MUÑECA Y YO (EDULP, 2006)
de Ulises Cremonte
CERCA (Paradiso Ediciones, 2007)
de Daniel Krupa
Por Marina Arias.
Muñeca y yo de Ulises Cremonte y Cerca de Daniel Krupa son dos novelas que tienen algo en común: Sus autores son de La Plata. Y en ambas la locación no es fortuita: la célebre ciudad de las diagonales cobra la presencia de un personaje protagónico. Pero aún compartiendo ciertas referencias geográficas obligadas, Cremonte y Krupa construyen literariamente dos metrópolis originales, extrañas, casi oníricas (por no decir de pesadilla...)
Muñeca y yo
“El apego a las personas o a los objetos es la causa de todos sus sufrimientos, por eso le recomiendo imitar el andar del caracol, arrastrarse despacio, sin dejar rastros, con modestia, indiferencia y anonimato”, advierte un imaginario especialista en técnicas de masturbación en el último párrafo de Muñeca y yo. Y allí está el leitmotiv con que nos interpela este libro de Ulises Cremonte a través del humor absurdo: la pérdida del objeto de deseo. Tanto la miniatura de la princesa Leia de La Guerra de las Galaxias que marcó la infancia del protagonista -y la de casi todos los que hemos pasado los treinta- como MI LAPICERA (sic) -una Parker con la que el abuelo premió la graduación primaria- o esa bicicleta chiquilinamente bautizada “la roji”, todos los objetos en Muñeca y yo cobran identidad y peso para el protagonista, y luego desaparecen en forma irremediable. Paradójicamente, del protagonista no se nos deja saber el nombre en toda la novela. Tan sólo sabemos que habita en un modesto departamento de La Plata y vive tranquilamente de mandar encuestas por e-mail hasta que en una vidriera encuentra a “Muñe”, una rubia y despampanante muñeca inflable de la que se enamora obsesivamente. A partir de entonces la historia se vuelve terriblemente divertida y Cremonte alcanza un efecto literario perfecto: brinda intensión a la necesaria inmovilidad de la muñeca (“ella mantuvo una postura estática y ni siquiera me agradeció”, “la observé buscando una respuesta y me devolvió un rostro impreciso, ausente, vacío”) a la par que el protagonista se somete a un despotismo imaginario en el que la muñeca encarna a la esposa perfecta: demandante, insatisfecha e impenetrable. Pero entonces aparece “Kapeluz”, una artista conceptual abocada a transcribir a mano todo el diccionario. “Tenía todo lo que quería: con Kapeluz cubría mis necesidades físicas y con la muñeca disfrutaba de la felicidad primaveral del amor”, relata el protagonista llevando el delirio al extremo.
Un portero lascivo, un periodista de investigación en franca decadencia y una ex-novia devenida en confidente completan el micromundo de esta novela. Porque Muñeca y yo no es un relato que se expanda por la epidermis de lo real sino que -sin sacrificar el ritmo o la claridad- bucea por los vaivenes del deseo y la neurósis masculina. “El problema del hombre es que nunca sabe qué le puede gustar a una mujer”, dictamina el protagonista y revela así el verdadero tema de esta novela que fue finalista del Premio Novela Clarín en 2002.
Además de escribir ficción, Ulises Cremonte (1974) se dedica a la semiótica. Quizá por eso al internarse en su novela uno puede encontrar guiños hacia el lector en relación al sentido y la producción textual: la muñeca se dedica vorazmente a la lectura y en obras canónicas como las de Kafka o Dostoievski encuentra imposibles menciones acerca de muñecas inflables. Parece como si allí el autor estuviera satirizando ese axioma de la semiótica según el cual el lector es activo en la construcción del sentido de un texto. O el juego discursivo que sostienen el protagonista y su amante Kapeluz por el cual en toda conversación mezclan mentiras con verdades... ¿Acaso no es ése el secreto de la creación literaria?
Cerca
Durante las tres horas que me llevó la lectura de las ochenta y dos páginas de Cerca no pude dejar de preguntarme: “¿Por qué se llama Cerca? ¿Cerca de qué o de quién? ¿Qué quiso decir el autor cuando eligió el título?” Es que el término me resultaba demasiado intimista para un relato que se desovilla en un tono marcadamente frío y distante. Pero cuando me senté a escribir estas líneas de pronto recordé que esa palabra no se relaciona sólo con “acercamiento” sino también con “acorralar”. Y Xauser, el protagonista de esta primera nouvelle del periodista Daniel Krupa, es justamente eso: un jóven acorralado. Acorralado por tener que socorrer a una hermana que estudia economía y sufre accesos de delirio místico. Acorralado por el retorno a una gótica ciudad de La Plata en la que “la noche dura más horas de lo habitual y la gente camina en silencio, sin hablarse, como zombies”. Acorralado por un cura masónico y siniestro, “dueño de unos párpados traslúcidos y quietos, similares a los que cubren los ojos de los reptiles cuando descansan tirados al sol”. Acorralado, además, por la drástica desaparición de los afectos: Frank, su amigo del alma, aplastado por un árbol durante el viaje de egresados de la secundaria y un abuelo anarquista que murió violentamente en un programa televisivo de los años ochenta por propia decisión. Pero sobre todo, lo que acorrala a Xauser es la enajenante escritura mental de una novela:“El sentido de lo fugaz” .
