KAFKAS
de Luis Gusmán
Edhasa, 2014
por Diego Gentile
Luis Gusmán retrata en Kafkas, un Franz Kafka íntimo, sin que por eso este libro se trate de una biografía, y mucho menos una ficción novelada. Gusmán trabaja con cartas, textos y diarios del autor de Praga, y lo hace partiendo de una “inutilidad”, según él mismo señala en una entrevista: la que Deleuze y Guattari sostienen que resulta de preguntarse quién es K, el personaje de sus principales novelas (El Castillo, El Proceso)
Las tres partes en las cuales está dividido el texto son El Escritor, Sus Papeles y El Artista. Son partes (o capítulos) breves, de alrededor de 30 carillas cada una, en las cuales Gusmán parece sacar máximo provecho de las fuentes consultadas y de su poder de análisis. De esa forma, por ejemplo, paseamos entre la noción de la K de esos personajes puede ser tanto de Kierkeegard como del propio apellido, pero teniendo en cuenta las diferentes representaciones de esa inicial (en Kierkegaard, la existencia; en Kafka, el anonimato), esa K es del otro Kafka. Porque parece que hubiera dos Kafkas, dos existencias paralelas que se anulan a la vez que se refuerzan.
También vemos la influencia que ejerció un autor tan disímil en su obra con respecto a la de Kafka como se pudiera uno imaginar: Goethe. Kafka admira tanto a Goethe que hay una entrada en su diario donde sostiene que no puede leer a Goethe sin apartarse él mismo de la escritura. La parálisis ante el genio que parece no poder ser superado. Además, Goethe era, en sí mismo, la misma lengua alemana, idioma que Kafka elige para su literatura. ¿Cuánto ganó y cuánto perdió escribiendo en alemán? Gusmán lo trata en “Una literatura de gitanos”, una de las secciones de la tercera parte del libro.
Un autor tan complejo y a la vez tan “fácil” de leer (su prosa es llana, despojada, a pesar de lo denso como atributo) necesita a otros autores para reinterpretarlo y analizarlo. Así como Borges ayudó a ubicar en el mapa literario a un autor tan particular como Kafka en su ensayo “Kafka y sus precursores”, Kafkas, de Luis Gusmán, ayuda a entenderlo un poco más, y también a disfrutarlo.
2 comentarios:
Agamben ha postulado en un ensayo que la K provendría de la marca que en Roma se hacía a los calumniadores, es decir a los que acusan de delitos que no han cometido, ya sean ellos o terceros. La admisión del "pecado original" por parte de los cristianos sería un ejemplo de acusarse de un delito no cometido.
Es muy interesante, porque para esa época Franz Kafka se había interesado especialmente en Derecho Romano (trabajaba para una aseguradora italiana, Generali SpA y además había completado sus estudios de abogacía.
Fernando Terreno
No recuerdo el nombre del libro, pero lo publicó la Editorial Adriana Hidalgo
Dejé un comentario que no apareció. Decía alli que Agamben postula que la K provendría de la marca que en Roma se hacía a los calumniadores.
Los calumniadores son los que inician un proceso mentiroso contra terceros o contra si mismos.
Un ejemplo claro sería la admisión del "pecado original" por parte de los cristianos. Reconocerse autor de un delito que no has cometido (matarlo a Jesucito, por ejemplo) es un proceso calumnioso.
Lo mismo hace K en El Proceso.
Salud y saludos.
Fernando Terreno
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