ENTREVISTA A CARLOS CHERNOV
por Maximiliano Guzmán
Carlos Chernov es un
autor indomable, curioso y atrevido. Su literatura recorre las pasiones humanas, sus fortalezas más grandes y sus
debilidades más vergonzosas, de un humor raro, de una ferocidad y realismo
extraño que lo vuelve un escritor único en su especie, Chernov es un autor que
no deja al lector indiferente.
Con 9 libros publicados, tiene su obra traducida al Inglés, Italiano, Francés y
Húngaro.
Carlos Chernov ha sido premiado en varias ocasiones: en 1992 obtuvo el Premio Quinto Centenario del Concejo deliberante de Buenos Aires con su libro de cuentos, Amores brutales (Sudamericana, 1993) y al año siguiente el Premio Planeta de la Argentina con la novela Anatomía humana (Planeta, 1993), obtuvo también el Premio La otra orilla 2008 (Norma, 2008) por El Amante imperfecto. Por El desalmado, (novela, Emecé, 2011) recibió el Primer premio de Novela Inédita de la Municipalidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La muerte no coincide con nuestra imagen de la vida, que parece que no fuera a tener final, aunque constantemente nos topamos con finales: terminamos estudios, trabajos, parejas. Se mueren personas queridas… La muerte le da un sentido absurdo a la existencia, le quita sentido a la vida. ¿Para qué vivimos? ¿Para morirnos? Para los que no hemos buscado consuelo en la religión, enfrentar la muerte requiere una dosis de coraje o de negación maníaca (la respuesta habitual que nos permite seguir adelante sin paralizarnos por el miedo.) Para Camus el suicidio era el único problema filosófico sobre el que valía la pena pensar. En todo caso, la muerte no deja de lanzarnos preguntas sin respuesta. Me acuerdo de un profesor de matemáticas de la secundaria que nos daba problemas para resolver en casa, al que los resolviera le pondría un diez. El caso es que los problemas no tenían solución. Por supuesto no lo sabíamos. Nos rompíamos la cabeza tratando de resolverlos y llegábamos a soluciones verosímiles, pero no verdaderas: ficticias. La muerte nos desafía de ese modo, los que escribimos ficción sabemos que no hay respuesta ni solución, pero damos vueltas alrededor del tema que se dispara una y otra vez. Inventamos relatos, ponemos la muerte en escena con la vanidosa y patética idea de que de ese modo controlamos algo.
¿Qué define, en su caso, que una buena idea llegue a ser una novela o se limite a componer un cuento?
Las ideas que se desarrollan en una novela invitan a bucear en ese mundo un largo tiempo. Las novelas son inmersivas, los cuentos, un chapuzón. Pero a veces los cuentos son recortes arbitrarios. Ahora que me he puesto a escribir guiones, en particular sobre cuentos, noto que, si no hubiera cortado, el antes y el después del cuento tendría una novela. Creo que muchos cuentos podrían haber sido novelas. Algunos cuentos, excepcionalmente, son mecanismos de relojería que se dañarían si los continuamos, pero son los menos. Los relatos siguen el modelo de la vida, las historias tienen antecedentes y descendientes.
¿Considera que de alguna manera las políticas de género mal llevadas, a través de la llamada "cultura de la cancelación" han limitado de alguna manera la libertad de expresión de autores que, como es su caso, acostumbran a "saltar sin red" a la hora de componer una obra literaria?
Creo que la cultura de la cancelación empobrece la creatividad, nos lleva a la autocensura. Es cierto que durante milenios el patriarcado trató muy mal a las mujeres y que merecen auténticamente un lugar igualitario. Pero la gran literatura es una sola, hablar de literatura femenina creo que es malo para las escritoras, como si necesitaran un refugio protector. Creo que, simplemente, hay buena y mala literatura. Respecto a lo de saltar sin red, diría que uno escribe lo que le sale, no lo que quiere sino lo que puede. En todo caso, me consuelo con la idea de que es mejor pedir perdón que pedir permiso.