En el comienzo Xauser habita tranquilamente en el pueblo de San Vargas y se dedica a mantener fogozas relaciones sexuales con una novia paralítica. Pero ante la su-puesta amenaza de un violador de universitarias, su hermana pide ayuda y el protagonista se ve obligado a volver a La Plata. A partir de entonces, de la mano de un buen manejo del suspenso y el adelanto, Cerca va mutando poco a poco del cinismo simpático a la asfixia existencial.
Más allá de algunos detalles que fastidian la lectura: frases gramaticalmente confusas, algún que otro ruido en la focalización y un manejo de los tiempos verbales por momentos erróneo- Cerca resulta una historia interesante, presentada a través de un texto que muchas veces es preciso (“lo dice sin pensarlo y al decirlo es como si se enterara de esa decisión, propia, en el mismo momento que ella”) y muchas otras es precioso (“no sabe su nombre y mucho menos el color de sus ojos” , “Zoe se transformó en una de esas chicas que se ríen de nada, de las que padecen una tristeza innata, profunda, pero que no pueden desaprovechar una sola risa antes de que se pierda para siempre”).
Cerca despliega además una metatextualidad ingeniosa a la vez que destila ironía acerca del mundillo literario: “tiene veinticinco años y la fórmula “+páginas=mayor riqueza literaria” es una trampa en la que él también cae y de la que hubiera podido salir en caso de que esta historia no terminara como termina”, dice el narrador en las primeras páginas. Y lleva el gesto sarcástico al extremo cuando en las últimas confiesa: “Xauser apuesta a la incorrección política como otra manera de llamar la atención el día que se publique la novela” .
de Ulises Cremonte
CERCA (Paradiso Ediciones, 2007)
de Daniel Krupa
Por Marina Arias.
Muñeca y yo de Ulises Cremonte y Cerca de Daniel Krupa son dos novelas que tienen algo en común: Sus autores son de La Plata. Y en ambas la locación no es fortuita: la célebre ciudad de las diagonales cobra la presencia de un personaje protagónico. Pero aún compartiendo ciertas referencias geográficas obligadas, Cremonte y Krupa construyen literariamente dos metrópolis originales, extrañas, casi oníricas (por no decir de pesadilla...)
Muñeca y yo
“El apego a las personas o a los objetos es la causa de todos sus sufrimientos, por eso le recomiendo imitar el andar del caracol, arrastrarse despacio, sin dejar rastros, con modestia, indiferencia y anonimato”, advierte un imaginario especialista en técnicas de masturbación en el último párrafo de Muñeca y yo. Y allí está el leitmotiv con que nos interpela este libro de Ulises Cremonte a través del humor absurdo: la pérdida del objeto de deseo. Tanto la miniatura de la princesa Leia de La Guerra de las Galaxias que marcó la infancia del protagonista -y la de casi todos los que hemos pasado los treinta- como MI LAPICERA (sic) -una Parker con la que el abuelo premió la graduación primaria- o esa bicicleta chiquilinamente bautizada “la roji”, todos los objetos en Muñeca y yo cobran identidad y peso para el protagonista, y luego desaparecen en forma irremediable. Paradójicamente, del protagonista no se nos deja saber el nombre en toda la novela. Tan sólo sabemos que habita en un modesto departamento de La Plata y vive tranquilamente de mandar encuestas por e-mail hasta que en una vidriera encuentra a “Muñe”, una rubia y despampanante muñeca inflable de la que se enamora obsesivamente. A partir de entonces la historia se vuelve terriblemente divertida y Cremonte alcanza un efecto literario perfecto: brinda intensión a la necesaria inmovilidad de la muñeca (“ella mantuvo una postura estática y ni siquiera me agradeció”, “la observé buscando una respuesta y me devolvió un rostro impreciso, ausente, vacío”) a la par que el protagonista se somete a un despotismo imaginario en el que la muñeca encarna a la esposa perfecta: demandante, insatisfecha e impenetrable. Pero entonces aparece “Kapeluz”, una artista conceptual abocada a transcribir a mano todo el diccionario. “Tenía todo lo que quería: con Kapeluz cubría mis necesidades físicas y con la muñeca disfrutaba de la felicidad primaveral del amor”, relata el protagonista llevando el delirio al extremo.
