos fenómenos.
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