¿Hay entre sus obras narrativas alguna que, sea por su argumento, sea por su temática o sea por algún tipo de afinidad particular, pueda considerar "de corte autobiográfico"?
En general, he evitado lo autobiográfico, siempre sentí que no era un material que valiera la pena contar. Podría decir como Borges: Vida y muerte han faltado en mi vida. Quizá concibo la literatura como lo no cotidiano, para lo de todos los días alcanza con vivir. Escribí una sola novela con elementos autobiográficos que está inédita. Al hacerlo descubrí que inventar es más difícil y que en terreno conocido uno se mueve más cómodo, con más seguridad. En general, he puesto el acento en lo insólito, lo raro. Pero, por otro lado, siempre me acompaña el sentimiento de que la vida es muy extraña. Una especie de enfermedad de la materia. Supongo que en lo extraño radica la verdad. Más que en las “verdades” corrientes y aceptadas.
A lo largo de su obra podemos leer como el amor siempre está presente, aunque de formas poco ortodoxas, extremas y lascivas, pero amor al fin. ¿Carlos Chernov cuando escribe un cuento o una novela es consciente a la hora de sumar ese ingrediente amoroso a sus textos o simplemente se deja llevar por la escritura?
Más que de amor hablaría de uniones, que pueden incluir el odio, que también demanda la cercanía del objeto. He incluido en el título de varios de mis libros la palabra amor y sus derivados, a veces de una manera irónica, pero sobre todo para llamar la atención sobre el amor, que es una de las cosas más raras que existen, pero sin la cual no podríamos sobrevivir.
Cuando leemos sus novelas y sus
cuentos tenemos un conector que parte muchas veces desde lo sexual. Una base
que mueve al personaje desde el deseo o la frustración para ponerse en acción. La
utilización del sexo como elemento de progresión de los personajes es algo
característico en su obra. ¿Como definiría usted la importancia de lo sexual
dentro de su literatura?
El sexo es uno de los grandes motores que mueven a las personas. Salvo excepciones, la alta literatura lo ha dejado afuera, como si fuera una manera barata de atraer a los lectores, pero en realidad esa postura simplemente encubre la represión. El sexo, obra de siglos de censura, es el paradigma de la curiosidad, incluso en estas épocas en que está tan ofrecida la pornografía. Creo que un elemento tan importante de la vida no debe quedar fuera de la literatura. Y no se lo debe tomar en chiste, como en la picaresca, que es una forma de sortear la represión, sino muy en serio, porque es causa de grandes placeres y de grandes dolores.
Sus narradores saben que el destino los va a atrapar en algún momento. Todos y cada uno de ellos corren hacia sus designios. ¿A la hora de escribir usted sabe exactamente cómo va a terminar el texto, cuál va a ser el destino final de sus personajes o sucede mediante el proceso de escritura?
A veces sé
cómo va a terminar, sobre todo en los cuentos. Otras veces, la lógica interna,
el propio devenir de la novela va descartando los otros finales, o algún
personaje crece y opaca al protagónico. Uno sabe parte del asunto nunca todo.
El escritor no es el relato, ni lo tiene completo en la mente. El escritor
también disfruta del suspenso que genera, he ahí uno de los grandes placeres de
escribir.
En la vida también corremos y al final el destino nos alcanza, pero no al modo fatalista de los árabes, sino porque nuestra historia y nuestros deseos nos van empujando en forma inexorable, lo bueno es que no sabemos hacia dónde.
En "El desalmado" se plantean,
entre otros temas, el del poder de las relaciones de parentesco. ¿Qué valor
entrañan, ahora como opinión personal, las mismas?
Estamos
determinados por los genes, como dice Richard Dawkins en El gen egoísta, en su
versión macroscópica los llamamos “La sangre” o “La familia”, y fuera de
algunas personas muy especiales, en general estamos más dispuestos a donarle un
riñón a un hijo que a un amigo. No tiene nuestros genes. Las relaciones de
parentesco siguen siendo muy fuertes.