Un portero lascivo, un periodista de investigación en franca decadencia y una ex-novia devenida en confidente completan el micromundo de esta novela. Porque Muñeca y yo no es un relato que se expanda por la epidermis de lo real sino que -sin sacrificar el ritmo o la claridad- bucea por los vaivenes del deseo y la neurósis masculina. “El problema del hombre es que nunca sabe qué le puede gustar a una mujer”, dictamina el protagonista y revela así el verdadero tema de esta novela que fue finalista del Premio Novela Clarín en 2002.
Además de escribir ficción, Ulises Cremonte (1974) se dedica a la semiótica. Quizá por eso al internarse en su novela uno puede encontrar guiños hacia el lector en relación al sentido y la producción textual: la muñeca se dedica vorazmente a la lectura y en obras canónicas como las de Kafka o Dostoievski encuentra imposibles menciones acerca de muñecas inflables. Parece como si allí el autor estuviera satirizando ese axioma de la semiótica según el cual el lector es activo en la construcción del sentido de un texto. O el juego discursivo que sostienen el protagonista y su amante Kapeluz por el cual en toda conversación mezclan mentiras con verdades... ¿Acaso no es ése el secreto de la creación literaria?
Cerca
Durante las tres horas que me llevó la lectura de las ochenta y dos páginas de Cerca no pude dejar de preguntarme: “¿Por qué se llama Cerca? ¿Cerca de qué o de quién? ¿Qué quiso decir el autor cuando eligió el título?” Es que el término me resultaba demasiado intimista para un relato que se desovilla en un tono marcadamente frío y distante. Pero cuando me senté a escribir estas líneas de pronto recordé que esa palabra no se relaciona sólo con “acercamiento” sino también con “acorralar”. Y Xauser, el protagonista de esta primera nouvelle del periodista Daniel Krupa, es justamente eso: un jóven acorralado. Acorralado por tener que socorrer a una hermana que estudia economía y sufre accesos de delirio místico. Acorralado por el retorno a una gótica ciudad de La Plata en la que “la noche dura más horas de lo habitual y la gente camina en silencio, sin hablarse, como zombies”. Acorralado por un cura masónico y siniestro, “dueño de unos párpados traslúcidos y quietos, similares a los que cubren los ojos de los reptiles cuando descansan tirados al sol”. Acorralado, además, por la drástica desaparición de los afectos: Frank, su amigo del alma, aplastado por un árbol durante el viaje de egresados de la secundaria y un abuelo anarquista que murió violentamente en un programa televisivo de los años ochenta por propia decisión. Pero sobre todo, lo que acorrala a Xauser es la enajenante escritura mental de una novela:“El sentido de lo fugaz” .
En el comienzo Xauser habita tranquilamente en el pueblo de San Vargas y se dedica a mantener fogozas relaciones sexuales con una novia paralítica. Pero ante la su-puesta amenaza de un violador de universitarias, su hermana pide ayuda y el protagonista se ve obligado a volver a La Plata. A partir de entonces, de la mano de un buen manejo del suspenso y el adelanto, Cerca va mutando poco a poco del cinismo simpático a la asfixia existencial.
Más allá de algunos detalles que fastidian la lectura: frases gramaticalmente confusas, algún que otro ruido en la focalización y un manejo de los tiempos verbales por momentos erróneo- Cerca resulta una historia interesante, presentada a través de un texto que muchas veces es preciso (“lo dice sin pensarlo y al decirlo es como si se enterara de esa decisión, propia, en el mismo momento que ella”) y muchas otras es precioso (“no sabe su nombre y mucho menos el color de sus ojos” , “Zoe se transformó en una de esas chicas que se ríen de nada, de las que padecen una tristeza innata, profunda, pero que no pueden desaprovechar una sola risa antes de que se pierda para siempre”).
Cerca despliega además una metatextualidad ingeniosa a la vez que destila ironía acerca del mundillo literario: “tiene veinticinco años y la fórmula “+páginas=mayor riqueza literaria” es una trampa en la que él también cae y de la que hubiera podido salir en caso de que esta historia no terminara como termina”, dice el narrador en las primeras páginas. Y lleva el gesto sarcástico al extremo cuando en las últimas confiesa: “Xauser apuesta a la incorrección política como otra manera de llamar la atención el día que se publique la novela” .
1 comentario:
Ulises es un crack en la escritura y en la vida. Un distinto.
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