Muchos de sus cuentos podrían considerarse como cuentos de terror. ¿Qué opinión tiene usted sobre el género en cuestión?
Nunca fui lector del género de terror, no disfruto del miedo. Si me sale así es porque la vida tiene elementos terroríficos, sin tener que recurrir a monstruos de fantasía pensemos, por ejemplo, en el terrorismo de Estado.
Como lector uno se deleita con el humor negrísimo que se mantiene a
lo largo de su obra. ¿Para Carlos Chernov el humor es una condición impuesta o
simplemente surge a la hora de escribir?
Me sale así naturalmente. Es mi manera de mirar las cosas. Me enteré de que hacía humor negro cuando me lo dijeron después de publicar Amores brutales. El humor deliberado suele salir mal, el mío ni siquiera pretende ser humor.
En un mundo retorcido y loco como el que vivimos donde estamos inundados por las Fake News y las conspiraciones y el secretismo. ¿Cuál fue el germen que generó la escritura de La Conspiración China?
La conspiración fue mi tercer libro. Quise sostener a ultranza un inverosímil (Marilyn Monroe es empujada al suicidio por una secta de chinos que torturan con la mirada). Pensé: si lo más valioso es lograr un verosímil, más aún será partir de una premisa inverosímil. Después de escribirla me di cuenta de que había también incluido mis historias con la Guerra fría, la CIA, la poesía Beatnik y otras cuestiones que fueron el trasfondo de mi adolescencia.
En sus distopias el planeta se vuelve
salvaje y demente. El futuro resulta aterrador, absurdo y perverso. ¿Que
provoca a Chernov escribir sobre el futuro próximo/distante?
Es curioso,
me gusta más el género policial, pero no me sale. En cambio, leí Ciencia
ficción solo en mi juventud y los fines de mundo se me dan naturalmente.
Supongo que tiene que ver con cierto enojo mío con lo humano, y con que me
gustan las superficies amplias, hacer tabula rasa e inventar un mundo completo.
Ahora bien,
lo de planeta salvaje y demente es actual, está ocurriendo ahora y también en el
pasado, nunca dejó de ocurrir, por lo que no hay que ser un genio para pensar
que va a continuar así en el futuro. Creo que todo tiempo pasado fue peor, y no
me refiero solo a las comodidades que aporta la ciencia, sino también a las
conquistas sociales. En los últimos tiempos las de las mujeres, a las que por
fin parece que les está llegando su tiempo de ser reconocidas y más libres,
aunque todavía falta mucho.
¿Concibió a la novela "El sistema de las estrellas" como una crítica a ciertos cambios sociales actuales y reales derivados de la cibernética?
El disparador de El sistema... es un cuento que leí en la adolescencia, creo que de Ballard, de un mundo subterráneo recorrido por un tren que no se detenía nunca. De ahí nació la ciudad segura, hecha de un material altamente inflamable que permitía un absoluto control social y de la que no se permitía salir. También pensé en el cambio climático, una pesadilla equivalente -y causada por- el capitalismo salvaje.
Ha dicho en muchas entrevistas que suele investigar
previamente antes de iniciar un cuento o una novela. ¿Carlos Chernov que está
investigando ahora? Si se puede saber “off the record”
Antes de Internet tenía que leer muchos libros para informarme y lograr que el relato fuera verosímil. Ahora es más fácil. En mi última novela basé toda su geografía en Google maps, lo que simplificó bastante mi trabajo.
¿Qué libros
y autores recomienda?
Siempre
recomiendo la poesía, hay demasiados poetas que me gustan, voy a nombrar solo a
algunos: Pound, Wallace Stevens, Eliot, Ginsberg, Pavese, Montale, Neruda, Dylan
Thomas, e.e. Cummings, Bretón, Vallejo… De los prosistas me quedo con Nabokov y
Flaubert. Siempre releo a Borges, cualquier cosa de él es increíble. También
releo a Chandler. Un autor que me hace pasar momentos muy entretenidos es Lee
Child.
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